*Tema mítico* : Empieza calentito el NUEVO NEGOCIOS de El Pais

Caduki

Madmaxista
Desde
10 Nov 2006
Mensajes
4.008
Reputación
3.861
Lugar
Old Wyk
¿Nos lee Paul Krugman?:

El mundo finito · ELPAÍS.com

El barril de petróleo vuelve a estar por encima de los 90 dólares. El cobre y el algodón han alcanzado máximos históricos y, en general, los precios de las materias primas mundiales han aumentado un 25% en los últimos seis meses.


La subida de precios no guarda relación con la política monetaria de EE UU, no se trata de nosotros
Entonces, ¿qué significa este repentino aumento? ¿Se ha desbocado la especulación? ¿Es consecuencia de la creación excesiva de dinero o es el anuncio de una inflación desenfrenada a la vuelta de la esquina? No y no.

Lo que nos están diciendo los mercados de materias primas es que vivimos en un mundo finito, en el que el rápido crecimiento de las economías emergentes está ejerciendo presión sobre las limitadas reservas de materias primas, lo que hace aumentar sus precios. Y EE UU, en buena medida, no es más que un espectador en esta historia.

Algunos antecedentes: la última vez que los precios del petróleo y de otras materias primas estuvieron tan altos, hace dos años y medio, muchos analistas atribuyeron el repunte de los precios a una anomalía causada por los especuladores. Y la caída en picado de los precios de las materias primas en la segunda mitad de 2008 pareció darles la razón.

Pero ese desplome de los precios coincidió con una grave recesión mundial que condujo a un drástico descenso de la demanda de materias primas. La prueba más importante llegaría cuando se recuperara la economía mundial. ¿Volverían las materias primas a ser caras otra vez?

Bien, en EE UU sigue pareciendo que estamos en una recesión. Pero, gracias al crecimiento en los países en desarrollo, la producción industrial mundial ha superado recientemente su pico anterior y, en efecto, los precios de las materias primas están aumentando nuevamente. Esto no significa necesariamente que la especulación no haya desempeñado algún papel en 2007 y 2008. Tampoco deberíamos descartar la idea de que la especulación esté desempeñando algún papel en los precios actuales; por ejemplo, ¿quién es el misterioso inversor que ha comprado la mayor parte de las reservas de cobre mundiales? Pero el hecho de que la recuperación económica mundial también haya provocado la recuperación de los precios de las materias primas indica claramente que las recientes fluctuaciones de los precios reflejan principalmente unos factores fundamentales.

¿Qué pasaría si los precios de las materias primas fueran un presagio de la inflación? Muchos analistas de la derecha han estado vaticinando durante años que la Reserva Federal, al imprimir una gran cantidad de dinero -realmente no está haciendo eso, pero se le acusa de hacerlo-, nos está llevando a una grave inflación. La estanflación se aproxima, declaraba el congresista Paul Ryan en febrero de 2009; Glenn Beck lleva avisando de una hiperinflación inminente desde 2008.

Sin embrago, la inflación se ha mantenido baja. ¿Qué puede hacer alguien a quien le preocupa la inflación? Una de las respuestas ha sido la proliferación de teorías de la conspiración y de afirmaciones de que el Gobierno está ocultando la verdad sobre el aumento de los precios. Pero últimamente muchas personas de la derecha han visto en el aumento de los precios de las materias primas la prueba de que siempre tuvieron razón y una señal de que una elevada inflación generalizada se encuentra a la vuelta de la esquina.

Uno tiene que preguntarse qué pensaba esa gente hace dos años, cuando los precios de las materias primas estaban desplomándose. Si el aumento del precio de las materias primas de los últimos seis meses anuncia una inflación desbocada, ¿por qué el descenso del 50% en la segunda mitad de 2008 no anunció una deflación desbocada?

Sin embargo, contradicciones aparte, el problema más importante de aquellos que culpan a la Reserva Federal del aumento de los precios de las materias primas es que están sufriendo delirios de grandeza económica estadounidense, ya que los precios de las materias primas se establecen a escala mundial y lo que haga EE UU no es un factor importante.

Concretamente, hoy día, como en 2007 y 2008, la principal fuerza impulsora que se halla detrás del aumento de los precios de las materias primas no es la demanda de EE UU, sino la demanda de China y de otras economías incipientes. A medida que un mayor número de personas de los países que antes eran pobres van incorporándose a la clase media mundial, están empezando a conducir coches y a comer carne, ejerciendo una creciente presión sobre las reservas mundiales de petróleo y de alimentos.

Y esas reservas no están siguiendo el ritmo. La producción de petróleo convencional lleva cuatro años sin cambios; en ese sentido, por lo menos, el petróleo ha tocado techo. Cierto es que las fuentes alternativas, como el petróleo de las arenas bituminosas de Canadá, han seguido creciendo. Pero el coste de estas fuentes alternativas es relativamente elevado, tanto desde el punto de vista monetario como desde el ecológico.

Asimismo, a lo largo del pasado año, el clima severo -especialmente el fuerte calor y la fuerte sequía en algunas regiones agrícolas importantes- desempeñó un papel importante en el aumento del precio de los alimentos. Y, sí, todo lleva a pensar que el cambio climático está haciendo que esos acontecimientos climáticos sean más habituales.

Por tanto, ¿cuáles son las consecuencias del reciente aumento de los precios de las materias primas? Es, como he dicho, una señal de que vivimos en un mundo finito, un mundo en el que las limitaciones de los recursos son cada vez más constrictivas. Esto no supondrá el final del crecimiento económico, y mucho menos un descenso hacia un hundimiento al estilo Mad Max. Exigirá que cambiemos gradualmente la forma en que vivimos, adaptando nuestra economía y nuestro estilo de vida a la realidad de unos recursos más caros.

Pero eso es para el futuro. En estos momentos, el incremento de los precios de las materias primas es básicamente consecuencia de la recuperación mundial. No guarda ninguna relación, se mire como se mire, con la política monetaria estadounidense, ya que esta es una historia mundial; en un nivel fundamental, no se trata de nosotros. -
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
Fallaron los supervisores · ELPAÍS.com

EDITORIAL editorial
Fallaron los supervisores
13/03/2011


De los múltiples diagnósticos de esta crisis financiera, los fallos de mercado, las malas prácticas de evaluación y gestión de riesgos de los operadores y las insuficiencias de los supervisores han sido repetidamente destacadas. En EE UU, algunos de los responsables privados y públicos han admitido esos errores, aunque muy pocos han pagado por ellos. En Europa, las autocríticas de los supervisores bancarios han sido mucho menos frecuentes, a pesar de que la información disponible y la capacidad de influencia sobre sus supervisados era igual que al otro lado del Atlántico. Casi cuatro años después de la explosión de aquella crisis en el mercado de hipotecas de alto riesgo estadounidenses resulta que son los bancos europeos los que tienen más dificultades para cumplir con las tareas de intermediación financiera para las que fueron autorizadas. El caso español es uno de los que con más crudeza ejemplifican esa dificultad.

La noticia en otros webs

webs en español
en otros idiomas
Al inicio de la crisis se mencionaba, con razón, la solvencia de los bancos y cajas de ahorros españoles, basada fundamentalmente en el celo que el Banco de España había ejercido en sus tareas como supervisor. El escarmiento derivado de las crisis bancarias sufridas en el pasado parecía haber actuado como banderilla aparente contra el contagio estadounidense. No fue así. Ninguno de los gobernadores de esa institución durante el largo periodo de acumulación de activos inmobiliarios fue suficientemente diligente para actuar frenando la concentración a todas luces excesiva en ese tipo de activos peligrosos para la solvencia de las entidades. Los Gobiernos responsables en esa larga década expansiva, en especial los gestores durante las dos legislaturas del PP que convirtieron la burbuja inmobiliaria en motor de crecimiento, minimizaron igualmente el alcance de esa creciente exposición, a pesar de la frecuencia con que fueron advertidos de la urgencia en cambiar el patrón de crecimiento, demasiado especializado en construcción residencial y actividad inmobiliaria. La contribución de este sector en el valor añadido bruto de la economía y en el empleo duplicaba la correspondiente en la anterior crisis inmobiliaria, 12 años antes, y el promedio de las economías de nuestro entorno.

El Banco de España podría haber limitado la proactividad crediticia en la inversión inmobiliaria. Tanto con decisiones regulatorias como de inspección, podría haberse evitado que los activos de naturaleza inmobiliaria alcanzaran ese 50% de los activos totales del sistema bancario que significaban al inicio de la crisis. El Banco de España tenía autoridad para intervenir activamente, entre 1999 y 2007, contra la burbuja en marcha. Por ejemplo, aumentando la relación entre garantías y valores en los préstamos o supervisando estrictamente la acción de las tasadoras. Pero no lo hizo, quizá para no enfrentarse a Gobiernos que sostenían políticas económicas erróneas o porque confiaba en una moderación paulatina de la producción y los precios del ladrillo. Para los ciudadanos resulta inquietante esta debilidad política manifiesta en una institución con una sólida imagen de independencia. Sería bueno que el Banco de España revisara críticamente su cometido en una crisis que sigue teniendo en la paralización del sistema bancario el principal obstáculo para la recuperación del crecimiento económico y del empleo.
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
El día que el Banco de España se doblegó · ELPAÍS.com



REPORTAJE: primer plano
El día que el Banco de España se doblegó
El supervisor cedió a la presión política y no actuó para frenar la catástrofe inmobiliaria
ÍÑIGO DE BARRÓN 13/03/2011


Nunca como ahora el futuro de la economía española ha estado tan pendiente de las cajas de ahorros. La agencia Moody's, rebajó el jueves un escalón la calificación de la deuda española por las necesidades de capitalización y provisiones de la banca tras sus enormes inversiones en el sector inmobiliario; el viernes, los líderes de la zona del euro debatieron en Bruselas sobre las nuevas medidas económicas con la que dejar atrás la crisis. Una de las más importantes es reforzar el fondo de rescate para los países con problemas de deuda. España está en el ojo del huracán por la posibilidad de que tenga que ser rescatada. La prueba es que la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, ha advertido que es "extremadamente urgente y necesario" recapitalizar las entidades para despejar las "dudas" de los mercados.



El sector financiero ha pasado, en tres años, de ejemplar a maldito

Rato, en 2003, y Solbes, en 2007, descartaron los riesgos de la burbuja

La mala salud de la banca eleva el riesgo de que se intervenga España

Se debía haber gravado el crédito al suelo y controlar más las tasadoras

"Es imposible que un gobernador sea ajeno al Gobierno que le nombra"

Caruana advirtió de las deficiencias de las cajas y del exceso de crédito


Cajas y bancos tienen unos 150.000 millones en activos potencialmente problemáticos en el ladrillo, es decir, cerca del 15% del PIB, incluidos los inmuebles adjudicados y los créditos por más de 65.000 millones, de los que cerca de la mitad están en suelo. Las dudas sobre la salud del sector financiero han puesto a España contra las cuerdas en los mercados internacionales, pese a que su deuda pública es muy inferior a la de Alemania o Francia. El miedo de los inversores -y del Ejecutivo- es que, como en Irlanda, el sector financiero arrastre al Estado.

Aunque la comparación con Irlanda sea exagerada, los inversores tienen razones para desconfiar de la salud del sector financiero. Eso ha obligado al Gobierno a exigir a los bancos y cajas de ahorros una transparencia sin precedentes y a elevar los requisitos de solvencia para recuperar la credibilidad. Doce entidades, sobre todo cajas, necesitan 15.152 millones de capital adicional para evitar ser nacionalizadas.

Ante esa situación, ¿qué parte de la culpa es del Banco de España? La institución se ha llevado muchos elogios por ser la única que implantó provisiones anticíclicas, pero resulta que la mitad del sistema financiero está tocado y todo él tiene un problema sistémico con el ladrillo. Se ha presumido mucho de su supervisión cercana a las entidades, con inspectores dentro de ellas, pero ni siquiera eso ha servido para frenar el riesgo inmobiliario.

La primera cuestión es saber si el supervisor advirtió a tiempo de la bomba de ladrillo que se le venía encima. No hay duda: el Banco de España lo vio. Es más, lo advirtió: "La magnitud de la sobrevaloración podría llegar al 20%". La afirmación puede ser leída en cualquier artículo de estos días. Pero no. Se trata de una conclusión publicada en septiembre de 2003 por el Boletín Económico del Banco de España y recogida en primera página de algunos medios. La tajante afirmación causó incluso sorpresa al propio ministro de Economía, por entonces Rodrigo Rato, quien pidió explicaciones a su gobernador, Jaime Caruana. Este contactó con Fernando Restoy, uno de los autores del artículo, entonces peso pesado del Servicio de Estudios y hoy vicepresidente de la CNMV. Restoy le explicó que el análisis se apoyaba en gran número de datos macroeconómicos y estimaciones habituales, por lo que el análisis estaba matizado y no era la primera vez (ni fue la última) que se llegaba a esta conclusión. Semanas más tarde, Rato zanjó la polémica: "No creo que estemos ante una situación de burbuja. Los propios datos del Banco de España fijan un exceso de precios de la vivienda, pero que no se pueden entender como una burbuja como la que vivimos con los valores tecnológicos en 2000", señaló el ministro de Economía tras una reunión del Ecofin. Días después, Emilio Botín, presidente del Banco Santander, reafirmó al ministro: "No hay burbuja, y en este sentido el informe del Banco de España, que yo he leído a fondo, no ha sido bien interpretado".

- Poder político contra poder financiero

El suceso refleja la difícil relación que existía entre el Gobierno y el gobernador, entre el poder político y el poder financiero, una de las claves para entender por qué desde el Banco de España se anticipó pero no se frenó la burbuja inmobiliaria ni se abordó la recapitalización de las cajas hasta que llegó el plácet de La Moncloa. No hay que olvidar que un pinchazo de la burbuja hubiera supuesto un frenazo de la economía, y eso no hay ministro (se llame Rodrigo Rato o Pedro Solbes) ni Gobierno (sea del PP o del PSOE) que lo desee. Todo esto sucedió pese a que los gestores del Banco de España gozan de una Ley de Autonomía que, al menos teóricamente, les protege frente al poder político.

Jaime Caruana (Valencia, 1952), responsable de la institución entre 2000 y 2006, y Miguel Fernández Ordóñez (Madrid, 1945), desde junio de 2006 hasta ahora, fueron supervisores y controladores del sistema financiero durante la burbuja inmobiliaria y la posterior crisis de las cajas. Su privilegiada situación les convirtió en actores clave ante el engorde y la caída de la economía, pero ¿midieron los riesgos reales de la economía y del sistema financiero? ¿Atajaron las desviaciones? ¿Qué medidas podían haber tomado? Y si no intervinieron, ¿fue porque las medidas necesarias quedaban fuera de sus competencias o porque no se rebelaron frente a los Gobiernos que les habían nombrado?

"Los gobernadores, sobre todo después de Mariano Rubio, son independientes del poder político hasta cierto punto. Es un puesto al que no se llega por oposición", bromea un ex directivo del Banco de España, y apunta: "Es imposible ser ajeno al Gobierno de turno, y más cuando la banca se convierte en un lobby tan poderoso como el actual, que tiene interlocución directa en La Moncloa". Esta fuente también recuerda que existen limitaciones legales: "Algunas actuaciones del supervisor deben ser aprobadas por el Ministerio de Economía".

- Manos libres a los banqueros

Entre 1994 y 2008, la economía española vivió la mayor época de bonanza conocida. Tras la crisis posterior a los Juegos Olímpicos de Barcelona y la Exposición Universal de Sevilla, España se recuperó con fuerza gracias, en parte, a la continua bajada de impuestos, sobre todo desde la llegada de Jose María Aznar al poder, en 1996. Este impulso se acrecentó con la llegada de la moneda única en enero de 2000 y con la bajada de los tipos de interés, inferiores a la inflación (es decir, negativos), que son una invitación a pedir créditos. El año 1999 el PIB español creció un 5,8%. El paro descendió desde el 22% de 1996 hasta el 12% en 2003. Esta economía desbocada vio cómo, en 2001, la Reserva Federal de EE UU hundía más sus tipos de interés e inyectaba enormes cantidades de liquidez tras el atentado del 11-S para evitar la depresión. La minicrisis de las puntocom, en 2000, y la de las divisas de Latinoamérica, en 2002, se curaron con la droja de la abundancia de dinero, tanto en euros como en dólares. El BCE, al que el Banco de España había cedido la política monetaria y con ella gran parte de su poder tras el nacimiento de la moneda única, mantuvo bajos los tipos de interés para favorecer la recuperación de Alemania, entre otros.

En Nueva York, Londres y Bruselas los banqueros centrales empezaron a hablar de desregulación financiera, es decir, de quitar normas a la banca y dejarle campo abierto. El acuerdo de Basilea II se presentaba como el paradigma donde cada entidad ajustaría el capital según su propia estimación del riesgo asumido. Algunos economistas hablaban de que los ciclos económicos habían terminado tal y como se habían conocido hasta entonces. Parecía que había llegado el mundo feliz, una situación que es justo la opuesta a la actual.

Pero las entidades tenían que darle una vuelta al negocio porque los tipos de interés bajos no permitían obtener rentabilidades altas. Los banqueros encontraron la solución por tres caminos: los productos complejos y tramposos, luego llamados vehículos o hipotecas basura, (que no se hicieron en España); el crecimiento desmesurado en oficinas y balances, con lo que multiplicaron el volumen de negocio gracias al ladrillo, y, en tercer lugar, las grandes inversiones en participaciones industriales, que parecían un maná de infinita rentabilidad en Bolsa. Las cajas de ahorros iniciaron su camino en la banca de empresas, pero, como recuerda José María Martínez, máximo responsable de banca en Comisiones Obreras (CCOO), "fue la puerta de entrada al mundo de las promotoras y las constructoras más que a otro tipo de actividades empresariales. Su peor decisión".

El sector inmobiliario encajó como anillo al dedo de un sector financiero deseoso de crecer a toda costa. Fue su colaboración en la creación de un gigante con pies de ladrillo: el suelo se revalorizó un 500% entre 1997 y 2007.

