"Me acabé graduando en la Universidad de Coventry. Mis profesores y mentores me animaron a formarme como profesora de secundaria de idiomas, ya que el país comenzaba a sufrir los efectos de la falta de personal docente y había ciertos incentivos. Así es como acabé haciendo un PGCE por la Universidad de Birmingham (un post-graduado en educación, ruta preferente para la docencia en este país). Al cabo de 2 meses en el curso, me di cuenta de que la sociedad británica no era tan tolerante como la pintaban en realidad. Los niños no paraban de llamarse niggers, pakis y «polacos de cosa» los unos a los otros. ¿De dónde aprendían todo ese repruebo? Desde luego no es lo que fomentábamos los profesores. «Mi padre dice que tu padre roba ayudas sociales y que vinisteis aquí para robarnos trabajo y vivienda social, vete a tu puñetero país». Esto era algo que solía tener que corregir todos los días. Tampoco ayudaba que mi asignatura fuese casi imposible de impartir correctamente: enseñaba español y francés, pero incluso los alumnos de 16 años no sabían lo que era un verbo, o un sujeto, un artículo o un pronombre. Si les cambiabas una palabra de una frase, ya estaban perdidos. Debido a las políticas de un señor llamado Michael Gove, no me estaba permitido disciplinar a los alumnos; mi trabajo consistía en 6 horas de enseñanza y 10 de burocracia cada día. Sí, trabajaba 16 horas al día. Los estudiantes estaban acostumbrados a ser espectadores de lecciones interactivas con disponibilidad de recursos tecnológicos ilimitados. Eran muy pasivos, no había curiosidad, no había entusiasmo. Sólo tenían entusiasmo por una pantalla táctil. Los padres no confiaban en los profesores, especialmente, no en una profesora extranjera como yo.
Las políticas de Michael Gove se iban implementando, el currículum escolar se parecía cada vez más al de un colegio especial para disminuidos psíquicos en España: geométrica y cálculo básico a los 15 años; las ciencias sociales como la economía, filosofía, ética, y nociones básicas de política brillaban por su ausencia. Era casi como si estuviesen intentando aborregar a la población. ¿Sabéis cómo sabía el currículo de estas asignaturas? Porque no pasó mucho tiempo desde que cada escuela pública en la zona se convirtiera en academia (financiada por empresas privadas) y éstas decidiesen cuánto pagar a cada profesor. Como he dicho, la jornada laboral de un profesor en este país es de alrededor de 70 horas semanales, y con lo que estas empresas pagaban, han perdido a la mayoría de profesores jóvenes en los primeros 5 años de implementar estas medidas políticas. Fue entonces cuando comencé a trabajar para cuatro instituciones escolares distintas a nivel de primaria, secundaria y educación para adultos, cubriendo asignaturas que no me habría atrevido a afrontar en un examen siendo adolescente. Por suerte, el nivel era tan bajo que fui capaz de hacerlo. Sin embargo, me empecé a sentir cada vez más y más frustrada con el sistema educativo y me preocupada la dirección que estaba tomando este país."
Esto yo años diciéndolo sobre el sistema educativo inglés que tantos alabáis. Y en los países nórdicos están igual. El P$O€ lo intentó con su LOGSE y 20 años después ha derroído la mitad del sistema educativo pero algunos profesores (cada vez menos) no nos rendimos.