Eso ya lo sabíamos. Fue una afortunada combinación de factores porque las voces de las cantantes se acoplaban magníficamente y los compositores trabajaron siempre manteniendo el más alto nivel: y en que todo se fue a la cosa se retiraron con dignidad, y allí comenzó la segunda parte de la leyenda.
También es cierto que en aquellos años todavía se mantenía un respeto por la buena música de masas, que no por tener una enormidad de destinatarios renunciaba a la calidad.
Fue el momento en que los negratas abandonaron el buen blues y el buen yas para irse a hacer el mongólico con el rap y otras aberraciones propias de primates cuando la música blanca comenzó a degenerar, contagiada de la misma enfermedad.