En 1999 Caruana fue nombrado director general de Supervisión del Banco de España, tras ocupar la Dirección General del Tesoro bajo el mandato de Aznar y Rato. En el verano de 2000, cuando ocupó la butaca de gobernador, sabía que la economía venía recalentada desde 1995. En su primer discurso ante las cajas de ahorros, el 18 de abril de 2001, advirtió de los riegos del sector e hizo cuatro peticiones: que no abusaran de la inversión industrial "porque puede ser extraña a la naturaleza y objetivos de estas entidades"; que redujeran la emisión de acciones preferentes (que hoy están recomprando a bajos precios y que fue la fuente inagotable de liquidez); que controlasen la expansión del crédito y que profesionalizasen los consejos de administración. En la misma sesión, Cristóbal Montoro, entonces ministro de Hacienda, abogó por la reducción del peso político en el sector.

Caruana describió con precisión el camino que ha llevado al despeñadero a buena parte del sector, algunos bancos incluidos. Las cajas no compartieron el diagnóstico del gobernador y la reacción fue enérgica. Desde entonces se abrió un enfrentamiento, más o menos soterrado, que no se ha cerrado hasta la reciente llegada de Isidro Fainé a la presidencia de la CECA. Han pasado diez años desde el discurso de Caruana, y las cajas siguen teniendo buena parte de aquellos problemas. Es decir, ni Caruana los corrigió ni Ordóñez ha actuado después hasta que ha sido urgente porque el sector ha entrado en la UVI.

- "Es necesario frenar el crédito"

Dos años después de aquel discurso, el 21 de junio de 2003, con los créditos hipotecarios aumentando a tasas del 20%, Caruana pidió a bancos y cajas que pisaran el freno. "El aumento real del coste de la vivienda podría haber sobrepasado los niveles coherentes. Es necesario una reconducción y paulatina moderación de la financiación crediticia a las familias y sociedades directamente involucradas en el negocio inmobiliario, lo que impediría que el precio de la vivienda acabara alejándose excesivamente de su valor de equilibrio y reduciría la probabilidad de que terminasen produciéndose ajustes más bruscos", es decir, el pinchazo de la burbuja.

No le hicieron mucho caso: La Caixa incrementó el crédito hipotecario un 23,4%; el BBVA, un 17%; el Banco Popular, un 43,8%; Caja Madrid, un 24,9% y el Santander, un 14,9%. Los gestores bancarios tampoco supieron reaccionar ante el espejismo de beneficios fáciles e infinitos. Aunque con diferencias entre unos y otros, todos han quedado marcados con una lección que no van a olvidar. "¿Nosotros culpables de la burbuja?", se pregunta un alto ejecutivo en activo. "Sin duda nos corresponde una parte de la factura. Incluso algunos servicios de estudios de bancos y cajas también lo anticiparon, pero lo fácil es verlo ahora. Entonces, la competencia entre entidades era tremenda, nadie podía dejar de crecer o te pasaban en el ranking".

Jaime Terceiro, expresidente de Caja Madrid, lo anticipó en 2003: "la utilización de patrimonios ocultos antes de la llegada del euro y el aumento de la demanda, configuran un proceso de formación de una posible burbuja". Santiago Carbó, asesor de la Reserva Federal de Chicago, comenta una de las grandes lecciones de la crisis: "Romper el paso y salirse de la manada puede llegar a ser clave cuando la lógica te alerta de que algo no va bien. Aquí hubo avisos, pero...".

El ladrillo se convirtió en rifirrafe político. En 2003 Zapatero inició los ataques al Partido Popular por este asunto: "Ha sido la política del PP la que ha creado la burbuja". El argumento se escuchó más veces en el Parlamento. En 2004, cuando dio la vuelta la tortilla y llegó Pedro Solbes a Economía, su reacción fue otra. Incluso, en mayo de 2007, en la antesala del estallido, cuando las acciones de las constructoras se hundían en Bolsa, declaró Solbes: "Yo no veo afectado para nada el sector de la construcción, sólo una ligera desaceleración que permite ajustarse a una realidad que, lógicamente, exigirá una demanda inferior a la actual", sentenció. "Por supuesto que es un tema que hay que seguir, pero yo no le daría mayor importancia", apostilló. Sin duda estarían en su cabeza las siguientes elecciones, que se celebrarían un año más tarde.

¿Se encendieron las luces rojas ante lo que estaba pasando?

Sin duda. "Durante la época de la burbuja se produjeron dos claras señales de alarma: el incremento del endeudamiento de las entidades en relación con el volumen de depósitos y la concentración del negocio inmobiliario. En cuanto a la primera cuestión, en 1998 el volumen de créditos del sector financiero era igual a los depósitos. Ocho años después, en 2006, los créditos eran un 50% más que los depósitos. En cuanto a los préstamos a promotores, pasaron de representar el 12% del PIB en 2000 al 29% en 2005", apunta Luis Garicano, profesor de la London School of Economics.

Juan José Toribio, profesor emérito de Economía del IESE, añade un aspecto clave: "El endeudamiento se hizo con ahorro que venía del exterior, un factor que ahora ha añadido una vulnerabilidad enorme a la economía española. Esto nunca había sucedido antes. España tuvo el déficit de la balanza de pagos más alto del mundo después de Islandia y tenía que haber sido un grave motivo de preocupación".

¿Cómo podía haber pinchado la burbuja?

José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, recuerda que el Banco de España fue el único del mundo que creó las provisiones anticrisis, un colchón de 40.000 millones que las entidades crearon mientras crecía el crédito para cuando llegaran las vacas flacas. Además, comenta, impidió que la gran banca diseñara los productos opacos, cuyo riesgo no quedaba en el balance, pese a las insistentes peticiones de algunos jugadores que veían cómo sus competidores anglosajones hacían tanto dinero con estos activos, que después les hundieron. Quizá por eso, el sistema financiero que dejó Caruana era más sólido que el de EE UU, Reino Unido y Alemania.

"De no haber tomado esas medidas, nuestro destino sería parecido al de Irlanda. No obstante, el supervisor tenía que haber sido consciente de que no debía permitir que se dieran préstamos por un importe superior al 80% del valor de tasación. También podía haber limitado el crédito a los promotores, donde la banca se quedaba con todo el riesgo", apunta Díez. Garicano añade otra posible actuación: "Se debía haber reformado la legislación sobre las tasadoras para evitar que fueran propiedad de las entidades financieras. De esta manera, sus valoraciones hubieran sido más ajustadas a los precios de mercado".

Desde fuera de España también se cree que se podía haber hecho más. Nicolas Veron, analista del think tank Bruegel, de Bruselas, comenta que el Banco de España "aprobó una alta concentración de riesgo inmobiliario en algunos bancos. Si tuviera que hacerlo otra vez, con la perspectiva de la crisis, sería más restrictivo". Vicente Cuñat, de la London School of Economics, matiza: "Con la perspectiva que nos da conocer lo que sucedió después, seguro que se podría haber mejorado la actuación del Banco de España tanto a nivel macroecnómico como de regulación prudencial; pero es difícil saber cual habría sido la política más razonable con la información que se tenía en ese momento".

A toro pasado, algunos directivos que estuvieron en el Banco de España admiten que podían y debían haber ido más lejos. Pero recuerdan que la implantación de los colchones anticíclicos fue una dura batalla. "Supuso un agrio enfrentamiento con el sector y un desgaste para la institución. La banca decía que le perjudicábamos frente a sus competidores internacionales en su cotización porque las provisiones restaban beneficios. Tal vez esto nos tranquilizó la conciencia porque pensamos que sería suficiente si el mercado inmobiliario se caía", comentan estas fuentes, que piden el anonimato. Un analista, que pide el anonimato, dice que la provisiones anticrisis tras la crisis que llegó "fue como poner un casco a un piloto de fórmula 1".

Desmond Lachman, economista del neoconservador American Enterprise Institute, cree que el supervisor español, así como el BCE, debían haber hecho más por evitar el calentamiento económico. Por ejemplo, cita "incrementar los requisitos de capital y las disposiciones reglamentarias, que deberían haber sido agresivas para frenar el crecimiento del crédito y la dependencia del ahorro exterior".

Paul De Grove, experto en bancos centrales de la Universidad de Lovaina, considera que el Banco de España y el BCE "podrían haber hecho más para detener la burbuja. El supervisor utilizó las provisiones anticíclicas, pero no fueron suficientes. También podría haber elevado los requisitos mínimos de capital, en cooperación con el BCE.

William McChesney, presidente de la Reserva Federal entre 1951 y 1970, dijo la famosa frase: "Un buen banquero central es aquel que retira el ponche cuando la fiesta se anima". Otros economistas, como Daniel Gros, del think tank de Bruselas, CEPS, prefieren otra sentencia: "Es mejor recoger los desperdicios de la burbuja cuando estalla que pincharla cuando crece". La explicación es que tras las burbujas, el nivel de la economía es más elevado que cuando se inició. Las autoridades españolas se apuntaron a esta segunda opción.

- Advertencias sin actuación

¿Para un gobernador es suficiente advertir de los problemas y no atajarlos? José Carlos Díez, de Intermoney, cree que no. "El gobernador no es un analista de mercado. Si avisa de un problema de endeudamiento excesivo de empresas y familias y no se soluciona, tiene que actuar en consecuencia", apunta. No obstante, añade: "Ninguno de nosotros predijo la magnitud de esta crisis, que ha tenido un efecto mucho mayor del que cualquier pudiera haber imaginado".

Uno de los análisis más premonitorios lo hizo la Asociación de Inspectores del Banco de España en mayo de 2006. Después de duros enfrentamientos por reivindicaciones laborales, enviaron una carta al ministro Solbes donde criticaban a Caruana: "Ante el riesgo inmobiliario acumulado en las entidades, los órganos rectores del Banco de España han tenido una actitud pasiva. Hay motivos suficientes para la preocupación, especialmente si se tiene en cuenta el legado de los seis años de mandato del señor don Jaime Caruana".

En palabras de la asociación, "la pasiva actitud adoptada por los órganos rectores del Banco de España, con su gobernador a la cabeza, ante el insostenible crecimiento del crédito bancario en España durante los años de mandato del señor Caruana" era una de las "causas más evidentes" de los desequilibrios de la economía. "Los inspectores del Banco de España no compartimos la complaciente actitud del gobernador ante la creciente acumulación de riesgos en el sistema bancario derivados de la anómala evolución del mercado inmobiliario nacional desde 2000", añadían. No obstante, no creían que la sangre llegara al río: "La gran mayoría de las entidades españolas están bien capitalizadas y su solvencia no es previsible que se vea comprometida aun en los escenarios más desfavorables". En su opinión, "el desmedido crecimiento del crédito bancario" fue "una de las causas principales de la extraordinaria subida del precio de los inmuebles" y reprocharon al gobernador "la falta de determinación" para exigir "rigor" a las entidades financieras "en la asunción de riesgos".

- El FMI advierte tarde

En su último informe, a finales de 2010, el Fondo Monetario Internacional (FMI) concluye que España ha tenido la mayor burbuja inmobiliaria del mundo desarrollado. Pero, como recuerdan ejecutivos del Banco de España, no es lo que anticipó este organismo en mayo de 2006. Bajo el mandato de Rato, el FMI dedicó más de un año a estudiar la economía y el sistema financiero español. Advirtió del riesgo de una caída de los precios de las viviendas en España del 30% en cinco años en términos reales, pero concluyó: "En conjunto, los resultados indicaron que el sistema bancario estaría en condiciones de absorber las pérdidas asociadas con los shocks de referencia sin malestar sistémico". Los autores destacaron el sistema de provisiones anticíclicas y la calidad de los activos de la mayoría de las entidades, aunque señalaron a las cajas como un posible foco de inestabilidad futura. "Este informe lo vio el Banco de España con el Gobierno. Con lo bueno y malo que decía", apuntan desde la institución.

¿Qué consecuencias hubiera tenido pinchar la burbuja? Cualquier limitación al crédito hubiera perjudicado al PIB y hubiera enfadado a los políticos. Veron apunta: "Teniendo en cuenta el alto porcentaje de actividad de la construcción en el PIB español, es innegable que una decisión sobre los créditos impactaría en la economía". Luis de Guindos, director del centro del sector financiero de PwC, coincide en que se hubiera frenado el PIB. "No se hubiera crecido al 3,5%, pero sí al 2,5% y ahora la destrucción de empleo sería menor y el sistema financiero estaría más sano".

- Ordóñez anticipa la crisis

Si alguien conocía perfectamente lo que estaba pasando, ese era Fernández Ordóñez. En 2003, en dos artículos en EL PAÍS, criticó con dureza la herencia que dejaba Rato. En su opinión, el ministro negó la burbuja "por el miedo con que cualquier responsable de Economía ve acercarse el final de un modelo de crecimiento basado en el boom inmobiliario y en la explosión del endeudamiento de las familias". Auguró que, con la caída de los precios de los pisos, subiría el paro y se hundiría el consumo. "Por eso el ministro niega la evidencia. Porque estuvo en su mano diseñar una política fiscal coherente con la política monetaria" para que la vivienda se revalorizara poco a poco. "El legado de Rato es buenos resultados a corto y problemas a medio plazo", concluyó.

Lo que nunca esperó Fernández Ordóñez es que él heredaría ese legado. De manera inesperada, por el atentado del 11-M, el PSOE llegó a La Moncloa y él recibió el bombón envenenado. Con el cambio de gobernador, la burbuja empezó a enfriarse por puro contagio de la crisis internacional, no porque Ordóñez hiciera nada para pincharla. Desde el Banco de España se apunta ahora que hubiera sido exagerado hundir más el sector inmobiliario, ya que se estaba cayendo solo. De hecho, en los discursos de Ordóñez se insiste en la necesidad de reducir el endeudamiento de las familias y empresas, así como en las reformas estructurales en pensiones y mercado de trabajo, que tantos enfrentamientos le supuso con algunos ministros del Gobierno de Zapatero, pero no hay tantas referencias a la burbuja.

"Ordóñez es un gobernador que tiene dentro un ministro de Economía, y le preocupa más la macroeconomía que las entidades financieras", comenta Martínez, de CCOO. La frase resume la crítica más común: ha estado más pendiente de las pensiones y los temas laborales que de la reestructurar las cajas, en lo que ha tardado tres años. Mientras todos lo hacían, el Gobierno decía que "el sistema español es de champions league" gracias a las provisiones anticíclicas. Después la crisis perforó las barreras y no se hizo la reestructuración necesaria. El Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) destinó 11.500 millones en julio, pero nueve meses después ha advertido que faltan 15.152 millones más de capital.

En su defensa, la institución argumenta que no ha tenido capacidad de luchar contra las Comunidades Autónomas hasta ahora, con el Real Decreto. Sin embargo, muchos critican la torpeza en la solución de la crisis de Caja Castilla La Mancha, la tardanza en atajar la quiebra de Cajasur y el error de aprobar fusiones regional con criterios políticos. "El Banco de España no ha querido meterse con las cajas por no molestar al PP y al PSOE. Ordóñez es un hombre del PSOE. La política y el temor a tener problemas judiciales han restringido su margen de acción", dicen algunos.

Vicente Cuñat, coincide con el argumento y añade: "En la actuación de CCM el banco fue excesivamente cauto y sentó un precedente para otras situaciones como la de Cajasur. Las fusiones frías han estado claramente influidas por criterios políticos más que de eficiencia".

Desde el organismo dicen que "¿Era predecible la crisis de la deuda soberana y el hundimiento de Irlanda? Nadie lo anticipó. Sin estos acontecimientos, las entidades hubieran sobrevivido gracias a las provisiones anticíclicas", apuntan desde la institución, y recuerdan que el sector ha saneado más de 100.000 millones hasta ahora.

Desde fuera, el Banco de España parece una fortaleza compacta. Desde dentro no se cuestiona el baluarte que supone para la economía y el sistema financiero, pero se ven grietas. "El poder está en el Gobierno y, cada vez más, en la banca", dice un inspector del Banco de España. "¿Es normal que Luis Ángel Rojo sea consejero del Santander y que el que fuera su ex subgobernador, Miguel Martín, presida la patronal bancaria?".

Supervisores sin bomba
En Suecia y Canadá no estallaron las burbujas inmobiliarias ni han tenido crisis bancarias como las de sus vecinos. Para algunos economistas sean convertido en buenos ejemplos de cómo tener bajo control una situación complicada.

Paul De Grauwe, profesor de Economía Internacional en la Universidad Católica de Lovaina, cree que "el Banco de Suecia lo hizo mal en su crisis bancaria de los años noventa. Después de la experiencia, aumentó los controles sobre el sector y ha evitado una segunda crisis financiera. Charles Wyplosz, profesor de Economía Internacional en el Instituto Universitario de Ginebra, alaba al banco sueco "por su transparencia y por la estrategia muy trabajada que está siguiendo. Sin embargo", apunta que "el Banco de Canadá es menos transparente, pero sigue una política monetaria muy clara. El Banco de España no es una autoridad monetaria porque lo ha cedido al BCE, que es demasiado complejo para tener una clara política monetaria con una transparencia limitada", apunta.

Santiago Carbó, asesor de la Reserva Federal de Chicago, apunta un detalle clave. "Ni Suecia ni Canadá vivieron una política de abundancia de liquidez y bajos tipos de interés durante casi una década, como sucedió en la zona euro. El dinero abundante en la nueva moneda procedente de Alemania, Francia y Holanda buscaban donde invertir y España parecía el sitio ideal. Ese fue el cañón que precipitó todo". Ejecutivos del Banco de España ahora lamentan no haber tenido más en cuenta la crisis inmobiliaria de los ochenta y la de principios de los noventa. "No parecía que pudiera volver a ocurrir. Por cierto, los suecos resolvieron su problema con un gran banco malo donde metieron los activos inmobiliarios depreciados, lo que están pensando ahora tantas cajas...".
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
De héroes a villanos · ELPAÍS.com

TRIBUNA: JOSÉ GARCÍA MONTALVO
De héroes a villanos
JOSÉ GARCÍA MONTALVO 13/03/2011


En 2005, Alan Greenspan todavía era el Maestro. Tres años después había caído a la categoría de villano, mientras el Banco de España era aclamado internacionalmente por su actuación regulatoria y supervisora. Mientras en Estados Unidos el sistema financiero se tambaleaba, los bancos españoles sorteaban el inicio de la crisis con aparente tranquilidad. Claro que la longitud de la mecha era diferente en cada país: en Estados Unidos la mecha era muy corta, pues gran parte de las hipotecas estaban empaquetadas en títulos cuyos precios reaccionaron rápidamente, lo que inmediatamente se trasladó a los balances bancarios. En España la mecha era larga: tenía que pasar por un aumento de la jovenlandesesidad que poco a poco afectaría a la solvencia de las entidades bancarias.




