Soro's Foundation: "La juventud está perdiendo la confianza en la democracia"

Ramonmo

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Barómetro global de Open Society

El 42% de los menores de 36 años en todo el mundo creen que el mejor régimen político es una dictadura militar


Los jóvenes achacan a la democracia que no sea capaz de garantizar su seguridad económica, como sí hizo con los más mayores
Àlex Garcia



Los jóvenes pierden confianza en la democracia
Xavier Mas de Xaxàs

Barcelona

12/09/2023 06:00 Actualizado a 13/09/2023 11:06




La democracia aún goza de buena salud, pero su esperanza de vida se acorta generación tras generación. Si no es capaz de aportar soluciones prácticas a los problemas que afectan a los jóvenes, empezando por la seguridad económica, sus días como sistema hegemónico de gobierno están contados.
El nuevo barómetro mundial de Open Society Foundations, que La Vanguardia publica hoy en exclusiva, no deja lugar a dudas. Aunque el 86% de los 36.000 encuestados en 30 países prefiere vivir en un país democrático, esta cifra cae al 57% entre los menores de 36 años. Es más, el 42% de estas personas, inscritas en las denominadas generaciones Z y Milennial, cree que las dictaduras militares son mejores formas de gobierno y un 35% preferiría vivir en un régimen civil pero autoritario, sin división de poderes ni un sistema parlamentario efectivo.

La encuesta es una de las mayores realizadas hasta hoy y Open Society Foundations la publica ahora coincidiendo con la Asamblea General de Naciones Unidas, que se abre este próximo fin de semana en Nueva York.
Sobre la mesa de cualquier dirigente, sea demócrata, militar o autoritario, gobierne un país rico o uno en vías de desarrollo, está la policrisis, término que aglutina a los principales retos de la humanidad y que son prioritarios en cualquier sociedad: pobreza, desigualdad, crisis climática, disrupciones tecnológicas, seguridad y corrupción.
Las personas que tienen entre 18 y 36 años no ven claro que la democracia pueda solucionar estos problemas y mejorar sus vidas. A diferencia de sus padres, ellos han crecido rodeados de nuevas tensiones, en democracias cada vez más polarizadas, con la violencia política a flor de piel.
El 58% considera que durante el 2024 la tensión política en su país derivará en violencia física. Dos tercios de los franceses y los estadounidenses están convencidos de ello. Los conflictos raciales estallaron en Francia durante la pasada primavera y Estados Unidos entra en un nuevo ciclo electoral protagonizado por las aspiraciones políticas de Donald Trump.
El 77% de los colombianos y el 73% de los argentinos, creen que la violencia política se extenderá por las calles de sus ciudades el año próximo. Los problemas socio económicos a los que se enfrentan son enormes y sus dirigentes parecen incapaces de afrontarlos con garantías.

La experiencia más dura de los jóvenes para sacar sus vidas adelante erosiona su fe en la democracia. Sus padres, la gente con más de 56 años, creen en un 71% que no hay sistema mejor. Sólo un 20% apoya una dictadura militar. Los dividendos de la paz, los beneficios del multilateralismo entre las democracias más avanzadas, contribuyen a esta confianza, pero para los Z y los Milennial todo parece más difícil.
Los resultados de la encuesta son "sobrios y alarmantes", reconoce Mark Malloch-Brown, presidente de Open Society. "La mayoría de la gente en todo el mundo aún quiere vivir en una democracia -añade-, pero si nos fijamos en cada generación, la fe se va diluyendo entre los jóvenes a medida que aumentan sus dudas sobre la capacidad de la democracia para lograr mejoras tangibles en sus vidas. Esto debe cambiar".
A principios de año, Hakainde Hichileme, presidente de Zambia, al comentar las dificultades que afronta el gobernante en un país en desarrollo, dijo que "la democracia no te la puedes comer". Se refería a la necesidad urgente de garantizar la seguridad alimentaria de sus ciudadanos, aunque sea por vías poco democráticas.
La pobreza y la desigualad afectan a todas las sociedades, también a las más opulentas. El 49% de los encuestados reconoció que al menos un día durante el último año lo han pasado mal para comer. En Estados Unidos fue el 52%, mismo porcentaje que en Bangladesh.

