Hay que tener cuidado porque los análisis técnicos únicamente suelen predecir entornos de mayor probabilidad. Si observamos el gráfico, podemos notar similitudes entre lo ocurrido en los años 2000 y 2007, lo cual podría repetirse, aunque es importante considerar que las condiciones económicas son distintas en la actualidad.
Durante ambas crisis, los bancos centrales aumentaron las tasas de interés proactivamente para evitar un sobrecalentamiento económico, sabiendo que esto probablemente desencadenaría una crisis (igual que siempre han hecho). Sin embargo, el contexto actual difiere notablemente; la reciente alza de tasas se llevó a cabo de manera reacia debido al descontrol de la inflación, y una vez la excusa de la inflación transitoria no se la creía ni el que asó la manteca:
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En este escenario, una reducción agresiva de tasas, aunque posible, no parece tan sencilla como en las crisis anteriores. Recuerdo cómo en 2022, pocos anticipaban que las tasas superarían el 3%, y había preocupaciones sobre cómo una tasa de interés del 2.5% en bonos a 10 años iba a producir un colapso económico. Esto, desde una perspectiva técnica, parecía inminente.
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Sin embargo, la realidad fue muy distinta.
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Esto resalta una de las controversias del análisis técnico: en retrospectiva, todos los análisis parecen acertados, ya que se pueden ajustar las líneas según convenga. Pero prever el futuro mediante únicamente el análisis técnico, implica una gran incertidumbre.
Hay que ser muy humilde a la hora de realizar pronósticos basados en él.
No tiene porque pasar, pero ¿y si estamos justo después de la primera ola?
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