Pinchar la burbuja suponía frenar la economía. Nadie se atrevió a hacerlo Ordóñez ha evitado roces políticos pero ha actuado tarde con las cajas

Tres años después de la proclamación del Banco de España como el héroe de la crisis financiera internacional, el péndulo parece moverse en la dirección contraria: desde 2009 se han intervenido dos entidades y se han puesto de manifiesto problemas de capitalización en muchas otras. El último episodio es la publicación de una carta de 2006 en la que los inspectores del Banco de España criticaban la actitud pasiva de los órganos rectores frente a la burbuja crediticia. Los organismos internacionales siguen reconociendo, como recientemente hizo el Financial Stability Board, las bondades de la regulación financiera española, pero también apuntan al retraso en hacer frente a las debilidades estructurales de parte del sistema. Mientras los sistemas financieros que primero entraron en crisis ya se han recapitalizado, en España este proceso aún está por completar.

Las alabanzas internacionales a la regulación española se centran en dos aspectos. Uno es la obligatoriedad de consolidar las estructuras con riesgo fuera de balance, lo que permite contener las ratios de endeudamiento. Pero la regulación más innovadora y aclamada responde a las llamadas provisiones dinámicas. Las crisis bancarias de los años ochenta y los noventa llevaron a la conclusión de que era conveniente contar con un colchón de provisiones anticíclicas. Pero este colchón tuvo algún inconveniente: pudo generar un exceso de confianza que retardó la toma de otras decisiones necesarias. ¿Era el nivel de las provisiones dinámicas exigidas, basadas en la experiencia de los 20 años anteriores, suficiente para absorber los efectos de una burbuja de proporciones desconocidas?

Dicho esto, hay que reconocer la valentía de aprobar las provisiones dinámicas poco después de que Estados Unidos derogara la Ley Glass-Steagall, y frente a la corriente desregulatoria imperante. También es de admirar que el Banco de España no cediera a las enormes presiones de la banca para eliminar estas provisiones, que les impedían reportar mejores resultados.

Además de confiar en las bondades de su regulación, el Banco de España avisó, tan temprano como en junio de 2002, de que los precios de la vivienda podían subir o bajar, en un intento de atenuar las desorbitadas expectativas de crecimiento de los precios de la vivienda. Por desgracia, pronto caería en la autocomplacencia y se apuntaría a la teoría del aterrizaje suave, a pesar de los exagerados precios alcanzados por los activos inmobiliarios y de la evidente hipertrofia constructora. De hecho, Jaime Caruana siempre negó que existiera una burbuja inmobiliaria. La llegada de Miguel Ángel Fernández Ordóñez, convencido de la existencia de una significativa burbuja inmobiliaria, supuso un claro cambio.

Ordóñez hizo reiterados llamamientos públicos a las entidades para que redujeran las rápidas tasas de crecimiento del crédito inmobiliario. Además, planteó desde el principio la necesidad de realizar reformas (laboral, pensiones, rebaja de los costes de las cajas) que, de haberse abordado en su momento, podrían haber rebajado las suspicacias internacionales sobre nuestra economía.

¿Podía el Banco de España haber hecho más? Sin duda. Entre otras cosas se podía haber penalizado la utilización masiva de hipotecas a tipo variable; se debía haber controlado más intensamente a las sociedades de tasación, con un claro conflicto de intereses con las instituciones financieras. Pero, con todo, hay que ser realistas: cuando el tipo de interés se mantiene muy bajo durante mucho tiempo es difícil contener el crecimiento del crédito. Lo que me hubiera gustado ver es qué habría hecho el Banco de España si hubiera tenido la capacidad de fijar el tipo de interés. Pero eso nunca lo sabremos.

En resumen, podemos decir que en Estados Unidos y otros países se adoptó la estrategia de limpiar el desastre después de que sucediera, con la excusa de que identificar una burbuja es muy difícil. Por suerte, en España se tomaron medidas preventivas, aunque probablemente insuficientes para el tamaño del problema inmobiliario. De todas maneras, no quiero ni imaginar qué habría podido pasar sin la seriedad y ortodoxia del Banco de España.

José García Montalvo es catedrático de Economía de la Universitat Pompeu Fabra.
 

jesuscr

Madmaxista
Desde
16 Abr 2008
Mensajes
328
Reputación
111
Lugar
Barcelona
Salarios, precios, productividad y competitividad

Según la Encuesta Trimestral de Coste Laboral (ETCL), en 2010 se produjo una moderación notable en el comportamiento de los salarios, al contrario que en los dos años anteriores. En 2008 el coste laboral total por trabajador aumentó un 4,8%; en 2009, un 3,5%, y en 2010, un 0,4%. Es más, la tasa interanual de los trimestres tercero y cuarto de 2010 pasó a ser negativa, -0,3%. Esto se debe a varios factores. Entre ellos, la crítica situación del mercado laboral llevó a los sindicatos y a las organizaciones empresariales a firmar en febrero de 2010 el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva 2010-2012, que establecía aumentos salariales de entre el 1% y el 2% para los nuevos convenios. Por otro lado, la inflación cerró en 2009 en el 0,8%, con lo que no entraron en funcionamiento las cláusulas de salvaguarda. Otro factor es que en 2010 las indemnizaciones por despido fueron menores que en 2009. Por último, la rebaja del sueldo de los funcionarios en junio llevó a las tasas negativas señaladas en la segunda mitad del año para el coste medio total.

Si solo analizamos los costes salariales (alza del 0,9% en media anual) y los comparamos con la inflación de los precios de consumo (1,8%), llegamos a la conclusión de que en 2010 los asalariados perdieron poder adquisitivo (la diferencia entre ambos aumentos). Ahora bien, esto no deja de ser una corrección a la notable ganancia de los dos años anteriores [gráfico superior izquierdo]. Parte de esas ganancias de 2009 y toda la pérdida de 2010 se debieron a la caída y posterior aumento de los precios del petróleo. Esto ilustra la volatilidad y los efectos negativos que introduce el utilizar el IPC total de diciembre como referencia en la negociación de los salarios y en las cláusulas de salvaguardia. De mantenerse, esta referencia debería ser la inflación subyacente media anual de la zona euro, pues la política monetaria no se establece en función de la inflación española, sino de la europea.

Otra cuestión, muy de actualidad, es el comportamiento de los salarios respecto a la productividad. En los gráficos inferiores se compara la evolución desde 1998 de esta y de los costes laborales reales. Si tomamos el periodo anterior a la crisis, 1998-2007, el aumento de la productividad por ocupado en España fue nulo, pero los costes laborales reales por asalariado cayeron un 5,1%. En este mismo periodo, la productividad en Alemania aumentó un 12% y los costes laborales, un 6,2%. La moderación salarial real y la consecuente ganancia que en ambos países obtuvieron los márgenes empresariales fueron, pues, prácticamente las mismas. La cosa cambia en los tres últimos años de crisis. En España la productividad ha aumentado un 7,2% y los costes, un 5,1%, por lo que los márgenes han seguido mejorando. En Alemania los costes han aumentado menos, un 1,2%, pero la productividad ha caído un 2,3%, deteriorándose los márgenes. Por tanto, si descontamos la inflación, la moderación salarial española es bastante superior a la alemana.

Otra cosa es cuando quitamos el velo monetario y añadimos la inflación. Y es que, a pesar de lo anterior, España ha perdido mucha competitividad-costes frente a Alemania en estos años

La productividad relativa en 2010 no era muy inferior a la de 1998, pero los costes laborales a precios corrientes habían aumentado en España un 26,5% más, con lo que los costes laborales nominales por unidad producida se habían deteriorado un 29% (llegaron a un 36% en 2008). Las causas de esto son varias, pero pueden resumirse en que hasta la crisis hubo en España una excesiva relajación monetaria y fiscal que produjo un boom de demanda de consumo e inversión, con la consiguiente presión inflacionista. En muchos de esos años también se produjeron episodios de alzas de precios de las materias primas energéticas y no energéticas que aún reforzaron las presiones inflacionistas internas. Debido a la indexación de los salarios al IPC, ello se trasladó a los costes laborales, manteniéndose así una espiral inflacionista que tanto daño nos ha hecho.

Por todo ello, es imperioso reformar las bases de la negociación colectiva. Pero también las de la política fiscal y las del funcionamiento de los mercados de bienes y servicios, introduciendo más competencia. En eso estamos, a ver si lo conseguimos.

Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
REPORTAJE
Mercado de vivienda y economía española 2010-2011
JULIO RODRÍGUEZ LÓPEZ 10/04/2011


En los ciclos anteriores de la economía española, el mercado de vivienda contribuyó de forma destacada a la recuperación del crecimiento del PIB. El debilitamiento de dicho mercado fue el principal desencadenante de la recesión posterior a 2007 en España. Ello explica que la construcción residencial no esté desempeñando en 2011 el papel estimulante de los ciclos precedentes. Esta circunstancia contribuye, junto a otros factores relevantes, a que la salida de la crisis esté resultando más lenta en España que en el resto de la Eurozona.



Los Gobiernos locales siguen empeñados en impulsar a toda costa la promoción de viviendas

La previsión para este año sería de unos niveles equivalentes a 2010 en las principales magnitudes

En 2010, el mercado de vivienda en España tuvo más actividad que en los dos años precedentes. Las ventas de viviendas crecieron de forma moderada y los precios retrocedieron con menos fuerza que en el bienio previo citado. Las estadísticas de compraventas registradas y de transacciones inmobiliarias experimentaron aumentos claros sobre el año anterior. Es posible, no obstante, que el trasiego formal de viviendas desde promotores hasta los bancos, como dación en pago, y la posterior venta de tales viviendas a compradores pueda dar lugar a que ambas estadísticas sobrevaloren las ventas reales de viviendas en 2010.

El peso del ajuste descansó el pasado año en el retroceso de la nueva oferta de vivienda. Las viviendas iniciadas retrocedieron en 2010 por cuarto ejercicio anual consecutivo, situándose por debajo de las 92.000. Dicha evolución justificó el descenso de la construcción residencial en un 17%. Este comportamiento de la inversión en vivienda quitó un punto porcentual al crecimiento del PIB del pasado año.

En el inicio de 2011 no parece recuperarse la demanda de vivienda. Todo indica que en este año las ventas y los precios evolucionarán en la línea de 2010, mientras que las iniciaciones de viviendas pueden recuperarse modestamente, a la vista del descenso sufrido en algunas ciudades por el stock de viviendas de nueva construcción pendientes de venta. El protagonismo de las entidades de crédito será relevante en 2011. Por una parte, dichas entidades controlan un volumen sustancial de las viviendas de nueva construcción no vendidas, por lo que la estrategia que adopten en materia de precios de venta de dichas viviendas incidirá sobre la agresividad de la oferta de las nuevas viviendas. Por otro lado, las condiciones de financiación y el ritmo de concesión de nuevos préstamos por parte de dichas entidades serán trascendentes en el comportamiento de las compras demanda de viviendas.

En el conjunto de la Eurozona los precios de las viviendas volvieron a crecer en 2010, aunque de forma moderada. El grupo de países miembros correspondiente a Irlanda, Grecia, España y Holanda registró nuevos descensos de los precios de las viviendas en 2010. La tónica dominante en la evolución de los precios en el conjunto de dicha área económica en 2010 fue de acusada dispersión.

La reducción de los precios de la vivienda en España en la presente crisis ha sido del 13,1% hasta el cuarto trimestre de 2010, según la estadística del desaparecido Ministerio de Vivienda apoyada en las tasaciones. La estadística de precios de la empresa tasadora Tinsa, la que aporta más tasaciones a la estadística antes citada, indica que dicho retroceso fue del 19,1% hasta enero de 2011. Los datos de Tinsa revelan asimismo que los mayores ajustes a la baja de los precios de las viviendas han tenido lugar en la costa mediterránea (-25,6%) y en las capitales y grandes ciudades (-20,5%). Los precios de las viviendas han descendido más en las ciudades en las que fue mayor el aumento del parque de viviendas en la etapa previa de auge del mercado.

La elevación del IVA (desde el 7% hasta el 8%) a partir del 1 de julio de 2010 y el anuncio de la eliminación de la desgravación en el impuesto sobre la renta a los adquirentes de vivienda habitual con ingresos superiores a 24.100 euros desde el 1 de enero de 2011 apoyaron las ventas de viviendas en 2010. En el aumento del 6,8% de las compraventas registradas en 2010 destacó la intensidad de la recuperación en las autonomías dotadas de un tejido productivo más diversificado (País Vasco, Cataluña, Madrid), mientras que en las que es mayor el peso de la construcción todavía volvieron a descender las ventas (Andalucía, Murcia, Extremadura y La Rioja). Esta evolución más dinámica de las autonomías menos impactadas por la construcción residencial parecen confirmarla las recientes cifras de variaciones del PIB regional publicadas por el INE. Esta última estadística refuerza la correlación negativa que aparece en España entre el nivel de desarrollo económico y la presencia del sector de la construcción en la estructura productiva.

El empleo descendió en 2010 por tercer año consecutivo (-1,2%). Dicha circunstancia frenó la creación de nuevos hogares, que en 2010 fueron solo 131.300. Esta variación fue inferior a la de años precedentes y refutó la idea de que en España se crean poco menos que automáticamente unos 300.000 hogares cada año. Los tipos de interés de los préstamos al comprador de vivienda en 2010 fueron los más bajos en la historia de la economía española (2,77%), pero el aumento del saldo vivo del crédito al comprador fue muy modesto. Por primera vez desde que se dispone de información, en 2010 descendió el saldo de los créditos hipotecarios en España. En la presente coyuntura, la disponibilidad de financiación es la variable financiera relevante en la compra de una vivienda.

En 2010 las viviendas terminadas superaron ligeramente a las compraventas registradas de nuevas viviendas. La aportación al stock de viviendas de nueva construcción no vendidas fue reducida en dicho año, sobre todo si se la compara con las correspondientes a los seis años precedentes. Al final de 2010, el stock citado superaba la cifra de 1.100.000. Dicha cifra se reduce a 700.000 si se considera como vendida toda la autopromoción (personas físicas, comunidades de propietarios y cooperativas). Como ya se indicó, una proporción significativa de dicho stock está en poder de bancos y cajas de ahorros, que lo han adquirido mediante daciones de pago de los promotores, junto a las obtenidas por medio de subasta.

En principio, la previsión para 2011 respecto del mercado de vivienda sería de unos niveles equivalentes a 2010 en cuanto a la evolución de las principales magnitudes: unas ventas inferiores a 500.000, unos precios que descenderían ligeramente y un nivel de viviendas iniciadas próximo a las 100.000. La aportación negativa de la inversión en vivienda al crecimiento del PIB en 2011 será muy modesta o nula, lo que contrasta con los acusados retrocesos de los tres años precedentes. La información económica más reciente (nuevo descenso del empleo, menor renta disponible por los más altos precios de la energía, subidas de los tipos de interés) acentúa el riesgo de una nueva recaída del mercado de vivienda.

El castigo del pinchazo de la burbuja inmobiliaria a la economía española no puede ser más elevado. Para impedir en el futuro que el crecimiento se apoye en exceso en un subsector como el inmobiliario, tan proclive a unos ciclos tan acentuados, es necesario cambiar el modelo productivo, impulsando el desarrollo y la persistencia de actividades alternativas, tarea en la que el papel de autonomías y Ayuntamientos es decisivo. Nada parece haber cambiado en cuanto a la propensión de los Gobiernos locales a impulsar a toda costa la promoción de viviendas, al margen de la demanda real. Diversificar la producción debe de ser la línea estratégica general para mejorar la competitividad. También se debe reorientar la composición del parque de viviendas en un sentido favorable al alquiler. La rehabilitación debe alcanzar volúmenes más elevados.

Julio Rodríguez López es doctor en Ciencias Económicas por la UCM; ex presidente del Banco Hipotecario de España, de Caja Granada y de la Federación Hipotecaria Europea, vocal del Consejo Económico y Social de la Comunidad de Madrid y del Consejo Superior de Estadistica del INE.
Mercado de vivienda y economía española 2010-2011 · ELPAÍS.com
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
:tragatochos:
REPORTAJE: Primer plano
Más capital para alejar fantasmas
La banca necesita reforzarse para convencer a los mercados de que puede afrontar caídas adicionales del precio del suelo
ÍÑIGO DE BARRÓN 02/10/2011

:tragatochos:

El mercado financiero augura el cierre de ciclo tal y como ocurrió en los ochenta (con la crisis de Banesto), y en los noventa con las fusiones que dieron origen a los dos líderes actuales, el Santander y el BBVA. En el mundo financiero los ciclos acaban con convulsiones (ha habido seis cajas intervenidas y decenas fusionadas) con las que el sector se prepara para el nuevo escenario económico. Ahora toca cambio de Gobierno, en diciembre, y la llegada del nuevo gobernador y subgobernador, en junio. Se cierran tres etapas: la de la bonanza económica, la violenta explosión de la burbuja y el fallido intento de salir de la crisis. Hacen falta otros planes.

Y el crédito no llega :tragatochos:

Aún faltan muchas etapas para llegar a la recuperación del crédito

Algunos creen que el estado de la CAM es extrapolable a otras entidades

"No se puede medir la salud de los sanos con los muertos", replica Ordóñez

El Banco de España admite que la situación puede deteriorarse más

El FMI pidió que un auditor externo revisase la salud de la banca española

"La crisis sigue y está en un momento duro", admite Ordóñez


Pronto llegarán nuevos gestores que analizarán la herencia recibida y dibujarán una situación difícil que requerirá medidas drásticas. "La primera prioridad de un Gobierno del PP será completar la reestructuración del sistema financiero. Tiene que fluir el crédito porque son los autónomos, las pymes y los emprendedores los que nos tienen que sacar de la crisis, como siempre ha sucedido", afirmó esta semana Cristóbal Montoro, coordinador de la Política Económica del Partido Popular, en los desayunos de Cinco Días.