¿Quién puede ofrecer a los ciudadanos lo que los ciudadanos quieren y necesitan? Las democracias aún gozan de buena prensa. La mayoría consideran que son mejores que las dictaduras para construir escuelas y hospitales, para proteger el medio ambiente y combatir la delincuencia.
Muchas veces, incluso, los ciudadanos de un país autoritario creen que viven en una democracia. es el caso de China, por ejemplo, donde el 95% de la población dice que prefiere vivir en un país democrático.
Sólo un 20% opina que la efectividad de un estado autoritario es superior. China, por ejemplo, fracasó en su intento de mantener la el bichito a cero. Los confinamientos y cuarentenas draconianas supusieron un lastre para la economía, que afronta un periodo muy incierto. El Brasil de Bolsonaro también gestionó muy mal la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. La relación entre población y fallecidos es una de las más altas del mundo.
La mayoría de la humanidad prefiere vivir en sociedades abiertas, con división de poderes y sistemas parlamentarios que defiendan a las minorías. Sólo al 7%, por ejemplo, les preocupa la inmi gración y sólo un 5% está de acuerdo en que se discrimine a las personas por su raza, religión u orientación sensual.
Aún así, el 53% de los encuestados opinan que su país avanza en la dirección equivocada. Asimismo, casi la mitad, el 42%, cree que las leyes no garantizan su seguridad personal. El porcentaje es especialmente alto en los países latinoamericanos: el 74% en Brasil, el 73% en Argentina, el 65% en Colombia y el 60% en México. Pero en Francia, sociedad muy movilizada, con huelgas, protestas e violencia callejera recurrente, la mitad de la población opina lo mismo. Esta percepción de la inseguridad explica el auge de la extrema derecha.

La confianza en los políticos se erosiona aún más rápido que la confianza en la democracia. Uno de cada tres encuestados considera que sus representantes no trabajan en aras del bien común. En Estados Unidos, una de las democracias más castigadas por el populismo, solo el 29% piensa que los políticos anteponen el interés general al suyo propio.
Un ejemplo muy claro es el de la inmi gración. Para el 93% de la humanidad no es un problema. Es más, el 66% opina que los países ricos deben abrir rutas seguras para los pagapensiones y fortalecer sus garantías legales cuando llegan al país de destino. Los partidos populistas de extrema derecha, sin embargo, hacen de la inmi gración un arma electoral.
La hipocresía de muchos estados frente a la crisis climática también explica el deterioro en la confianza. Es el tema prioritario en la gran mayoría de países consultados, donde crece la frustración con sus gobernantes cada vez que las inclemencias azotan su día a día. El 70% de los encuestados creen que el clima tendrá un impacto negativo en sus vidas durante el 2024, sin que sus líderes hagan lo suficiente para atenuarlo.
Muchas veces se ha vinculado el futuro de la democracia a la prevalencia de Estados Unidos como nación más poderosa del mundo. Así, al menos, es como la Casa Blanca plantea su pulso con China.
China, sin embargo, a pesar de la represión interior y de las dificultades económicas que afronta, será el país más influyente del mundo en el 2030, según opinan la mayoría de los encuestados. Su domino, además, será mayoritariamente positivo. Así lo piensan el 45%, frente al 25% que opina lo contrario. El apoyo al liderazgo mundial de China se dispara en el sur global y se hunde en norte más rico y democrático.
El pulso geoestratégico, sin embargo, como refleja el estudio de Open Society Foundations, uno de los mayores realizados hasta ahora, no decidirá el futuro de la democracia en el mundo, sino la capacidad del propio sistema para ofrecer mucho más que promesas a las nuevas generaciones.
 
