Tocqueville
Madmaxista
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En 1844, Benjamín Disraeli (judío) ponía en boca del judío Sidonia, las siguientes palabras:
“Desde que la sociedad inglesa ha comenzado a agitarse y sus instituciones se ven amenazadas por asociaciones poderosas, ven ustedes a los judíos, antes tan leales, en las filas de los revolucionarios… Esa misteriosa diplomacia rusa que tanto alarma a los occidentales, está organizada, y en su mayor parte realizada por judíos…; la formidable revolución que se está preparando en Alemania, cuyos efectos serán aún más grandes que los de la Reforma, se lleva a cabo totalmente bajo los auspicios de los judíos. En el conde Cancrín, Ministro de Finanzas ruso, reconozco a un judío lituano; en el Ministro español señor Mendizábal, veo a un judío aragonés; en el Presidente del Consejo francés Mariscal Soult, reconozco al hijo de un judío francés; en el Ministro prusiano, Conde de Arnim, veo un judío… Ya ve, querido Coningsby, que el mundo está gobernado por personajes muy distintos de los que creen los que no están entre bastidores…” (Coningsby, libro IV, capítulo XV; http://public-library.uk/ebooks/23/61.pdf)
ienso:
“Desde que la sociedad inglesa ha comenzado a agitarse y sus instituciones se ven amenazadas por asociaciones poderosas, ven ustedes a los judíos, antes tan leales, en las filas de los revolucionarios… Esa misteriosa diplomacia rusa que tanto alarma a los occidentales, está organizada, y en su mayor parte realizada por judíos…; la formidable revolución que se está preparando en Alemania, cuyos efectos serán aún más grandes que los de la Reforma, se lleva a cabo totalmente bajo los auspicios de los judíos. En el conde Cancrín, Ministro de Finanzas ruso, reconozco a un judío lituano; en el Ministro español señor Mendizábal, veo a un judío aragonés; en el Presidente del Consejo francés Mariscal Soult, reconozco al hijo de un judío francés; en el Ministro prusiano, Conde de Arnim, veo un judío… Ya ve, querido Coningsby, que el mundo está gobernado por personajes muy distintos de los que creen los que no están entre bastidores…” (Coningsby, libro IV, capítulo XV; http://public-library.uk/ebooks/23/61.pdf)
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