Si algo ha demostrado esta ácida e interminable crisis es que la recuperación de los préstamos solo se consigue al final del proceso, cuando se han limpiado los créditos malos, el PIB deja de hundirse y la maquinaria financiera vuelve a estar engrasada. Y para eso faltan muchas etapas, según los expertos consultados: las entidades deben recuperar un nivel de capital adecuado al riesgo inmobiliario; provisionar más los depreciados activos inmobiliarios y transmitir confianza a los inversores internacionales para que les dejen el dinero con el que atender los vencimientos y prestar a sus clientes.
:tragatochos:

El debate ahora es si se ha cerrado la recapitalización del sector o se necesita una segunda vuelta ante la más que probable recaída del precio del suelo y la vivienda. Miguel Fernández Ordóñez, gobernador del Banco de España, presentó el viernes "el cierre de una etapa de recapitalización" de las cajas tras la aportación de 7.551 millones del Estado, a través del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), y 5.838 millones de inversión privada con la salida a Bolsa de Bankia y Banca Cívica. Además, se ha nacionalizado Unnim (las cajas de Terrassa, Sabadell y Manlleu), aunque se mantiene a los gestores, mientras el Estado toma el 93% del capital de Novacaixagalicia (NCG), el 90% de CatalunyaCaixa, tras rebajar el valor de su patrimonio en un 90%.

Sobre si continuará la recapitalización, el gobernador dijo dirigiéndose a la banca: "¿Se ha acabado este proceso? Pues no, la crisis se mantiene y no solo no se ha terminado sino que está en un momento duro". No obstante, preguntado por si espera mayores necesidades de capital por la depreciación del suelo, Ordóñez comentó: "En las pruebas de resistencia, aplicamos el supuesto de que el valor del suelo caía un 60% y las entidades aguantaban. Pero puede haber una depreciación mayor. En ese caso, sí necesitarían capital. Esto es un proceso abierto". Incluso no descartó "más intervenciones" de entidades.:tragatochos:

Las pruebas de resistencia europeas determinaron que en un escenario normal (denominado base) la banca podría tener pérdidas crediticias por 118.071 millones. En caso de que llegara una recesión, esta cifra sube hasta los 159.180 millones, cifras imposibles de digerir. Las provisiones, tanto genéricas como específicas, suman unos 83.000 millones. Además, las entidades cuentan con unos recursos propios de 180.000 millones. ¿Será un colchón suficiente? Pocos lo creen. El analista de la firma de inversión independiente N+1, Francisco Riquel, ha publicado un informe que ha tenido una gran acogida. Según Riquel, el sector necesitará "una gran limpieza" de sus balances y acumula un déficit de provisiones de 36.000 millones. Estas necesidades extra de capital serán bajas para el Santander, BBVA, Bankinter y Caixabank; más altas en el Popular y todavía mayores para Sabadell y Banesto. En el caso de las cajas, pide "una recapitalización completa en breve". "Todo depende de la voluntad del Banco de España para morder la bala y hacer cumplir la disciplina", expresa gráficamente.

Otros ejecutivos financieros toman como referencia los datos públicos de la jovenlandesesidad de la CAM: el 61% del crédito inmobiliario tiene problemas de cobro y la jovenlandesesidad total es del 19%. "Si consideramos que los activos del sector están en un 75% como los de la CAM, un principio razonable, se necesitarían unos 45.000 millones más para el sector". El gobernador discrepa de este tipo de análisis: "No se puede medir la salud de los sanos por la de los muertos, que están fatal, pero por eso están muertos". Desde las entidades, siguiendo el símil médico, responden: "Esto es un caso de esa época en el 2020 de la que yo le hablo, la del ladrillo. Por eso sí se puede comparar los muertos con los enfermos porque sanos, sanos, no hay ninguno".

Entre los ejecutivos financieros son minoría los que descartan una segunda recapitalización. Y recapitalizar es sinónimo de reestructurar: más fusiones y absorciones, pero esta vez con plan mixto, mezcladas las cajas con los bancos. Hace 10 días, Michael Barnier, comisario Europeo del Mercado Interior, levantó ampollas entre los banqueros al afirmar que seis entidades españolas necesitaban más capital porque habían tenido un aprobado raspado en las últimas pruebas de resistencia europeas.
:tragatochos:

El argumento era más que discutible y el ataque se tomó como profundamente injusto: se disparaba contra los bancos españoles para ocultar que los alemanes y franceses están mucho peor por las enormes carteras de deuda griega que tienen en los balances.

Al margen de la exageración de Barnier, los ejecutivos y los expertos admiten que se ha instalado en los mercados la sombra de sospecha sobre la salud de los balances bancarios. La razón son los 110.000 millones de préstamos para suelo, cuya provisión está en el 35%, según fuentes financieras. Este es el problema más grave porque es un activo casi ilíquido. "Me temo que, en no pocos casos, el suelo se encuentre ya -sin esperar escenarios futuros- en valores próximos a cero. Y con pocas perspectivas de recuperación", apunta Aristóbulo de Juan, considerado una autoridad en supervisión bancaria con 40 años de experiencia, ex director general del Banco de España y expresidente del Fondo de Garantía de Depósitos.

Desde las aseguradoras, pendientes siempre de las valoraciones inmobiliarias por la naturaleza de su negocio, se analiza el tema con preocupación. "El principal problema es la valoración del suelo porque no hay mercado. Nadie se arriesga a comprar suelo y tenerlo en su balance durante muchísimo tiempo. Las entidades que sumen mucho suelo en sus balances posiblemente tendrán que seguir depreciándolo", comenta José Boada, presidente de Pelayo. La diferencia de esta crisis con la de los ochenta y los noventa es que no habrá una recuperación rápida y eso impide la mejoría de la banca.

El problema en la banca europea es la deuda pública de Grecia, Irlanda y Portugal. :tragatochos: apunta un consultor bancario que reclama el anonimato.

Se esperan meses convulsos alrededor del euro enfermo y toca recapitalizar a toda la banca de la UE. Lo ha aconsejado incluso el presidente de Estados Unidos, Barack Obama. "Y si lo hacen los europeos, los españoles no pueden quedarse al margen, aunque solo sea por evitar el agravio comparativo", comenta Santiago Carbó, catedrático de Economía de la Universidad de Granada y asesor de algunas cajas.

"Creo que es hora de que, por fin, se reconozca la magnitud del problema: admitir pérdidas y recapitalizar, incluso sobrecapitalizar. El mercado sigue sin fiarse de España y es necesario reconocer que entendemos su desconfianza. El sistema financiero español tiene cerradas las puertas a la financiación desde primavera y los activos que se pueden utilizar para obtener liquidez en el BCE se están agotando. Hay un problema de liquidez y de solvencia", resume Luis Garicano, profesor de Economía de la London School of Economics. De Juan coincide: "Hará falta más capital para cubrir pérdidas aun no afloradas ni provisionadas".

La siguiente cuestión es de dónde puede salir el dinero. "Muchos bancos no pueden provisionar más sin asumir pérdidas dada la caída de márgenes". Es la línea roja apuntada por Joaquín Maudos, catedrático de la Universidad de Valencia e investigador del Ivie. Por lo tanto, según este profesor, deben llegar fusiones "para aflorar reservas que se puedan aplicar a sanear el activo".

Al margen de soluciones internas, Luis de Guindos, presidente del Centro PwC/IE del Sector Financiero, considera que hay que acudir al Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF). "Será el instrumento para cubrir los problemas bancarios por la deuda soberana, pero el Gobierno español debería estar atento para que nuestra banca pudiera utilizarlo. No se puede quedar fuera", dice el exsecretario de Estado Economía con el PP. Garicano y Carbó coinciden con Guindos. "El capital adicional que haga falta estará disponible en el EFSF, que está destinado para eso".

El problema es que, si se aplican fuertes descuentos a los activos inmobiliarios, el Fondo europeo podría ser accionista relevante de algunas entidades y puede ser un grave problema. Podría alterar el equilibrio de poder en algunos consejos de administración. Aristóbulo de Juan propone que el FROB inyecte el capital "y la compra de activos se encarne en los Fondos de Garantía para repartir el coste entre los contribuyentes y las entidades".

Otros sugieren la posibilidad de crear un banco malo para el suelo, incluso, si fuera posible, financiado por Europa. Los expertos recuerdan que eso no fue una solución mágica en Irlanda y que supone convencer a alguien, en este caso Alemania, que pone el 50% del dinero, que debe asumir un riesgo incierto.

La cuestión otra vez, es cómo se valoran los activos. Y eso depende de cuánto vaya a mejorar el ciclo económico en los próximos meses. José María Roldán, director general de Regulación del Banco de España, acudió a Londres a un encuentro con analistas el pasado 20 de septiembre. Roldán modificó el discurso habitual de este organismo. Por primera vez, admitió que persisten las dificultades para algunas entidades por las carteras inmobiliarias. Afirmó que "aún se necesita tiempo" para digerir el ladrillo y que en 2012 seguirían cayendo los precios de los pisos y el suelo. Es decir, no habrá recuperación en U.

¿Piensa todo el Banco de España igual que Roldán? Fuentes cercanas al supervisor aseguran que hay divergencia de opiniones. "Está la escuela de la naftalina, la oficial, y los que se alinean con estudios internacionales que creen que falta capital". Algunos achacan estas discrepancias a que llegan los cambios en la cúpula "y en el Banco de España también hay personas del PP y del PSOE. Se están moviendo muchas cosas dentro del caserón de Cibeles", dice un financiero. El gobernador siempre ha dicho que con 17.000 millones es suficiente para recapitalizar al sector. Sin embargo, el hundimiento de la CAM ha disparado las alarmas. "Que se conozcan estas cifras de la CAM ha sido el mayor error del supervisor. Desde entonces, nadie cree en la fortaleza de los balances", afirma un ejecutivo que ha asesorado a muchas cajas.

Pero el mayor golpe que ha recibido el prestigio del supervisor se lo propinó el FMI la semana pasada. El organismo dirigido por Christine Lagarde pidió que un auditor externo analizara a la banca española. La vicepresidenta Salgado salió pronto en apoyo del Banco de España, pero en círculos financieros está instalado que los datos que maneja Ordóñez sobre las entidades no reflejan toda la realidad. Incluso algunos apuntan que la desconfianza procede del BCE. "No se podría admitir el análisis de alguien externo al Banco de España. Se socavarían los cimientos de la credibilidad del supervisor y sería un golpe mortal para la economía", dice Juan Luis García Alejo, director general de Inversis.


Y el crédito no llega
¡Qué fluya el crédito!, reclama Cristóbal Montoro, responsable económico del PP. Lo mismo ha exigido antes a las entidades financieras Elena Salgado, ministra de Economía, e incluso su predecesor, Pedro Solbes. Es la obsesión de todo responsable económico que ve cómo la falta de préstamos va matando empresas y disparando el paro. Las medidas tomadas hasta ahora para reactivar el sector no han sido pocas: en 2008 se lanzaron las emisiones avaladas para que no faltara dinero para los vencimientos; en 2009 se cambiaron las leyes para que llegaran las fusiones frías (SIP) en las cajas; en 2010 se les inyectó liquidez para pagar el cierre de oficinas y los despidos y, en 2011, llegó la inyección de capital en vena y la nacionalización de las cajas más contaminadas por el ladrillo. Los remedios fueron siempre por detrás de la enfermedad (la crisis), que mutó de piel en combinación con las complicaciones de la economía internacional. Ningún ungüento obró el milagro: el regreso del crédito.

El Gobierno aseguró, el viernes pasado, que la reestructuración financiera facilitará que el crédito fluya a la economía real: familias y empresas. Los expertos lo cuestionan. Juan Luis García Alejo, de Inversis, recuerda que la evolución de los préstamos depende "de la marcha del PIB, que es débil, y de lo que se concedió en el pasado, que fue demasiado". Este experto augura que durante cinco años no crecerá más del 1% o 2%. "Después de una borrachera como la que hemos vivido, no serían raras las tasas negativas en el crédito", y recuerda el caso irlandés (ver gráfico).

Por si alguien tenía dudas, el Santander ha anunciado que no abrirá el grifo del crédito en España en dos años, es decir, hasta 2014. Incluso anticipó una caída anual del 3%. Y si el grande hace eso, los demás le imitarán. -
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
Balance provisional de la catástrofe · ELPAÍS.com

REPORTAJE: PRIMER PLANO
Balance provisional de la catástrofe
España tardará mucho en volver a crecer, a menos que haga las reformas necesarias
CÉSAR MOLINAS 23/10/2011


Propongo en este artículo un balance in itinere de la crisis española, más orientado a la discusión del futuro que al análisis de las causas. No voy a entrar en el terreno internacional salvo cuando sea estrictamente necesario, porque la crisis española tiene entidad y lógica propias. Esto no es óbice para distinguir en ella tres crisis distintas e interrelacionadas. En primer lugar, una crisis económica y financiera no causada, pero sí agravada, por la situación internacional. Todavía no estamos al principio de su final. En segundo lugar, una crisis político-institucional que probablemente obligará a redefinir el régimen político plasmado en la Constitución de 1978. En esto estamos al comienzo del principio. Y en tercer lugar, una crisis moral -de valores- que afecta a casi todos los estratos de la sociedad. No son concebibles las otras dos crisis sin esta: comenzó antes que las demás y terminará, si lo hace, después.

No hay remedio pacífico conocido para la crisis de endeudamiento que aflige a las economías occidentales. Las burbujas inmobiliarias en EE UU y en España alimentaron otra burbuja crediticia global en la que los bancos de Occidente llegaron a apalancar más de cuarenta veces su capital para dar crédito. Hasta que todo estalló. En la actualidad, no hay crecimiento económico porque no hay crédito, y no hay crédito porque los bancos están dañados, y los bancos no se sanean porque no hay crecimiento económico.




No hay remedio pacífico conocido para la crisis de endeudamiento que aflige a las economías occidentales. Las burbujas inmobiliarias en EE UU y en España alimentaron otra burbuja crediticia global en la que los bancos de Occidente llegaron a apalancar más de cuarenta veces su capital para dar crédito. Hasta que todo estalló. En la actualidad, no hay crecimiento económico porque no hay crédito, y no hay crédito porque los bancos están dañados, y los bancos no se sanean porque no hay crecimiento económico.

Lo poco que se sabe de este tipo de crisis es que son de digestión muy lenta. Hay tres precedentes históricos: la crisis japonesa de 1921, la Gran Depresión de 1929 y la crisis japonesa de 1989. Las dos primeras terminaron mediante ese supremo achatarramiento keynesiano que es la guerra: la de Manchuria en 1934 y la II Guerra Mundial en 1939. La tercera, dos décadas después de su comienzo, aún no se sabe cuándo y cómo terminará. Estas tres crisis dejaron algunas enseñanzas, pero aún no hay doctrina establecida sobre cómo salir de este tipo de situaciones por las buenas.

Hasta que Occidente no crezca, España no lo hará. Pero cuando Occidente empiece a crecer, España tampoco lo hará, a menos que haya introducido las reformas necesarias para adaptarse a la moneda única europea y a la economía globalizada. Somos tantos los que hemos escrito reclamando estas reformas, lo hemos escrito tantas veces y nos han hecho tan poco caso -excepto, un poquito, en materia de pensiones-, que lo que pide el cuerpo no es ponerse otra vez a escribir, sino ponerse a gritar. Pero seguiremos escribiendo. En lo que sigue de este apartado pasaré revista a las reformas pendientes, apoyándome en tres cifras: cinco millones de parados, deuda exterior del 160% del PIB y déficit público del 9% del PIB.

- Cinco millones de parados

España aporta el 10% del PIB de la eurozona, el 14% de la población y el 31% de los parados. ¡Sí, uno de cada tres parados de la eurozona es español! Los cinco millones de parados españoles y la tasa de paro del 21,2% son una anomalía aberrante en Europa: la tasa de paro media de la eurozona es el 10%, menos de la mitad que en España, y tan solo otros 3 de los 17 Estados miembros tienen tasas de paro de dos dígitos: Bélgica (11,7%), Portugal (12,3%) y Grecia (16,7%). ¿Acaso somos más holgazanes que los demás? ¿Más simples? ¿Sufrimos un castigo divino? ¡No! Simplemente, tenemos un mercado de trabajo anómalo, disfuncional, que condena a la temporalidad precaria al 30% de los empleados, que genera bolsas millonarias de parados cada vez que viene una crisis...

Las estructuras básicas de nuestro mercado laboral y de la negociación colectiva siguen siendo las que se heredaron del franquismo en 1975: fueron diseñadas para una economía autárquica y corporativista. Las elevadas indemnizaciones por despido, causa importante de la temporalidad y del miedo empresarial a contratar, responden al paternalismo de un régimen para el que no existía el concepto de desempleo y, por tanto, no lo aseguraba. Ahora sí se asegura. La negociación colectiva, con su estructura jerárquica de convenios, tiene sus raíces en los antiguos sindicatos verticales y sigue siendo terriblemente eficaz a la hora de conseguir que los incrementos salariales no tengan nada que ver con los aumentos de productividad.

Así no hay economía que pueda funcionar. En 1986, España se integró en la Unión Europea, no en la Unión Soviética, mal que les pese todavía a algunos. Debemos ser consistentes en el entorno en el que estamos obligados a competir, y para eso no hace falta inventar nada: basta copiar lo que está funcionando bien en los Estados miembros que tienen tasas de desempleo de un solo dígito. En esa dirección van la propuesta de un contrato laboral único con costes de despido crecientes con la antigüedad, y la propuesta de flexibilización de la negociación colectiva para dar protagonismo a la negociación en el ámbito de la empresa. El Gobierno no se atrevió a enfrentarse a los sindicatos y no planteó la reforma del mercado laboral en estos términos. Los cambios resultantes han sido mayoritariamente cosméticos, y los que no lo han sido, como el fortalecimiento del poder sindical en la negociación colectiva de las pequeñas empresas, empeoran las rigideces del mercado de trabajo. Todo queda sobre la mesa del Gobierno que salga de las urnas en noviembre. Sin una reforma decidida, que reduzca la incertidumbre de las empresas a la hora de contratar, seguiremos siendo la anomalía de Europa y el paro seguirá aumentando.