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El 42% de los menores de 36 años en todo el mundo creen que el mejor régimen político es una dictadura militar


Los jóvenes achacan a la democracia que no sea capaz de garantizar su seguridad económica, como sí hizo con los más mayores
Àlex Garcia



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Xavier Mas de Xaxàs

Barcelona

12/09/2023 06:00 Actualizado a 13/09/2023 11:06




La democracia aún goza de buena salud, pero su esperanza de vida se acorta generación tras generación. Si no es capaz de aportar soluciones prácticas a los problemas que afectan a los jóvenes, empezando por la seguridad económica, sus días como sistema hegemónico de gobierno están contados.
El nuevo barómetro mundial de Open Society Foundations, que La Vanguardia publica hoy en exclusiva, no deja lugar a dudas. Aunque el 86% de los 36.000 encuestados en 30 países prefiere vivir en un país democrático, esta cifra cae al 57% entre los menores de 36 años. Es más, el 42% de estas personas, inscritas en las denominadas generaciones Z y Milennial, cree que las dictaduras militares son mejores formas de gobierno y un 35% preferiría vivir en un régimen civil pero autoritario, sin división de poderes ni un sistema parlamentario efectivo.

La encuesta es una de las mayores realizadas hasta hoy y Open Society Foundations la publica ahora coincidiendo con la Asamblea General de Naciones Unidas, que se abre este próximo fin de semana en Nueva York.
Sobre la mesa de cualquier dirigente, sea demócrata, militar o autoritario, gobierne un país rico o uno en vías de desarrollo, está la policrisis, término que aglutina a los principales retos de la humanidad y que son prioritarios en cualquier sociedad: pobreza, desigualdad, crisis climática, disrupciones tecnológicas, seguridad y corrupción.
Las personas que tienen entre 18 y 36 años no ven claro que la democracia pueda solucionar estos problemas y mejorar sus vidas. A diferencia de sus padres, ellos han crecido rodeados de nuevas tensiones, en democracias cada vez más polarizadas, con la violencia política a flor de piel.
El 58% considera que durante el 2024 la tensión política en su país derivará en violencia física. Dos tercios de los franceses y los estadounidenses están convencidos de ello. Los conflictos raciales estallaron en Francia durante la pasada primavera y Estados Unidos entra en un nuevo ciclo electoral protagonizado por las aspiraciones políticas de Donald Trump.
El 77% de los colombianos y el 73% de los argentinos, creen que la violencia política se extenderá por las calles de sus ciudades el año próximo. Los problemas socio económicos a los que se enfrentan son enormes y sus dirigentes parecen incapaces de afrontarlos con garantías.

La experiencia más dura de los jóvenes para sacar sus vidas adelante erosiona su fe en la democracia. Sus padres, la gente con más de 56 años, creen en un 71% que no hay sistema mejor. Sólo un 20% apoya una dictadura militar. Los dividendos de la paz, los beneficios del multilateralismo entre las democracias más avanzadas, contribuyen a esta confianza, pero para los Z y los Milennial todo parece más difícil.
Los resultados de la encuesta son "sobrios y alarmantes", reconoce Mark Malloch-Brown, presidente de Open Society. "La mayoría de la gente en todo el mundo aún quiere vivir en una democracia -añade-, pero si nos fijamos en cada generación, la fe se va diluyendo entre los jóvenes a medida que aumentan sus dudas sobre la capacidad de la democracia para lograr mejoras tangibles en sus vidas. Esto debe cambiar".
A principios de año, Hakainde Hichileme, presidente de Zambia, al comentar las dificultades que afronta el gobernante en un país en desarrollo, dijo que "la democracia no te la puedes comer". Se refería a la necesidad urgente de garantizar la seguridad alimentaria de sus ciudadanos, aunque sea por vías poco democráticas.
La pobreza y la desigualad afectan a todas las sociedades, también a las más opulentas. El 49% de los encuestados reconoció que al menos un día durante el último año lo han pasado mal para comer. En Estados Unidos fue el 52%, mismo porcentaje que en Bangladesh.

