chollero
Madmaxista
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- Biden y McCarthy se reúnen este lunes para tratar de acercar posturas
- El presidente planea irse una semana a Japón a la cumbre del G7
- Los plazos legislativos exigirían un acuerdo esta semana como muy tarde
Quedan unas dos semanas para que EEUU entre en la zona de peligro real de suspensión de pagos. El Tesoro del país calcula que podría quedarse sin dinero para pagar sus deudas el 1 de junio, y Goldman Sachs estima que el momento clave llegará una semana después, el jueves 8. Teniendo en cuenta los plazos legislativos, cualquier acuerdo debería estar negociándose ahora mismo para llegar a tiempo, pero el texto final ni está ni se le espera, y el presidente, Joe Biden, se dispone a irse a la cumbre del G7 en Japón durante una semana tras una nueva reunión con los republicanos este lunes. En estas circunstancias, la preocupación de que EEUU se encamine a una crisis con muy pocos precedentes está creciendo a marchas forzadas.
Hace ya dos semanas desde que la Cámara de Representantes, de mayoría republicana, aprobó por un solo voto una lista de exigencias, como una reducción del 43% de las partidas de gasto social de los presupuestos y la derogación de parte de la ley de Cambio Climático aprobada el año pasado, a cambio de permitir al Gobierno emitir bonos durante un año más. Una reunión entre el presidente y los líderes de ambos partidos en las dos cámaras del Congreso acabó sin avances: Biden insistió en exigir un aumento del límite de la deuda sin condiciones y los republicanos repitieron que no se iban a mover de sus demandas.
El miércoles pasado, en una conversación con votantes republicanos en la cadena CNN, el expresidente y favorito para repetir como candidato republicano a la presidencia, Donald Trump, dejó claro su razonamiento: cuando el presidente es un demócrata, los republicanos están a favor de usar la potencial quiebra del país como un mecanismo de negociación para obtener réditos políticos. Si funciona, obligan a los demócratas a firmar recortes masivos del gasto social, algo que los republicanos no pueden hacer solos cuando gobiernan ellos. Y si no funciona, la crisis económica resultante se la 'comería' el presidente demócrata, no ellos.
Biden ha rechazado sentarse a negociar bajo esas condiciones. El viernes pasado aplazó a este martes una nueva reunión prevista con Kevin McCarthy, el presidente republicano del Congreso, tras un primer encuentro infructuoso el martes anterior. Las posturas siguen muy alejadas: los demócratas han asomado unas posibles concesiones, como la cancelación de las partidas de estímulos del el bichito aprobadas hace dos años y aún no gastadas, y algunos pequeños recortes temporales. Pero McCarthy ha añadido que su 'línea roja' es retirar algunas de las ayudas económicas a familias con muy pocos ingresos si no cumplen unos requisitos mínimos de trabajo, algo que han descartado de pleno los demócratas y que, según estudios recientes, no hace sino aumentar el gasto burocrático sin aumentar la cantidad de horas trabajadas totales.
Y el calendario de Biden no ayuda. El mandatario prevé irse a Tokio durante una semana, lo que agotaría prácticamente el plazo para aprobar a tiempo un aumento del techo de deuda antes de las fechas señaladas por el Tesoro si no hay un acuerdo en cuestión de horas. El Congreso necesitaría al menos una semana y media para aprobar el texto, y hay varios festivos programados entre medias estas dos próximas semanas. Si el 'Día D' llega sin un acuerdo, el Tesoro tendría que decidir entre dejar de pagar a funcionarios, declarar la suspensión de pagos en algunos bonos, o emitir deuda de forma irregular y retar al Tribunal Supremo a tumbarla y ser él el que lleve al país a la quiebra.
¿Por qué existe este mecanismo?
EEUU tiene los mecanismos más únicos a la hora de financiar al Gobierno, fruto de su origen como una confederación de estados independientes que no tenían mucha confianza en la idea de un Gobierno conjunto. Así, el Gobierno no puede gastar dinero desde el momento en el que caducan los presupuestos aprobados el año anterior si no hay unos nuevos, y el Congreso debe autorizar cada emisión de bonos -de las que responden todos los estados de forma conjunta- para evitar que el Gobierno federal gaste de forma descontrolada.
El sistema actual, en el que el Congreso autoriza el nivel máximo de deuda posible, existe desde 1917, cuando la I Guerra Mundial hizo inviable que los congresistas autorizaran cada emisión de bonos individual. Desde aquella fecha, EEUU solo se ha acercado a un 'default' en dos ocasiones: en 1979 y en 2011. En la primera ocasión, el Gobierno no pudo pagar algunos bonos entre abril y mayo de ese año, entrando en un 'default técnico'. La prima de riesgo del país aumentó de golpe en 60 puntos básicos, lo que se calculó en 12.000 millones de dólares de gasto extra en intereses.
Tras aquello, el Congreso cambió la ley para que los presupuestos llevaran aparejados un aumento automático del techo de deuda hasta la cantidad calculada en las Cuentas anuales. En 1995, sin embargo, los republicanos derogaron esa norma para poder usar la amenaza de 'default' como herramienta de negociación cuando ellos controlaran el Congreso y los demócratas la presidencia. Bill Clinton negoció con ellos unas reformas de gasto, que, sumadas a las subidas de impuestos aprobadas por George Bush padre en 1990 y por el propio Clinton en 1993, llevaron al país al superávit de forma extraordinaria.
Pero, desde aquel momento, los republicanos juraron que nunca jamás volverían a aprobar subidas de impuestos, solo bajadas, y que las siguientes negociaciones para cuadrar los presupuestos con un presidente demócrata vendrían solo por el lado del recorte de gasto. Y en 2011, la combinación entre las bajadas de impuestos de George Bush hijo -equivalentes a un 1,5% del PIB- y los estímulos tras el crack financiero de 2008 -un billón de dólares en dos entregas- llevaron a los republicanos a exigir fuertes recortes cuando tomaron control del Congreso en 2011 y vieron a un demócrata en la Casa Blanca. El acuerdo con el entonces presidente, Barack Obama, se rubricó apenas horas antes de la fecha límite, y conllevó fuertes recortes de gasto durante los siguientes años y dejar que caducaran algunas de las bajadas de impuestos temporales a las rentas más altas aprobadas por Bush.
Esta vez, la tercera desde 1995 con un Congreso republicano y un presidente demócrata, las subidas de impuestos no están sobre la mesa y los republicanos contemplan solo recortes de gasto. Y la fuerte polarización política vivida desde la última vez, especialmente desde la victoria de Trump, hace que las posturas estén mucho más separadas y las posibilidades de un acuerdo de última hora sean más pequeñas. Los mercados ya ven más probable un 'default' de EEUU este año que uno de Guatemala o Grecia.