- Una deuda exterior del 160% del PIB

La burbuja inmobiliaria ha dejado a España con una deuda exterior bruta del 160% del PIB. Esta ratio es una de las más elevadas del mundo y ha sido antesala del desastre en muchos países que la han alcanzado. ¿Podrá España pagar su deuda? Esto es lo que quita el sueño a nuestros acreedores.

Para poder pagar una deuda externa de estas dimensiones, un país tiene que tener un crecimiento económico vigoroso, superior a los pagos de intereses y devoluciones de principal. ¿Cuánto crecerá España en, digamos, la próxima década? El servicio de estudios del BBVA estima que el crecimiento potencial en este periodo será inferior al 2% en términos reales. Esta cifra es más baja que en décadas anteriores, pero puede acabar siendo optimista porque supone un crecimiento de la productividad del 0,9% anual, tasa que no se observa en España desde hace mucho tiempo. Añadiendo un 2% de inflación, se obtiene un crecimiento nominal teórico de, aproximadamente, 4%, que es bajo para garantizar con certeza el pago de la deuda. También es bajo para generar la confianza necesaria para refinanciarla, puesto que los analistas internacionales estiman un crecimiento inferior, incluso, al 4%.

¿Qué hacer? La respuesta es tan obvia que merece ser gritada, otra vez: ¡reformas estructurales! Según el BBVA, el paquete de reformas que deberían adoptarse (mercado de trabajo, de la vivienda, de la energía, educación, Administración Pública, justicia, etcétera) subiría el crecimiento potencial de la economía un punto porcentual, hasta el 3% en términos reales. Los efectos sobre el crecimiento se harían sentir solo a medio plazo, pero el efecto balsámico sobre la confianza de nuestros acreedores sería inmediato y eso llevaría a una mejora de nuestras condiciones de financiación.

El razonamiento del párrafo anterior es puramente teórico. Cuenta la anécdota que un analista le estaba explicando a George Soros un argumento de este tipo cuando el financiero le interrumpió: "Oiga, joven, todo eso está muy bien, pero ¿va a haber crédito?" "Ah, pues no, crédito no", respondió el analista. "Pues, entonces, no siga: la economía no va a crecer", terminó Soros.

¿Va a haber crédito en la economía española? No, crédito no va a haber durante mucho tiempo. Y no lo va a haber por cómo el Gobierno y el Banco de España han abordado la reestructuración del sistema financiero tras el estallido de la burbuja inmobiliaria.

Había dos opciones. En primer lugar, se podía haber respetado la ortodoxia del Banco de España, elaborada a partir de la experiencia de varias crisis bancarias durante las cuatro últimas décadas. Esto implicaba obligar a las entidades de crédito a reconocer las pérdidas latentes para, después, y en caso necesario, recapitalizar, fusionar, vender o liquidar. Esta opción hubiera tenido la ventaja de que las nuevas entidades, al estar saneadas, habrían podido dar crédito sin dilación; y hubiera tenido el inconveniente de incrementar el déficit público en varios puntos del PIB, y hubiese sustraído a la inmensa mayoría de las cajas de ahorros, ahora bancos, de la tutela de los políticos regionales.

La segunda opción, que fue la que se eligió, hace tabla rasa de la ortodoxia del Banco de España. La estrategia consiste en obligar a las entidades a cumplir unas ratios de capital elevadas para garantizar su solvencia, pero dejando las pérdidas en estado latente. Tiene la ventaja de afectar poco al déficit público, y la desventaja de que el sistema financiero, al no haber sido saneado, queda en estado zombi: no hay holgura en el balance para dar nuevo crédito al sector real de la economía. Esta opción ha permitido, además, mantener un número significativo de cajas bajo control de los políticos.

Si el Gobierno y el Banco de España no rectifican esta estrategia, en España no habrá crédito durante años y, por tanto, no habrá crecimiento económico. Arreciarán, inevitablemente, las dudas sobre la capacidad de pago de la deuda. Aún hay tiempo para rectificar. Se debería aprovechar la circunstancia de que Europa está discutiendo fondos para un nuevo rescate bancario masivo para solicitar financiación para el saneamiento de los balances de las instituciones que lo necesiten, que son muchas. Mejor tener la cara roja una vez que amarilla toda la vida.

- Un déficit público del 9% del PIB

Con los datos que se conocen del año en curso, el déficit público no se ha reducido nada desde 2010: sigue estando en el 9% del PIB. Mal asunto, porque el objetivo para 2011 es el 6%, y este objetivo ha sido tan irrenunciable para el Gobierno que le ha sido sacrificado el hacer una reestructuración eficaz del sistema financiero. ¿Se acabará consiguiendo? La mayoría de los analistas opinan que no, que el déficit será, al menos, el 7%, y muchos apuntan ya el 8%.

El problema estriba en que el presupuesto público español se ha dimensionado a la burbuja inmobiliaria y no es financiable en condiciones normales de la economía. Si el déficit acaba siendo del 7% a final de año, el presupuesto tendría un déficit estructural del 5%, ya que dos puntos son achacables a la situación cíclica recesiva en la que nos encontramos. Estos 5 puntos del PIB son los que hay que eliminar para equilibrar estructuralmente el presupuesto.

Se pueden subir ingresos: nuevos aumentos del IVA, IRPF y especiales, copago sanitario y judicial, peajes en las autovías libres, etcétera. Todo eso va a ocurrir, pero será insuficiente. No va a haber más remedio que reducir gastos, y se van a tener que reducir de manera estructural, es decir, eliminando o reformando programas de gasto.

No basta con hacer recortes. Hasta ahora, las Administraciones han dejado de pagar, no de gastar, que no es lo mismo. Se ha llegado a una situación tan crítica que, por ejemplo, cuando se dice que la sanidad se paga a 600 días, lo que se quiere decir es que hace 600 días que no se paga. Son tácticas dilatorias, a la espera de que vuelvan los buenos viejos tiempos -los de la burbuja-, pero no volverán. Lo que hay que hacer, inevitablemente, es redimensionar el Estado. Pero eso son palabras mayores que nos llevan, sin solución de continuidad, al epígrafe siguiente.

2. La crisis político-institucional
Escribe Francis Fukuyama en The origins of political order, su último libro: "Cuando el entorno cambia y aparecen nuevos retos, surgen con frecuencia incoherencias entre las instituciones existentes y las necesidades emergentes. Estas instituciones están apoyadas por legiones de intereses atrincherados que se oponen a cualquier cambio fundamental. El declive aparece cuando los sistemas políticos no consiguen ajustarse a las nuevas circunstancias".

El régimen político que emana de la Constitución de 1978 nació con dos grandes retos que afrontar: la reconciliación y democratización del país, tras la larga dictadura franquista, y la integración en Europa. Ocho años más tarde, en 1986, quedaban pocas dudas de que ambos retos se habían superado de manera irreversible. No hubo mucho tiempo para dormir en los laureles, porque el mundo cambió de manera muy rápida planteando nuevos -e inesperados- retos. En 1989 cayó el muro de Berlín, abriendo paso a un vertiginoso proceso de globalización cuyas consecuencias siguen sorprendiendo. En 1992 se firmó el Tratado de Maastricht, y la moneda única comenzaba en 1999. En 1993, los retos que se le planteaban a España eran muy distintos a los de 1978: había que adaptarse a una economía planetaria y había que prepararse para el euro.

Las reformas exigidas por uno y otro retos tienen denominadores comunes: flexibilización de los mercados de factores, bienes y servicios. Vaya por delante que, en estos casi veinte años, se han hecho progresos en la liberalización de los servicios (farmacias, funerarias...) y que en estos años las grandes empresas españolas se han globalizado como nunca. Pero España, condicionada por su mercado laboral, no ha conseguido superar su patrón cíclico tradicional de crecimiento -expansión, recesión, devaluación de la peseta, recuperación- y no encuentra la manera de reducir su déficit público. Esos dos problemas surgen de rasgos clave del régimen político actual. La solución puede acabar exigiendo cambios importantes.

La Constitución de 1978 tuvo un respaldo político y social amplísimo. El consenso -ese conjunto de renuncias mutuas, que diría Miquel Roca- no se fraguó solo entre partidos políticos, sino que también incluyó a los sindicatos y a la patronal, conocidos a partir de entonces como los "interlocutores sociales". Esto fue así tanto por el prestigio que los primeros alcanzaron durante el franquismo tardío -recuérdese el Proceso 1001- como por la necesidad de encontrar una salida pactada a la terrible crisis económica de la época: las negociaciones de los Pactos de la Moncloa transcurrieron en paralelo al proceso constituyente.

El éxito en la salida de la crisis, por una parte, y en los objetivos democratizador y europeo, por otra, contribuyeron a consolidar a los interlocutores sociales, de modo que estos acabaron disfrutando de una representatividad de facto que iba mucho más allá de la de sus meros afiliados, que es lo único que reconoce la Constitución. Gobiernos de izquierda y de derecha han otorgado a los sindicatos una tutela y un veto implícitos sobre todo "lo social". A ello se debe, por ejemplo, el enorme retraso en la reforma de las pensiones y el fracaso de cualquier intento de reforma en profundidad del mercado laboral. Como escribió un comentarista, los sindicatos se han convertido en la columna vertebral del establishment contrario a la reforma estructural.

Es urgentísimo hacer una reforma profunda del mercado de trabajo, y es muy probable que haya que hacerla contra los sindicatos. Pues bien, hágase. Sí, conllevará un cambio en nuestro sistema político, pero un cambio en la buena dirección: la de dar plena soberanía al Parlamento en temas que, hasta ahora, le llegaban filtrados, cuando le llegaban.

El consenso de 1978 tuvo el gran acierto de integrar los nacionalismos históricos. Era, por aquel entonces, un tema peliagudo -y lo sigue siendo-. La vía elegida para hacerlo fue el Estado de las autonomías, versión café para todos. A lo largo de tres décadas, la descentralización del Estado ha sido muy grande. Salvo en las comunidades forales, que recaudan sus propios tributos, el gasto público se ha descentralizado mucho más que los ingresos y se han producido disfunciones entre las decisiones de gastar y las de recaudar.

La crisis actual ha tenido efectos devastadores sobre los presupuestos autonómicos: los ingresos se han desplomado y las principales partidas de gasto -educación, sanidad, dependencia, justicia...- son muy rígidas. Hay varias comunidades autónomas de régimen común en situación suspensión de pagos parcial. La tentación que tendrá el Gobierno que salga de las urnas el mes que viene de culpar al Estado autonómico del descontrol del gasto será muy grande. Argumentos no le faltarán, aunque las culpas están muy repartidas -recuérdese, por ejemplo, la centrifugación del déficit que produjo la Ley de Dependencia.

En cualquier caso, a mí me parece muy probable que el péndulo comience a moverse en sentido contrario y que se inicie un movimiento recentralizador, basado, también, en la filosofía del café para todos. Esto traerá consecuencias muy graves en lo que respecta a Cataluña. La Generalitat, previendo el movimiento pendular contrario, ha tomado ya rumbo de colisión con el futuro Gobierno central recortando el gasto en aquellas partidas que, como la sanidad, más gente movilizan en la calle, al tiempo que reclama el pacto fiscal. En otras palabras, Cataluña reclama la gestión de sus propios ingresos, asimilándose al régimen foral.

Esto pone en cuestión otro aspecto clave del actual régimen político: el café para todos. La gestión de esta situación va a ser muy delicada y compleja. Vaya por delante mi opinión de que, esta vez, Cataluña no se va a conformar con alguna cesión de competencias o con algo más de dinero: lo que está buscando es un encaje distinto dentro del consenso constitucional.

3. La crisis de moral y de valores
Escribí hace algún tiempo en este periódico que la acumulación de derechos sin contrapartida por el lado de los deberes embrutece a las masas. Esto, más por ignorancia que por otra cosa, escandalizó a algunos, que lo consideraron una ocurrencia mía provocadora y deleznable. No es así: este pensamiento tiene firmes raíces en Ortega y en Kant. Lo ilustraré con un ejemplo. El derecho a no ser despedido del trabajo arbitrariamente tiene que tener como contrapartida el deber de ir a trabajar. Si eso no ocurre, se produce el absentismo laboral, que es una verdadera plaga en las empresas españolas.

Nuestra democracia ha puesto mucho más énfasis en publicitar derechos que en reclamar deberes, y así no puede funcionar bien: ya dijo Montesquieu que la democracia se basa en la virtud, es decir, en el cumplimiento de las obligaciones. La clase política se ha dedicado a adular a las masas para conseguir votos, haciéndoles creer que tienen derecho no solo a recibir algo a cambio de nada, sino de recibirlo a perpetuidad. Todo el mundo tiene derecho a un AVE y a un aeropuerto cerca de su casa, sin ir más lejos. Hay unos Reyes Magos o un Papá Noel implícitos en la democracia española: nunca se menciona quién paga los regalos, quién financia esos derechos sin contrapartida.

En ese caldo de cultivo, la burbuja inmobiliaria empeoró mucho las cosas. Hay pocas cosas tan corruptoras como una burbuja inmobiliaria. Probablemente, el narcotráfico a gran escala que sufren algunos países de América Latina sea peor, pero no se me ocurren más ejemplos. En España, la burbuja ha corrompido a las Administraciones Públicas, muy particularmente a las territoriales, que son las que acaban teniendo la capacidad de decisión sobre dónde y sobre qué se construye; ha corrompido a los partidos políticos sin distinción de credo; ha corrompido a los empresarios en busca de recalificaciones o de permisos de edificación; ha vaciado las escuelas en beneficio del ladrillo o de la hostelería, causando un fracaso escolar masivo y creando grandes bolsas de jóvenes sin ninguna cualificación y con un futuro laboral muy incierto, y ha potenciado un sobredimensionamiento del Estado que ahora resulta financieramente insostenible. El paisaje después de la burbuja es desolador.

Lo ocurrido con las cajas de ahorros es muy ilustrativo de la crisis de moral que nos aflige. Hay una máxima en finanzas que establece que la mejor manera de robar un banco es tener uno. Eso es precisamente lo que ha ocurrido en nuestro país. Las cajas no tienen dueño y nunca han estado gestionadas por angelitos, pero cuando se descentralizó su tutela, pasando esta a corresponder a las comunidades autónomas, la situación cambió a peor. A partir de ese momento, los políticos territoriales no solo decidían dónde y qué se construía, sino, además, quién construía, es decir, qué proyectos tenían financiación y cuáles no.

Todos los partidos políticos, sin ninguna excepción, han intentado controlar las cajas de sus territorios y casi siempre -con alguna grandísima y honrosísima excepción- lo han conseguido. El resultado ha sido catastrófico: de las 45 cajas que había al principio de la crisis no queda hoy en día mucho más allá de media docena de instituciones viables.

Los medios de comunicación han recogido con profusión el saqueo de algunas cajas por parte de sus directivos y de los Gobiernos autonómicos a cuya tutela estaban encomendadas. No están todas las que son, pero es bueno que estas cosas se publiquen.

Mientras ocurría todo esto, ¿por qué no actuaba el Banco de España? Solo se me ocurren tres posibles respuestas: porque no sabía; porque no podía, o porque no quería. Cualquiera de las tres da pie a preguntas muy incómodas. Por razones de salud democrática, creo que estaría bien que el próximo Congreso de los Diputados hiciera estas preguntas.

4. Posdata
Las crisis son tiempo de tribulación, pero también tiempo de oportunidades. La España de 2011 no es la de 1978: no solo ha progresado mucho, sino que tiene potencial para mejorar mucho más. Algunas de las mejores empresas del mundo son españolas. Algunas empresas españolas son líderes tecnológicos mundiales en su sector. Las empresas españolas están compitiendo en los mercados globales y ganando cuota de exportación.

Hay que liberar el potencial de la economía para acabar con las lacras del desempleo, de los subsidios permanentes y de la corrupción. Para ello hay que tratar a los españoles no como menores de edad, sino como ciudadanos. En vez de adularles, hay que razonarles por qué son necesarias las reformas estructurales. Y hay que ponerlas en práctica. La campaña electoral que ahora empezará es una buena ocasión para el debate.
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
Recesiones en cadena en el inmobiliario · ELPAÍS.com

REPORTAJE
Recesiones en cadena en el inmobiliarioEl sector sufre su peor año desde el comienzo de la crisis por el cierre crediticio y el aumento del 'stock'
LL. PELLICER / C. BLANCHAR 30/10/2011

Fue el primer sector que entró en crisis y todo apunta a que será el último en salir de ella. La tormenta que viven las inmobiliarias se asemeja a una matrioska, una de esas muñecas rusas en las que se descubre una dentro de otra. Dentro de una recesión hay otra. Si en 2010 los empresarios advirtieron algún brote verde, la retirada de la mayoría de los estímulos, la crisis financiera y la escalada del paro han dado al traste con el sueño de la recuperación.

En la recta final de 2011, los datos apuntan a un hundimiento de la actividad: la concesión de hipotecas encadena 16 meses de caída, las ventas de viviendas han bajado el 38%, el stock de pisos sigue engrosándose, el derrumbe de los precios ha recuperado la intensidad de 2009 -hasta ahora, el peor año de la crisis- y hasta junio la construcción de obra nueva descendió el 24% respecto al mismo periodo de 2010. Nombres ilustres, como el de Restaura, han caído en el concurso de acreedores tras flirtear con esa posibilidad durante meses.

El salón inmobiliario Barcelona Meeting Point, celebrado recientemente en la capital catalana, fue la foto de esa situación. Solo ocupó un pabellón de Fira de Barcelona y albergó apenas 265 empresas, frente a las 652 de los años del boom. Cajas y bancos, los protagonistas, acudieron con un ejército de comerciales para colocar sus stocks, centenares de pisos embargados y de obra nueva que se han quedado de los promotores. En las salas de debate cundió el pesimismo entre el sector. La recuperación se antoja aún muy lejana.