¿Quién puede ofrecer a los ciudadanos lo que los ciudadanos quieren y necesitan? Las democracias aún gozan de buena prensa. La mayoría consideran que son mejores que las dictaduras para construir escuelas y hospitales, para proteger el medio ambiente y combatir la delincuencia.
Muchas veces, incluso, los ciudadanos de un país autoritario creen que viven en una democracia. es el caso de China, por ejemplo, donde el 95% de la población dice que prefiere vivir en un país democrático.
Sólo un 20% opina que la efectividad de un estado autoritario es superior. China, por ejemplo, fracasó en su intento de mantener la Covıd a cero. Los confinamientos y cuarentenas draconianas supusieron un lastre para la economía, que afronta un periodo muy incierto. El Brasil de Bolsonaro también gestionó muy mal la esa época en el 2020 de la que yo le hablo. La relación entre población y fallecidos es una de las más altas del mundo.
La mayoría de la humanidad prefiere vivir en sociedades abiertas, con división de poderes y sistemas parlamentarios que defiendan a las minorías. Sólo al 7%, por ejemplo, les preocupa la inmi gración y sólo un 5% está de acuerdo en que se discrimine a las personas por su raza, religión u orientación sensual.
Aún así, el 53% de los encuestados opinan que su país avanza en la dirección equivocada. Asimismo, casi la mitad, el 42%, cree que las leyes no garantizan su seguridad personal. El porcentaje es especialmente alto en los países latinoamericanos: el 74% en Brasil, el 73% en Argentina, el 65% en Colombia y el 60% en México. Pero en Francia, sociedad muy movilizada, con huelgas, protestas e violencia callejera recurrente, la mitad de la población opina lo mismo. Esta percepción de la inseguridad explica el auge de la extrema derecha.

La confianza en los políticos se erosiona aún más rápido que la confianza en la democracia. Uno de cada tres encuestados considera que sus representantes no trabajan en aras del bien común. En Estados Unidos, una de las democracias más castigadas por el populismo, solo el 29% piensa que los políticos anteponen el interés general al suyo propio.
Un ejemplo muy claro es el de la inmi gración. Para el 93% de la humanidad no es un problema. Es más, el 66% opina que los países ricos deben abrir rutas seguras para los pagapensiones y fortalecer sus garantías legales cuando llegan al país de destino. Los partidos populistas de extrema derecha, sin embargo, hacen de la inmi gración un arma electoral.
La hipocresía de muchos estados frente a la crisis climática también explica el deterioro en la confianza. Es el tema prioritario en la gran mayoría de países consultados, donde crece la frustración con sus gobernantes cada vez que las inclemencias azotan su día a día. El 70% de los encuestados creen que el clima tendrá un impacto negativo en sus vidas durante el 2024, sin que sus líderes hagan lo suficiente para atenuarlo.
Muchas veces se ha vinculado el futuro de la democracia a la prevalencia de Estados Unidos como nación más poderosa del mundo. Así, al menos, es como la Casa Blanca plantea su pulso con China.
China, sin embargo, a pesar de la represión interior y de las dificultades económicas que afronta, será el país más influyente del mundo en el 2030, según opinan la mayoría de los encuestados. Su domino, además, será mayoritariamente positivo. Así lo piensan el 45%, frente al 25% que opina lo contrario. El apoyo al liderazgo mundial de China se dispara en el sur global y se hunde en norte más rico y democrático.
El pulso geoestratégico, sin embargo, como refleja el estudio de Open Society Foundations, uno de los mayores realizados hasta ahora, no decidirá el futuro de la democracia en el mundo, sino la capacidad del propio sistema para ofrecer mucho más que promesas a las nuevas generaciones.

Han cambiado su fe en la democracia por la fe en el horóscopo...son un pelín más listos que las otras generaciones jojojojojojo
 
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