El presidente del lobby de las grandes inmobiliarias, el G-14, Pedro Pérez, afirma que el sector está viviendo "otra recesión dentro de la recesión", y lo peor es que no hay expectativas de mejora. "Pensábamos que habíamos tocado fondo y acabaremos el año con solo 80.000 viviendas iniciadas y 250.000 desempleados más del sector", lamenta. Coincide con él Ricard Fernández, director general de Habitat. "Pasamos de una primera fase de negación del problema en 2007 a una segunda en 2008 de aceptación, que requirió bajar los precios y resolver problemas corporativos de refinanciación de deuda, daciones en pago y concursos o liquidaciones. Cuando pensábamos que pasábamos a la tercera fase, la de producción de viviendas a precios más bajos, batallamos de nuevo entre la primera y segunda fase", explica.

Los planes de austeridad han impedido que la obra pública y vivienda protegida tomaran el relevo o al menos compensaran la caída de la edificación privada. Y las sucesivas tandas de recapitalización del sistema financiero alejan la posibilidad de que vuelva a fluir el crédito, que el sector ha acostumbrado a usar de forma intensiva. Además, cajas y bancos todavía no han logrado atajar el aumento de la jovenlandesesidad, que en agosto escaló hasta el 7,14%. El consejero delegado de Banco Sabadell, Jaume Guardiola, augura que la entrada de créditos dudosos no se frenará hasta "la segunda mitad de 2012".

Con las ventas en caída libre, la primera complicación sigue siendo la imposibilidad de zafarse del stock de pisos, cuya cifra el Ministerio de Fomento estima en 687.523 viviendas. "Para este año preveíamos reducciones de stock que no se están cumpliendo", constata el consejero delegado de la división inmobiliaria de CatalunyaCaixa, Eduard Mendiluce.

Cada vez que sale a relucir la cifra de pisos nuevos por vender, los promotores recuerdan que ese volumen de viviendas no se reparte por igual en toda España. Germán Flores, director general de La Llave de Oro, una de las principales inmobiliarias catalanas, asegura que en las grandes ciudades y áreas metropolitanas escasean algunos tipos de vivienda, en concreto los pisos de cuatro habitaciones y más de 120 metros cuadrados. Aun así, a su juicio, sin la cooperación de la banca no hay salida posible al callejón del stock. "Hay zonas con sobreoferta. Allí la alternativa es compartir pérdidas: aligerar la deuda a cambio de rebajas de precio para facilitar la salida de los pisos al mercado", afirma.

Pero esa no es la tónica general. Al menos por ahora. José García-Montalvo, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad Pompeu Fabra, opina que promotores y entidades financieras no están "cooperando, sino compitiendo". Contrariamente a lo que denuncia el sector, García-Montalvo sostiene que "el grifo crediticio no se ha cerrado tanto", sino que en realidad "se abrió de forma desmesurada". También puntualizó otra de las afirmaciones que en el último año se viene repitiendo en el sector inmobiliario, muy dado a los mantras. Los promotores aseguran que hay demanda y que esta se está "embalsando" por la falta de crédito. "Puede haber demanda geográfica, pero no solvente. Y si lo es o no depende mucho de los precios", agrega.

Pintan bastos, pues, para los próximos años. Entre tanto llanto, el consejero de Economía de Cataluña, Andreu Mas-Colell, ha tratado de dar ánimos al sector en su cita anual en Barcelona, pese a darle una de cal y otra de arena. No hay apenas espacio para planes de estímulo si no hay una acción coordinada en la Unión Europea, dijo, pero el sector inmobiliario "tiene futuro" en un país turístico y con el auge de la logística.

Antes, sin embargo, habrá que hacer más deberes. Una salida para el sector es su industrialización. Es decir, que pase de ser un negocio a una industria. Lo defiende la directora de negocio inmobiliario de Banco Sabadell, Anna Ribalta. "Deben venir con un estudio de mercado, que no es dar una vuelta por la plaza y hablar con un par de API, sino hacer censos, entrevistas... Dos meses de trabajo, un equipo técnico que trabaje por objetivos, comercialización largoplacista, proyecto financiero", sugiere.


El banco malo
Las divisiones inmobiliarias de los grandes bancos y cajas se han convertido hoy en las principales empresas del sector. Pero no todo el ladrillo es fácilmente drenable para las entidades financieras. El inmobiliario, de hecho, está lastrando su cuenta de resultados por la elevada jovenlandesesidad. Por ello, la banca ha vuelto a poner sobre la mesa la necesidad de crear un banco malo con los activos inmobiliarios problemáticos. El último en defender esta propuesta ha sido el consejero delegado de Banco Sabadell, Jaume Guardiola. "Comienza a tener sentido", afirma.

Guardiola admite que no siempre la creación de un banco malo es la solución -"Irlanda no pudo evitar la intervención masiva de la banca", recuerda-, pero ve esa salida como una alternativa que hay que tener en cuenta ante "la magnitud de la tragedia". Sin embargo, puso el ejemplo de Suecia a principios de la década de 1990, cuando el Gobierno tuvo que inyectar ingentes cantidades a la banca del país después de que esta sangrara a causa del desplome del valor de las propiedades. Paralelamente, Suecia creó un banco malo donde se depositaron los créditos fallidos a cambio de participaciones en la banca.

Guardiola propone crear esa entidad a cambio de que bancos y cajas asuman deuda del Estado. Eso permitiría, a su juicio, desagregar de los balances bancarios 200.000 millones de euros que la banca todavía no ha provisionado, lo que "a medio plazo" permitiría normalizar la circulación del crédito en España. Eso sí, si las exigencias de capital a la banca no siguen incrementándose.
 

jesuscr

Madmaxista
Desde
16 Abr 2008
Mensajes
328
Reputación
111
Lugar
Barcelona
Las constructoras edifican su futuro

Las constructoras edifican su futuro

Los grandes grupos basan su crecimiento en la internacionalización y la estabilidad financiera mientras se especula sobre nuevos procesos de concentración

Aseguran en círculos aledaños a la construcción que la próxima ola de concentraciones se va a producir en el sector. Es una bicha que viene corriendo desde hace meses y de ella llegaron a hacerse eco en el propio Ministerio de Fomento de José Blanco, mientras las principales empresas echaban balones fuera o desmentían directamente la posibilidad. Según los defensores de una nueva concentración -el sector no ha dejado de vivir en medio de procesos de fusiones en los últimos 30 años, dando lugar además a los grandes grupos internacionales actuales-, es "necesaria y conveniente" para afrontar los retos de la globalización y superar la crisis.

Pero lo cierto es que, precisamente, las constructoras españolas están muy consolidadas, han sabido diversificar sus carteras de negocios y diversificarse geográficamente, de manera que ya más de la mitad de su facturación -y en algunos casos, de las dos terceras partes- proviene del exterior.

Ese proceso se produjo como consecuencia de las necesidades de crecimiento, y últimamente con más énfasis, ante la caída de la contratación de obra pública en infraestructuras en España. De tal forma que no hay más que mirar el ranking. De las 20 primeras empresas europeas, seis (ACS, Ferrovial, FCC, Acciona, OHL y Sacyr Vallehermoso) son españolas y una -ACS tras la compra de Hochtief- es líder. Ningún país del entorno tiene más de tres grandes empresas.

Esa es otra de las razones para apostar por fusiones entre las españolas, aunque no sea muy consistente. Es más, los últimos episodios de crecimiento de los grupos españoles han venido por la vía de compras en el exterior tanto en infraestructuras como en servicios. Es difícil aventurar pactos entre las seis grandes, en todo caso sí de las más pequeñas o absorciones de estas.

Por otro lado, prácticamente no hay mes en el que no se anuncie un contrato por alguna parte del mundo en el que no aparezca una o varias empresas españolas (los últimos fueron el AVE del desierto de Medina a La Meca o el tren también de alta velocidad en Turquía). Están en todos los sitios donde hay dinero y liquidez, tienen fama de contar con la mejor tecnología y suelen cerrar sus obras en plazo y con éxito. Mejor credencial imposible para seguir la expansión. "Hay demanda y sabemos hacerlo muy bien, pero falla la financiación", presume una fuente del sector. El objetivo es consolidar las dos terceras partes de su negocio fuera. Además, ejercen un efecto arrastre enorme para otras empresas españolas auxiliares.

Quizá una situación que puede cambiar algunas perspectivas, es la búsqueda de la estabilidad financiera. Durante los últimos años, las empresas de Seopan, asociación sectorial de las grandes, han puesto en marcha programas de desinversión para reducir el apalancamiento y se han desprendido de activos considerados no estratégicos por valor de 30.000 millones de euros. En el próximo ejercicio tienen que afrontar unos vencimientos superiores a los 10.000 millones de euros, sin contar la refinanciación del crédito de Sacyr por 4.900 millones. Esta empresa y ACS tienen posiciones prioritarias en Repsol e Iberdrola, y mientras la primera negocia la venta de parte de su 20%, la otra se mantiene como principal accionista de la eléctrica.

Como contrapartida de ese plan de desinversión, algunas de esas empresas se pueden ver abocadas a ampliar capital e incorporar socios. Esa sería la vía para posteriores integraciones, según las fuentes que apuestan por esa circunstancia.

Pero, de momento, las constructoras continúan batiéndose entre ellas, salvo contadas ocasiones que acuden en una UTE (unión temporal de empresas), en los grandes contratos internacionales. Son los casos que se abren ahora en Chile y, sobre todo, Colombia, donde el Gobierno de Juan Manuel Santos, prepara un plan de infraestructuras que supera los 30.000 millones de euros y que persigue la modernización de carreteras, la ejecución de nuevos corredores ferroviarios hacia los puertos del Caribe y del Pacífico, la ampliación de puertos y la construcción de otros nuevos, la ampliación y acondicionamiento de 23 aeropuertos y la recuperación de varias vías fluviales.

Las seis grandes constructoras (ACS, Ferrovial, FCC, Acciona, OHL y Sacyr Vallehermoso) comenzaron 2011 con una cartera de obras en el exterior por valor cercano a 27.500 millones de euros, cifra que supera la mitad del total de pedidos. Durante el pasado año, el crecimiento de la contratación fuera de España fue del 17%, lo que demuestra el impulso que han logrado en su aventura internacional al que se han visto impelidas por el recorte interno. Además, han ganado a sus principales competidores contratos de postín como la ampliación del Canal de Panamá; el mayor túnel de Europa, en los Alpes; el hospital más moderno del mundo, en Catar; el Ave de Medina a La Meca..
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
España afronta una década perdida · ELPAÍS.com

España afronta una década perdida
El aumento de las tensiones financieras en Europa aleja otra vez la recuperación - Se tardará muchos años en volver a las tasas de paro previas a la Gran Recesión
ALEJANDRO BOLAÑOS - Madrid - 13/11/2011


En su última Cumbre Iberoamericana, hace dos semanas, el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, escuchó en Asunción (Paraguay) los amigables consejos de sus colegas latinoamericanos. Le hablaron de cómo sus países crecen otra vez con fuerza tras penar durante años en un círculo vicioso de ajustes fiscales y asfixiante endeudamiento. De cómo dejaron atrás aquel mal sueño, que comparte el apelativo de década perdida con el estancamiento japonés de los noventa y con los años de estricto racionamiento en Reino Unido, tras la Segunda Guerra Mundial. El mismo calificativo que puede servir ahora para describir el trance por el que pasa la economía española.

La noticia en otros webs

webs en español
en otros idiomas
El FMI pronostica que el desempleo no bajará del 16% hasta 2016

Aún creciendo no se garantiza que se creen suficientes puestos de trabajo

Al afrontar la crisis bancaria no se ha aprendido de los errores de Japón

En estas dos últimas semanas, la confianza en la zona euro se ha roto, la crisis financiera ha ganado en escala. Las alarmas suben de volumen, con variaciones sobre el mismo tema. "Nos enfrentamos con el riesgo de una década de bajo crecimiento y elevado desempleo", sintetizó el pasado martes la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde.

El enorme volumen de endeudamiento acumulado por varias economías avanzadas ya hacía presagiar una recuperación lenta y débil de la Gran Recesión. El activismo de Gobiernos y bancos centrales pareció conjurar el peligro. Fue un espejismo. Los mercados cuestionan ahora el atracón de deuda pública con el que intentó paliarse la flojera del sector privado. La banca vuelva a tambalearse, el crédito escasea. En pocos meses, la recuperación transmuta, otra vez, en recesión.

"Varios países están a medio camino de una década perdida, no hay una institución europea que pueda asumir la deuda soberana y tardará mucho en haberla", resume Keiichiro Kobayashi, investigador del Instituto Rieti, de Tokio.

España queda otra vez mal parada tras el último latigazo de la crisis. En su primer recuento de daños tras la Gran Recesión de 2009, el FMI anticipó que la economía española no recuperaría el nivel que alcanzó antes de la crisis hasta 2014. Con otra recesión en ciernes, todo apunta a que el pronóstico se cumplirá, si es que no se queda corto. "La digestión de los desequilibrios provocados por la expansión de lo inmobiliario y el endeudamiento privado está siendo pesadísima", lamenta Santiago Lago, catedrático de Economía de la Universidad de Vigo.

Pablo Bustelo, investigador del Real Instituto Elcano, matiza que, a tenor de las cuentas del FMI, solo Italia experimenta una década perdida a la japonesa, con un crecimiento bajo mínimos. "Es el único país que va a estar 10 años con tasas inferiores al 1,5%", añade el también profesor de Economía de la Universidad Complutense. Según ese vaticinio, España solo se acercaría al 2% entre 2013 y 2016.

Pero la debilidad en el crecimiento, o su ausencia, es solo indicio de una época malograda. En América Latina, el PIB se subió a una montaña rusa en los años ochenta del siglo pasado, a golpe de devaluaciones y ajustes. Entre los síntomas del mal, una inflación desbocada. La secuela, un montón de años perdidos en la lucha contra la pobreza y la desigualdad.

Bien distinto era lo que estaba en juego en Japón (más bienestar social, el liderazgo económico mundial) durante los años noventa. Y el síntoma principal -una deflación, que agrandó el valor real de las deudas y atrofió el ahorro-, no podía ser más opuesto. Otros factores, como la crisis bancaria o la sequía del crédito, emparentan la década perdida japonesa con lo que experimenta ahora Europa. Dentro de la zona euro, es el brusco deterioro del empleo lo que identifica una década perdida a la española.

La tasa de paro en Japón, donde aún influye la tradición del empleo vitalicio, pasó del 3% al 5,5% durante su década maldita. Italia enfila ahora el 9%, cuando antes de la crisis partía del 6%. Nada que ver con el brutal repunte del desempleo en España: si en 2007 había bajado al 8%, en estos meses el 22% de la población activa está sin trabajo.

"La tasa de paro seguirá alrededor del 20% hasta, al menos, 2014 si no cambia radicalmente el entorno económico europeo", sostiene el catedrático Lago. La economía española solo pasó por algo parecido durante la década de los noventa, cuando acometió una reconversión industrial y un intenso ajuste público tras sufrir el embate de una crisis por el tipo de cambio de la peseta. Entonces enlazó cinco años con tasas de paro por encima del 20%. Pero no es lo mismo: con los criterios actuales, aquella estadística habría arrojado resultados menos abultados. Y, sobre todo, el punto de partida era diferente. En los años ochenta, con una economía en vías de modernización, casi nunca se bajaba del 16%. En los primeros años de este siglo, ya en la zona euro, la tasa de paro se ancló en el 11%. Y el frenesí constructor llegó a reducirla al 8%.

El FMI cuenta con que la tasa de paro española no baje del 16% hasta 2016. Eso sin haber tenido en cuenta el nuevo mazazo en el mercado laboral, que llegó a los cinco millones de parados este verano. Tantos años con altos niveles de desempleo obligarían a replantear otra vez como financiar el estado del bienestar, las pensiones o el sector público.

Aún con crecimiento, "esta vez no está garantizado que vayan a generarse suficientes puestos de trabajo", avisa Javier Andrés, catedrático de Economía de la Universitat de València. Andrés cita los efectos de la competencia de países emergentes y la falta de formación (menos relevante en el boom del ladrillo) como condicionantes de una recuperación sin empleo.

Pero para el profesor de la Universitat de València, lo más significativo es la reacción de las empresas españolas al choque económico: muchos despidos, sí, y también jornadas laborales más extensas para los trabajadores que quedaban en plantilla. Es algo insólito entre los países avanzados y, en opinión de Andrés, un argumento esencial para abordar otra reforma laboral. "Hay que incentivar el reparto del trabajo para ganar productividad", plantea.

"La reforma laboral debe ser prioritaria para el nuevo Gobierno, le pese a quien le pese", defiende Javier Díaz-Giménez, profesor de Economía en la escuela de negocios IESE. En los albores de la crisis, Díaz-Giménez advirtió de que el Gobierno de Zapatero podía haberse precipitado al retirar estímulos fiscales, al anunciar una subida del IVA. "Eso era entonces, cuando aún ni se hablaba del primer rescate a Grecia, ahora hay que seguir reduciendo gastos, la alternativa es salirse del euro", concluye.

El debate sobre el margen de actuación del Gobierno para incitar el crecimiento es enconado. "En 1997, Japón cometió un error clamoroso al subir el IVA. Aquí quizás nos hemos apuntado a la austeridad demasiado pronto", opina Bustelo. "Hay que suavizar el ajuste fiscal", añade Lago, que se confiesa "poco creyente" en los "efectos milagrosos de una nueva reforma laboral".

En lo que sí hay coincidencia es en que, al afrontar la crisis bancaria, no se aprendió la lección de Japón. "Se tenía que haber utilizado, de forma masiva y de una vez, el dinero del contribuyente para sanear los balances", afirma Kobayashi. En otras palabras, soportar el enorme coste político de inyectar dinero público al sector que ahijó la crisis, en la confianza de que el crédito volvería a aflorar.

Ante la parálisis bancaria y la senda de ajustes fiscales y reformas que transitan ya los países más vulnerables, el investigador del Instituto Rieti se apunta a la creciente corriente de opinión entre los expertos que reclama una intervención mayor a Alemania y el Banco Central Europeo. "La zona euro está diseñada para una convergencia fiscal paulatina. Cambiar eso de la noche a la mañana sería indefendible ante los contribuyentes alemanes", opone Díaz-Giménez.

El profesor del IESE resume la situación con una imagen perturbadora: "España está en un laberinto, dentro de un caos". En ese mismo caos de primas de riesgo encendidas, Alemania es capaz de endeudarse sin coste, de preservar una tasa de paro minúscula, de cosechar más ingresos fiscales que nunca. La década perdida en la que se adentra la economía española amenaza con consagrar, por la vía de los hechos, la Europa a dos velocidades que inflama tantos debates retóricos.
O DOS


ENTREVISTA: RICHARD KOO Economista jefe del banco de inversión Nomura
"Si la economía española sigue con los ajustes, le esperan dos décadas perdidas"



"Si la economía española sigue con los ajustes, le esperan dos décadas perdidas" · ELPAÍS.com
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
Por qué Alemania dice 'no' · ELPAÍS.com

REPORTAJE: Primer plano
Por qué Alemania dice 'no'Angela Merkel se niega a que el BCE ayude a los países del sur. Podría cambiar de opinión si la crisis empeora, pero se arriesga a que ya sea demasiado tarde
CLAUDI PÉREZ 18/12/2011

Las dos hileras de dientes afilados son la prueba de que los lobos no se alimentan de sueños. Las mandíbulas afiladas de Berlín son la línea U-8 del metro, que recorre la ciudad de Norte a Sur, y el tren metropolitano S-Bahn, que atraviesa la capital alemana de Este a Oeste. Si hay que pasar a la categoría (Alemania es rica y manda más que nunca; Berlín es menos rica, pero sexy), lo mejor es hacerlo sin perder la anécdota de vista: viendo la capital alemana desde el vagón, no parece que esta sea la tierra prometida.


El país hizo sus deberes: congeló sueldos y reformó el mercado laboral

"¿Y quién comprará los BMW en el sur de Europa?", dice una experta

Para la oposición, los recortes son otra revolución conservadora

"Ahora les toca a otros apretarse el cinturón", dice una señora en el metro

La obsesión por la austeridad se apoya en un miedo atávico a la inflación
El expediente tiene una mancha: la gran desigualdad entre ricos y pobresLos mil matices paradójicos que forman el tejido de un país dejan en Alemania una fenomenal historia de éxito si se atiende a las grandes cifras. Una economía que en plena debacle europea crecerá al 3% este año, una industria competitiva que exporta a manos llenas, cuyo paro está en mínimos históricos, cuyas empresas son la envidia del Atlántico norte, cuya deuda paga intereses misérrimos mientras en otros lugares el incendio fiscal es abrasador. Esa especie de paraíso de la economía, la disciplina y el rigor tiene su contrapunto en la línea U-8: la capital alemana es fascinante -marca tendencia en moda, diseño, música-, pero a la vez basta un paseo en metro para quedarse con otro Berlín en la retina. El de los barrios destartalados de esta ciudad eternamente inacabada; el de los pobres que aparecen y desaparecen en las estaciones; el paisaje de alcohol, drojas e inseguridad de algunos rincones anecdóticos, pero impactantes, a solo unas paradas del centro. Aquí y allá, vislumbres de esos siete millones de alemanes que ganan 400 euros al mes con los denominados miniempleos: "Lo que en España o Italia son parados, en Alemania son subempleados", apunta una mujer de mediana edad desde su asiento tras enterarse de que hay un periodista español en el vagón tratando de explicar qué diablos piensa Alemania de Europa. "Aquí no somos tan ricos. Por eso estamos en contra de los rescates. Porque no somos tan ricos y porque mucha gente como yo teme por la pensión y los ahorros, porque llevamos 15 años apretándonos el cinturón y ahora les toca a otros".
Les toca a otros: argumentos nacionalpopulistas que han brotado tras unos años en los que, efectivamente, Alemania hizo los deberes, activó duras reformas, congeló los sueldos, transformó el mercado laboral y puso los cimientos de la solidez económica que ahora muestra, solo manchada por la desigualdad galopante entre ricos y pobres. Clichés, tópicos, gratuidades racionalizadoras y moralizadoras: de eso, entre otras cosas, está hecho el discurso en Alemania (los vagos del sur que llevan años viviendo por encima de sus posibilidades y han puesto en peligro el euro). De la misma manera, esos lugares comunes se aplican en el resto de Europa para definir a Alemania (ese país espartano que quiere imponer disciplina, austeridad luterana y rigor fiscal a todo un continente de pecadores fiscales). Un discurso peligroso por ambos lados. Pero un discurso que cala incluso en las élites: "Alemania se ha convertido en el acelerador de la regresión de la solidaridad que afecta a toda Europa", ha dicho el filósofo de cabecera de Alemania, Jürgen Habermas.

"¿Por qué Europa?", se preguntaba la canciller Angela Merkel en el Bundestag, cámara baja del Parlamento alemán, allá por 2006. La respuesta era relativamente sencilla antes de la madre de todas las crisis: Europa es el primer destino de las exportaciones alemanas, el euro ha sido una moneda estable y ha mantenido embridados los precios durante una década; Alemania, a pesar de todo, está teniendo una crisis estupenda, y ese sortilegio de la "Alemania europea" de los Adenauer, Kohl y compañía ha mantenido bajo control a los demonios tradicionales del país: el miedo a que resurjan extremismos de cuyo nombre nadie quiere acordarse.

Pero eso era antes. La crisis es una especie de gozne para esa historia de amor entre Alemania y Europa que ha caracterizado los últimos 60 años, los posteriores a la tierra quemada de la II Guerra Mundial. Todo eso está cambiando. No hay desamor, pero quizá puede que haya algo de desencanto. "Europa es mi pasión, pero es una pasión a la Merkel", ha dejado dicho la propia canciller: Europa se ve desde las calles de Berlín, y desde algún despacho oficial, con cierta desconfianza. Y viceversa: la mecha de la germanofobia prende en toda Europa. "Alemania: es hora de que aprendas cuán implacablemente se te odia", escribe el sociólogo Ulrich Beck en su último libro.

La Alemania europea ha dejado paso a una Europa más alemana que nunca. Los acuerdos de la última cumbre europea son una especie de diktat, algo que en Grecia algún periódico ha llegado a llamar, en un exceso propio de estos tiempos excesivos, IV Reich: austeridad, disciplina fiscal, sanciones para los incumplidores, reglas de déficit cero en las constituciones, cambios en los tratados y todo ese lenguaje de cartón piedra de esta época con el sello inconfundible del método alemán. Merkel ha conseguido todo lo que quería. Pero, atención, "esta crisis es financiera y está provocada por los excesos de los últimos años, por la acumulación de deuda privada, por los graves desequilibrios comerciales europeos, de los que Alemania tiene parte de culpa. No es un problema de deuda pública, aunque Merkel se empeñe e imponga austeridad y dogmas. No va a funcionar: vienen tiempos de depresión y todo eso volverá hacia Berlín como un bumerán: ¿quién va a comprar BMW dentro de un par de años en los tradicionales mercados alemanes del sur de Europa con esta cura draconiana?", cuestiona Ulrike Guérot, del think tank CEPR.

Pero ese acuerdo es el que quería Merkel. El guion de Europa lo escribe Merkel, y como mucho lo explica Sarkozy: la canciller se ha hecho con las riendas de la UE y el mundo entero escruta cada uno de sus gestos para saber cuál va a ser su próximo paso. Que nadie espere trucos: "Esta crisis no se puede resolver con una varita mágica", dijo en agosto. Merkel no va a ejercer de hada madrina, pero el suyo es el asiento del conductor. La pregunta es qué liderazgo va a ejercer. Y para ello hay que bucear en su currículo.

El itinerario personal de la canciller es conocido: hija de un pastor protestante, creció en el Este, tiene formación científica y una vocación política tardía: el día en que cayó el Muro se quedó en la sauna, y solo al caer la noche se dio un corto paseo por el Oeste. En medio de la deriva euroescéptica de Alemania, de Europa entera, su liderazgo está en perpetua crisis: la UE solo avanza a golpes, y ni los alemanes ni los europeos parecen cómodos con el liderazgo de Berlín. Para entender a la democristiana Merkel hay que fijarse en la desconfianza que se ha granjeado en Bruselas, pero también en Atenas, Lisboa, Dublín, Madrid y Roma. Y hay que poner el oído en lo que dice la gente que va en el metro de Berlín. Y quedarse con un par de anécdotas que puede que expliquen algunas cosas. Una: conoció a su primer marido, Ulrich Merkel, en la universidad. Durante tres años compartieron un apartamento en Berlín mientras ella completaba su doctorado en Física. Un día, mientras Ulrich estaba fuera, simplemente se fue. Sin previo aviso. De todo lo que compartían solo cogió la nevera. Su biógrafo cuenta que esa es Angela Merkel: una mujer que se va de casa con la nevera. Y dos: cuando estaba en la escuela, en su primera clase de natación decidió quedarse tumbada en el trampolín, incapaz de saltar al agua. Mientras los demás chapoteaban, ella no acababa de lanzarse: solo cuando sonó el timbre que anunciaba el final de la clase decidió tirarse. A ultimísima hora, sobre la campana.

"Esa historia se anticipa varias décadas a lo que ha ido haciendo la canciller a lo largo de esta crisis: Merkel se ha negado a dar un solo paso hasta que ya no ha tenido más remedio; pero al final ha avanzado, rompiendo incluso algunos tabús", apunta Joachim Bitterlich, exasesor de Helmut Kohl. "Esa anécdota funciona incluso como un indicio de lo que puede ocurrir: la canciller ha impuesto sus ideas, pero se sigue negando a aceptar a cambio soluciones como los eurobonos o la compra masiva de deuda, que levantaría ampollas entre los alemanes, en el Bundesbank y en Karlsruhe [sede de un Tribunal Constitucional temido en Europa]". Merkel tiene que lidiar con el ala derecha de su partido y con los liberales, que no aceptan esas salidas por razones históricas, por el miedo a la inflación, porque la gente de la calle tampoco las quiere. "Pero Europa está ante un momento muy difícil. Las decisiones que ahora se tomen marcarán el futuro de una generación. Para cambiar ese discurso euroescéptico que se impone hace falta liderazgo, visión de futuro, una narrativa clara de la Europa que queremos. Merkel ha dado pasos en esa dirección, pero carece de esa visión: carece del tipo de liderazgo capaz de arrastrar a la ciudadanía", sostiene Bitterlich en su despacho del grupo Veolia, a cuatro pasos de la Puerta de Brandeburgo.

Fuera de Alemania, las sensaciones son parecidas. El expresidente español Felipe González ha pasado por Berlín esta semana y deja sus impresiones en declaraciones a este periódico: "Es evidente que la Alemania europea que quería Kohl y la generación de líderes alemanes de esa época está desapareciendo. Merkel cree que el resto de Europa tiene que seguir pautas alemanas. Es un error, en primer lugar político, pero también económico, con graves consecuencias para el conjunto de la Unión, incluida Alemania". González deja un toque de atención: "Políticamente se están generando pulsiones nacionalistas en todos los países. El nacionalismo, con sus secuelas de populismo y rechazo al otro, ha sido el bichito destructor de Europa durante un siglo". Y discute el recetario aprobado en Bruselas con el sello alemán: "Se está haciendo poco, tarde y mal. Se olvida que el problema del euro no es de solvencia, aunque haya que controlar rigurosamente y con ritmos adecuados los déficits y la deuda, sino de liquidez y crecimiento generador de empleo. Esto es precisamente lo que estamos agravando con decisiones equivocadas, que nos llevarán a una contracción económica brutal: el efecto será más paro, más ajuste, más dificultad para reducir los desequilibrios que se pretenden combatir. Como se siga en esta deriva, vamos a provocar innecesariamente problemas de solvencia. Alemania cree que será inmune a las consecuencias de la contracción de las economías de Italia, España, Francia y otros; no será así. He percibido que no hay una sola posición en Alemania, por eso tengo esperanza de que las cosas cambien. Aunque debo reconocer que será (una vez más) muy tarde y demasiado doloroso para los ciudadanos que no provocaron la crisis".

Las razones de los alemanes son poderosas: pertenecen al ámbito de la historia económica, pero también al de la sociología económica. Alemania tiene un miedo atroz a las subidas de precios, pero no solo por las archicitadas razones históricas, la famosa hiperinflación de Weimar. Los alemanes son grandes ahorradores, y la inflación funciona como un impuesto que se come los ahorros. De ahí que no guste la compra de bonos por parte del banco central -que, salvo en Alemania, se percibe como la única salida del laberinto europeo a corto plazo- por sus efectos nocivos si la inflación aumenta. "No sé si queda claro: no a los eurobonos, no a la compra masiva de bonos", reitera Merkel en cada una de sus comparecencias. Aunque incluso Berlín empieza a abrir la mano: entre bastidores se considera que, en última instancia, si a Europa se le va de las manos la disciplina de mercado impuesta por Alemania, el BCE podría abrir fuego. Pero no ahora: ni la situación es tan grave, sostienen varias fuentes en Berlín, ni se han hecho las reformas imprescindibles para que los alemanes se traguen esa píldora.

Un portavoz del Ejecutivo lo expresa así: "El problema básico al que se enfrenta la zona euro es la falta de confianza en la capacidad de algunos Estados para hacer frente a sus deudas. El camino a seguir es una unión fiscal: 26 países han decidido ir por este camino. El Gobierno alemán cree que cualquier decisión a favor de los eurobonos ahora estaría enviando una señal equivocada, destruyendo cualquier incentivo para hacer lo que se tiene que hacer. El desequilibrio entre una unión monetaria y las políticas fiscales todavía nacionales tiene que ser superado. Al final de todo, si ese proceso es un éxito, será posible volver a pensar en instrumentos de deuda comunes [eurobonos]. Pero solo después de haber establecido una verdadera unión fiscal". Ese último matiz es importante. La traducción libre de esa doctrina es la negativa a las compras de bonos, la negativa a los eurobonos, el ya mítico nein merkeliano a todo. Pero solo por ahora: las cosas pueden cambiar y después del palo (en forma de recortes) vendrá la zanahoria (el bazuca del BCE, eurobonos).

Pero en Berlín hay voces disonantes. Achim Post, secretario internacional del socialdemócrata SPD, recuerda que los continuos palos en las ruedas de Merkel y su Gobierno a la solución al problema europeo "le han hecho perder elecciones en un land tras otro: eso demuestra que la respuesta que quiere la gente no es más nacionalismo, sino más Europa. La austeridad es la vía equivocada: las desigualdades están creciendo en Europa, e incluso en Alemania, con estos programas de recortes que no son más que una segunda revolución conservadora. Las socialdemocracias europeas se suicidaron hace años cuando abrazaron ese ideario. Es hora de cambiar". Las elecciones se celebrarán en 2013: de momento, las encuestas muestran un empate virtual entre el partido de Merkel y los socialdemócratas, un desplome de los liberales y un rápido ascenso de los Verdes. La gestión de la crisis será fundamental. Y ahí Merkel, de momento, no las tiene todas consigo.

En la academia hay también voces que disparan en contra de la gestión del Gobierno. Sebastian Dullien, de la Universidad HTW, opina que Merkel "no ha entendido una sola palabra de qué va esto". "Sigue convencida de que los excesos fiscales causaron la crisis y que hay que apretarse el cinturón. No hay una sola voz en el Gobierno que reclame una estrategia de crecimiento para Europa, que pasa por aumentar el consumo interno en Alemania: por un plan de estímulos potente. A cada declaración desafortunada de Merkel, Alemania paga menos por su deuda y provoca aumentos de los tipos de interés en Italia, en España, incluso en Austria, Bélgica o Francia. Eso puede acabar trayendo problemas". El economista Joerg Bibow es aún más duro: "Merkel ha ido por detrás de los acontecimientos y sigue escuchando a asesores borrachos de ideología económica alemana: los viejos dogmas antiinflacionistas, esa locura de la disciplina de mercado que puede provocar una crisis existencial en Europa". "Merkel solo ha dado un paso atrás, y muy suavemente, cuando ha visto que también a Alemania llegará la recesión en 2012", declara. Aunque quien más claro lo dice es uno de los sabios del comité de asesores económicos de Merkel, Peter Bofinger, un economista keynesiano en Alemania: "Mi impresión es que Berlín quiere una camisa de fuerza para sus socios basándose en la fe completamente equivocada en que la rectitud fiscal es la clave para estabilizar el euro. Pero confío en que al final el BCE se atreva a dar el paso".
Pero Merkel no escucha esas críticas. Al contrario: cierra filas con la austeridad y la disciplina. Su definición de unión fiscal supone un ajuste deflacionario y sin eurobonos. Alemania se ha atrincherado ahí, y no cabe esperar ni el bazuca del BCE ni los esquemas de garantía de deuda que serían los eurobonos a corto plazo, al menos hasta que vuelvan los líos -que volverán- a los mercados de deuda. Europa ha hecho todo, prácticamente todo lo que Alemania quería; cabe preguntarse qué más tendrá que pasar para que Berlín abra la mano. Porque el drama no ha acabado. España y sobre todo Italia tienen ante sí un 2012 peliagudo, una recesión profunda y multimillonarios vencimientos de su deuda. "Los mercados son los mercados", decía hace unos días Jacques Delors en un remedo de aquel genial "fútbol es fútbol", y están esperando esa señal para mostrar los colmillos. Puede que Europa necesite ser más alemana, pero es seguro que necesita una Alemania menos alemana, una Merkel con un enfoque menos moralista ahora que la historia llama a su puerta. Los lobos están cerca, y ya dijo el poeta que dos hileras de dientes afilados son la prueba irrebatible de que ni siquiera en esta Europa que se empeña en precarizar su identidad, su viejo modelo económico y social, se alimentan de sueños.
 

BLICHON

Madmaxista
Desde
15 Sep 2006
Mensajes
2.381
Reputación
7.367
La necesidad de exportar · ELPAÍS.com

TRIBUNA: Laboratorio de ideas JOSÉ LUIS LEAL
La necesidad de exportar
JOSÉ LUIS LEAL 29/01/2012


A finales de diciembre, el Gobierno adoptó una serie de medidas que, aunque probablemente necesarias, habrían requerido algo más de discusión, pues no suele ser frecuente en los países avanzados que se aumente en nada menos que siete puntos la tarifa marginal del impuesto sobre la renta sin más trámite que una breve discusión parlamentaria a posteriori. Hay que añadir, en descargo de la precipitación, que el reconocimiento oficial de un déficit público bastante mayor que el esperado (8,2% del PIB en vez del 6%) hizo temer un fuerte aumento de la prima de riesgo de nuestra deuda pública con el consiguiente encarecimiento de su financiación.


Lo que sería muy peligroso es quedarse en el ajuste presupuestario, por muy urgente que este sea

El objetivo de déficit para este año comprometido con Bruselas consiste en alcanzar el 4,4% del PIB, por lo que será necesario reducirlo en casi cuatro puntos porcentuales, equivalentes a unos 40.000 millones de euros, lo que provocará, inevitablemente, un fuerte impacto contractivo sobre la demanda interior de la economía. No es de extrañar por ello que el Banco de España haya revisado a la baja las perspectivas de crecimiento para España, augurando una caída del 1,5% del PIB para este año.

Es indudable que el nuevo Gobierno se enfrenta a un importante desafío. Sin embargo, lo que sería muy peligroso es quedarse en el ajuste presupuestario, por muy urgente que este sea. Para superar la crisis es necesario que vuelva el crecimiento económico, y para alcanzar este objetivo es preciso conseguir un incremento importante de las exportaciones, como han hecho antes que nosotros los países asiáticos o, más cerca de nuestras fronteras, los países del norte de Europa.

La crisis actual de nuestra economía es, fundamentalmente, de sobreendeudamiento, y para superarla lo primero que hay que hacer es comenzar a reducir la deuda, tanto pública como privada. A finales de 2010, España tenía una deuda neta frente al resto del mundo equivalente al 89% de su PIB, cifra bastante mayor que la italiana (24%) o la francesa (10%), por no hablar de la posición acreedora de Alemania. Es preciso comenzar a devolver el ahorro que nos han prestado, y para eso solo hay un camino compatible con el crecimiento: aumentar las exportaciones de bienes y servicios.

A lo largo de la primera década de este siglo, España conoció una auténtica explosión de endeudamiento privado, directamente relacionada con la burbuja de la construcción, que produjo fuertes déficits en la balanza por cuenta corriente hasta superar el 10% del PIB en un solo año, cifra realmente escandalosa que, sin embargo, apenas mereció comentario alguno por parte de las autoridades económicas. Se pensaba entonces que la moneda única nos permitiría financiarnos indefinidamente sin problemas, sueño del que hemos despertado bruscamente con la llegada de la crisis.

Hubo también otras razones, entre las que se encuentran las inversiones llevadas a cabo por empresas españolas en el exterior. El problema con que se encontraron fue que el ahorro interno no era suficiente para financiar su expansión internacional, por lo que tuvieron que recurrir al ahorro exterior intermediado por un sistema financiero que hoy también debe ajustar sus posiciones. No es fácil poner en marcha empresas multinacionales en países de talla media con importantes necesidades de inversión y con tasas de ahorro poco elevadas. Desde esta perspectiva, hay que reconocer que la internacionalización de nuestras empresas ha sido un éxito, pero que, inevitablemente, ha tenido un precio.

El problema actual consiste en cómo reducir el endeudamiento sin dañar, o dañando lo menos posible, al crecimiento. Según los cálculos del FMI, para estabilizar el nivel de nuestra deuda exterior se requiere que el déficit de la balanza por cuenta corriente se sitúe en el entorno del 2% del PIB. Para reducir el endeudamiento es preciso alcanzar el equilibrio o, eventualmente, un excedente en nuestras cuentas con el exterior, lo que no será una tarea fácil. Hay que tener en cuenta que el pasado año, a pesar de la caída de la demanda interna, el déficit por cuenta corriente se situó, probablemente, alrededor del 3% del PIB. Por otra parte, las previsiones económicas más recientes vaticinan el estancamiento de la zona del euro, hacia la que aún se dirigen más de la mitad de nuestras exportaciones, y un crecimiento moderado del resto de nuestros mercados, lo que hace más difícil la tarea de alcanzar el equilibrio.

Pero no todo son problemas. A lo largo de la pasada década, las exportaciones de bienes y servicios españolas han conseguido mantener, en líneas generales, su cuota de mercado en los intercambios mundiales: hemos perdido un poco en mercancías y hemos ganado en servicios. Se trata, en cualquier caso, de un resultado más que honorable si nos comparamos con Francia o Italia, que han perdido una parte sustancial de sus cuotas de mercado. Asimismo, hemos reducido nuestra dependencia de la zona del euro: de 1999 a 2010, las exportaciones de mercancías hacia esa zona pasaron del 62% al 56% del total, y en los 11 primeros meses de 2011 el porcentaje se redujo hasta el 53,1%.

Avanzamos en la buena dirección, pero hay que acelerar la marcha para que el sector exterior pueda compensar las consecuencias del ajuste sobre la demanda interna. La política económica del nuevo Gobierno ganaría bastante en claridad si se estructuraran las acciones que es necesario emprender en torno a este eje fundamental, ya que mejorar las exportaciones requiere un plan coordinado desde el principio hasta el final, desde la mejora del aprendizaje y la formación profesional hasta la agilización de los mecanismos de transmisión de los resultados de la investigación a las empresas o la movilización del servicio exterior en apoyo de la exportación, como hacen, desde hace mucho tiempo, los países con los que competimos. Se han anunciado algunas decisiones que van en este sentido, pero falta un diseño general y una explicación que sea coherente con los fines perseguidos y que además pueda ser percibida por todos como una tarea nacional que nos permita superar la crisis.

El camino por recorrer es largo y complejo. La debilidad de la demanda interna ha impulsado a las empresas a buscar nuevos mercados fuera de nuestro país, pero para consolidar y desarrollar las posiciones alcanzadas es preciso revisar todo el proceso productivo. El objetivo de transformarnos en un gran país exportador es una de las pocas ideas estructuradoras que pueden compensar, desde el punto de vista económico, los rigores del inevitable ajuste presupuestario. Ojalá estemos en el inicio de un nuevo tiempo para nuestra economía.
 

El_Presi

El Padrino II Revolution
Miembro del equipo
Desde
30 Jun 2006
Mensajes
28.344
Reputación
16.856
Lugar
Ecatepunk
Todos desconfían de España | Economía | EL PAÍS

Todos desconfían de España
El agresivo objetivo de déficit y el sector financiero encienden el riesgo país
Amanda Mars Madrid 15 ABR 2012 - 00:43 CET

Luis de Guindos tiene hora con Mario Draghi como quien la tiene con un médico especialista. España padece síndrome de abstinencia una vez que los efectos curativos de los manguerazos de liquidez del Banco Central Europeo (BCE) a la banca se han evaporado y el ministro de Economía tiene previsto reunirse con el patrón del organismo el próximo martes, después de una semana de horror en los mercados, la peor en los más de 100 días de Gobierno de Mariano Rajoy. Nunca como esta semana había este Ejecutivo negado tantas veces que la economía española necesite un rescate, una intervención, nunca como ahora había mentado tanto la bicha.

Fuentes del Ministerio de Economía explican que solo se trata de una visita de cortesía dentro de la gira europea que emprende Guindos —también estará en París— “para explicar las reformas”. Es decir, enseñar los números e intentar convencer de que sí será capaz de recortar el déficit del 8,5% al 3% en dos años y que, dicho sea de paso, pagará sus deudas. Todo, con una recesión económica del 1,7% este año. Madrid siente que ha hecho los deberes: ha elaborado los presupuestos muy austeros, ha anunciado otras reformas para ahorrar en sanidad y educación y tiene en marcha su reforma financiera.

Pero los inversores huyen de la deuda española, la Bolsa está en el peor nivel desde marzo de 2009, la banca sufre para financiarse y Bruselas se reserva su visto bueno a los Presupuestos. España, la cuarta economía europea, preocupa en la Eurozona.

Charles Wyplosz, profesor de Economía Internacional de la Graduate School, recuerda que España “ha tenido una buena trayectoria en disciplina fiscal antes de la crisis, no como Grecia y Portugal, pero los mercados temen el potencial volumen de las pérdidas del sistema financiero una vez el precio de los pisos toque suelo”. Wyplosz describe entonces un círculo vicioso: “Algunas entidades grandes y pequeñas quiebran. El Gobierno las rescata. La deuda pública de repente se dispara y el Ejecutivo no tiene más opción que impagar parte de su deuda, así que los bancos, que tienen toneladas de deuda pública en sus carteras, quiebran de nuevo, y el círculo sigue girando”. En esta situación, advierte, “la austeridad no tiene sentido y agudiza la recesión, lo que hace difícil cumplir el presupuesto”. Así que “cuanto más aprieta Rajoy, más crece la desconfianza”.

La desviación del dato de déficit del 2011 (8,5%, frente al 6% prometido) y la rebaja de la meta (del 4,4% al 5,3%) han abonado la incertidumbre. La capacidad de España para crecer y la suficiencia de la reforma financiera en marcha provocan dudas.

Los bancos españoles habían jugado infiltrados por las inyecciones de capital del BCE desde finales del año pasado (dos subastas de crédito por valor de más de un billón de euros a tres años) y la fórmula funcionó para España (y también Italia): las entidades logran dinero prestado al 1% y los invierten en bonos con más rentabilidad, con lo que ganan esa diferencia y la prima de riesgo del país se alivia. Pero el sector ha entrado en una peligrosa relación de dependencia del BCE y, como consecuencia de estos manguerazos, en marzo captaron un cifra récord de 316.343 millones en el organismo, el 28% del total del Eurosistema.

Al secretario de estado de Economía, Jaime García-Legaz, se le escapó el viernes que, sin los fondos del BCE, España estaría “muerta”, aunque luego matizó que se refería a la situación de toda Europa y que más bien aludía a que el banco central debía seguir comprando de bonos.

La prima de riesgo de España (se mide por el diferencial de interés que pagan los bonos a 10 años respecto a los alemanes, que se considera la referencia más fiable) se ha instalado por encima de los 400 puntos básicos (o cuatro puntos porcentuales) y tocó los 433 el martes. Ese día, el interés que se le exigían a la deuda española ya emitida rozó el 6%.

“Por encima de los 400 suben los costes de renovación de deuda pública, hay dificultades de financiación para las empresas y los mercados de deuda se cierran para las entidades bancarias y empresas, pero no es tanto un problema de líneas rojas como del tiempo que se permanece en un nivel elevado de prima de riesgo”, explica Santiago Carbó, catedrático de la Universidad de Granada y analista de Funcas. “El BCE puede que tenga que continuar comprando bonos si es preciso y, sobre todo, si se emiten señales de que los gobiernos nacionales están haciendo esfuerzos fiscales y reformas significativas. Si el BCE deja de comprar y la UE tampoco hace su papel, la debilidad es obviamente mayor”, alerta. Y lamenta que Europa “no ha sido capaz de establecer un cortafuegos operativo, creíble y eficiente”.

José Carlos Díez, de Intermoney, alerta de la fuga de inversión extranjera de la deuda pública: 25.000 millones solo en el mes de febrero y critica que “el BCE llega tarde y con poca intensidad”.

La mayoría de analistas descartan que España necesite un rescate a la griega. Pero la posibilidad de que los bancos acudan al fondo de rescate europeo sí se empieza a sugerir desde algunos sectores en Bruselas. Fuentes de Economía recalcan que “ni el Tesoro Público ni los bancos españoles tienen problemas de liquidez, tienen más problemas de financiación es en las comunidades autónomas”.

Las regiones, incumplidoras con los objetivos de déficit de 2011, son otro de los motivos de dudas. Ahora tienen que reelaborar sus cuentas para adaptarlas al ajuste de los Presupuestos. El catedrático Guillem López-Casasnovas avanza que será duro. “No se van a poder hacer consolidaciones fiscales por consenso a 17, ni puede el Gobierno obviar unas competencias estatutarias constitucionalmente otorgadas”. Y se revuelve: “La gran revelación que hizo el PP en su acceso a las cuentas públicas de que el déficit real era el 8,5%, y no el 5,8%, del PIB culpabilizó a las autonomías y generó en los mercados un mar de dudas sobre el comportamiento financiero de éstas”, pero “los datos dicen que el 90% de aquella diferencia se debió a la desviación de los ingresos: un error de previsión atribuible enteramente al gobierno central. Funcionando las comunidades con anticipos y con la rigidez del gasto que gestionan, no tenía sentido exigir a corto un ajuste imposible”.

El profesor es duro: “No creo que ningún analista se crea una hoja de ruta en la que las voces dirigentes divergen, en la que se mantengan tabúes, personajes irresponsables en puestos de responsabilidad empresarial, zombis financieros protegidos, o líneas rojas en gasto social que intenten engañar con cierto populismo a una sociedad que está madurando a golpe de realismo”. “La parte positiva —añade— es que aún depende de todos nosotros enmendarlo”. La negativa es que el tiempo corre en contra.
 

El_Presi

El Padrino II Revolution
Miembro del equipo
Desde
30 Jun 2006
Mensajes
28.344
Reputación
16.856
Lugar
Ecatepunk
¿Un salvavidas para la banca? | Economía | EL PAÍS

¿Un salvavidas para la banca?
Los expertos creen que si los bancos españoles acuden el fondo de rescate europeo se consideraría casi igual que una intervención de España
Íñigo de Barrón Madrid 15 ABR 2012 - 00:28 CET

No es una impresión. Ni un “sentimiento del mercado”, como se suele decir. Es un hecho cierto, demostrado, y una condena: cada vez que se golpea al sector financiero español en Bolsa, sube la prima de riesgo. Es decir, cuando arrecian las dudas sobre la salud de los bancos, se ataca a la deuda española y el efecto llega al bolsillo de todos los españoles porque el Estado paga más para devolver lo que debe (o debemos).

También sucede al contrario. Si hay dudas sobre los Presupuestos Generales de 2012 o sobre la capacidad de cumplir el objetivo de déficit, sube la prima de riesgo y se hunde la cotización de las entidades financieras. Según un informe de Analistas Financieros Internacionales (AFI), “por cada 10 puntos básicos que ha subido la prima de riesgo, el sector bancario ha perdido un 1,9% en Bolsa y sube 18 puntos básicos el coste de la financiación de los bancos a través de sus bonos”.

En resumen, el triángulo perverso se ha cerrado con fuerza: no habrá salida de la recesión (acelerada por la excesiva austeridad) hasta que no se solucione la incertidumbre sobre la deuda soberana que se alimenta de las dudas sobre la solvencia del sector bancario afectado por la gangrena del sector inmobiliario.

Para desmontar este puzle maldito algunos expertos sugieren empezar por la banca. Las entidades acaban de cumplir con el nuevo examen, el real decreto del ministro Guindos, que les ha exigido 50.000 millones de euros adicionales en provisiones y capital para tapar los agujeros del ladrillo. Pero los inversores albergan dudas de que con este dinero se acabe el problema. Creen que los precios de los pisos aun deben bajar un 40% más, lo que hundirá a las inmobiliarias y, en cadena, a los bancos. Desde España se critica esa teoría. “Es una locura estadística. Esa caída de precios supone llevar las valoraciones a mediados de los años noventa. Una caída tan brusca en tan poco tiempo no ha ocurrido jamás. Al mercado le puede quedar un descenso del 15% de media, pero no más”, dice Manuel Romera, director del sector financiero del IE Business School.

Al margen de las cifras exactas, son muchos los que consideran que la banca necesitará más dinero para desenladrillar los 300.000 millones invertidos en el inmobiliario. ¿De dónde puede llegar el nuevo cheque? El banco de inversión JPMorgan (y otros colegas) cree que “la banca debe capitalizarse con el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (EFSF). España tiene que pedir al fondo de rescate entre 50.000 y 100.000 millones para recapitalizar los bancos”. También AFI considera que se necesitarán 60.000 millones adicionales de capital, cifras desorbitantes para unos bancos que dicen estar agotados y profundamente molestos porque se les pide más capital y más provisiones a la vez.

Pero como apunta Íñigo Vega, analista de la firma Cheu-vreux, recurrir al EFSF tiene sus problemas. “El dinero no lo darán gratis. Europa obligaría a una mayor austeridad en las cuentas públicas”, señala Vega. José Carlos Díez, economista jefe de Intermoney, considera que apelar al Fondo “es una opción, pero viendo el estigma que genera, no parece que vaya a ser la solución”. La cuestión clave es si se consideraría un rescate y, por tanto, una casi intervención de España con la debacle consiguiente en la deuda. “El pasado verano se aprobó que el Fondo pueda inyectar capital en bancos pero lo tiene que pedir el Gobierno del país y está sujeto a condicionalidad. Seguramente sería una intervención con un programa completo y no solo para recapitalizar a las entidades más débiles”. Quizá por eso, el ministro de Economía y Competitividad, Luis de Guindos, ha negado tajantemente que se vaya a pedir ayuda al Fondo europeo. Los expertos consultados creen que pedir ayuda al Fondo es muy arriesgado; sería dar entrada por la puerta de atrás a la troika de la intervención: UE, FMI y BCE.

Alfonso García jovenlandesa, de AFI, considera que el Fondo de la Unión Europea puede considerarse “una ayuda a un sector, no al país”, pero aun así recomienda que sea la última opción. “Primero deben pagar la factura los accionistas de las entidades, como han comprobado algunas cajas que casi han desaparecido del accionariado de las entidades fusionadas”. Después, añade este experto, “habrá que realizar quitas a los inversores en deuda subordinada y preferentes de la entidad y en tercer lugar se puede recurrir al Fondo de Garantía de Depósitos de la banca, pero con ayuda adicional del Estado”.

“Solo si todo esto falla, entonces se debería recurrir a Europa”, sostiene García jovenlandesa. El uso de dinero público obligaría al Gobierno a rectificar su posición sobre que “ni un euro de los contribuyentes saneará a la banca”.

El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, ya ha sugerido que puede haber colaboración del Estado. En mitad de este lío, alguien ha deslizado a los grandes bancos la mudanza de la sede fuera de España. “Daría igual. El problema son las enormes carteras de deuda española que tenemos”, dice un alto ejecutivo con la rapidez de quien lo ha estudiado más de una vez.