Represión salvaje en Libia y muro policial en Argelia.
Gadafi sofoca la revuelta con morteros y ametralladoras y las organizaciones humanitarias elevan a 84 muertos el balance provisional.
El líder libio, Muamar el Gadafi, optó ayer por reprimir las protestas libias con fuego de mortero y ametralladoras, según testigos citados por el canal de televisión Al Yazira.
Las primeras imágenes que salen del país, vídeos caseros grabados por los propios manifestantes muestran grupos armados persiguiendo a la gente y a hombres cayendo por las balas.
Al menos 15 personas fallecieron en Benghazi por disparos de las fuerzas de seguridad, que abrieron fuego contra los participantes en una marcha fúnebre, según informó un médico del hospital Al Jalah en declaraciones a la cadena panárabe. Los disparos habrían causado además decenas de heridos. La marcha era para recordar a varios de los manifestantes fallecidos en los últimos días de protestas.
Gadafi impuso ayer un manto de silencio sobre su país y en el quinto día de protestas contra su régimen trascendieron aún menos informaciones que en días anteriores sobre la sangrienta represión de la rebelión popular que pide a gritos su caída.
En Libia no hay prensa internacional, como hubo en Egipto o en Túnez, para cubrir unas revueltas que los medios de comunicación locales prácticamente ignoran.
Gran parte de la información sale del país a través de las redes sociales, pero
el viernes el régimen cortó el acceso a Twitter y a Facebook y, ayer, a Internet, siguiendo el ejemplo de lo que hizo a principios de mes el presidente Hosni Mubarak en Egipto.
Al Yazira, la televisión panárabe, no ha sido autorizada a entrar en Libia, pero ahora el régimen se esfuerza para que tampoco pueda ser vista en el país interfiriendo la señal del satélite.
Esta opacidad hace aún más difícil averiguar lo que de verdad sucede en el más próspero y menos poblado de los países del África mediterránea, pero también pone de relieve, junto con la despiadada represión, la determinación de
Gadafi, que lleva ya casi 42 años en el poder, a convertirse a cualquier precio en un gobernante sempiterno.
Las escasas informaciones que salen del país se obtienen, en buena medida, a través de llamadas telefónicas o gracias, por ejemplo, a un vídeo sacado a escondidas por algún viajero. Es así, por ejemplo, como la ONG estadounidense Human Rights Watch (HRW) ha podido, telefoneando a algunas de sus fuentes, dar ayer un balance de muertos confirmados.
La cifra provisional de manifestantes víctimas de los disparos de la policía y del Ejército, asciende, según HRW, a 84, de los que 49 habrían fallecido el jueves (24 en Bengasi y 23 en Al Baida) y 35 el viernes, todos ellos en Bengasi. El número real de muertos debe de ser bastante más alto. "Fracase o no será la revolución más sangrienta", afirma un exiliado libio desde Holanda.
Poco después de que HRW diese a conocer su balance,
un médico libio señalaba a la televisión CNN que ayer, sábado, otras 30 personas habían perdido la vida en Bengasi. El secretario del Foreign Office británico, William Hague, indicaba, por su parte, que tenía constancias de que solo en un hospital había 35 cadáveres. Quryna, el diario del hijo Seif el Islam, el hijo de Gadafi, ha reconocido ya 24 muertos en Bengasi abatidos cuando intentaban asaltar comisarías y un cuartel.
Sí parece que Bengasi (1,09 millones de habitantes) y Al Baida (210.000 habitantes) han escapado, al menos parcialmente y durante largas horas, al control de las autoridades; que para amedrantar a la gente la policía coloca a francotiradores que disparan sobre la multitud. También se abre fuego sobre la muchedumbre desde helicópteros.
Gadafi reprime, pero él, tan propenso a hablar en otras ocasiones, guarda silencio ante la mayor crisis que padece su régimen desde hace 42 años. La televisión libia sigue difundiendo, por quinto día consecutivo, imágenes de sus partidarios con retratos del líder y ensalzando sus virtudes.
La revuelta democrática avanza en el Magreb.
Las protestas se generalizan en el Magreb aunque con distinta intensidad, pero con un mismo objetivo: conseguir un cambio de régimen. Mientras en Libia corre la sangre, en Argelia las autoridades lograron de nuevo frustrar ayer, sin que apenas hubiera enfrentamientos, el segundo gran intento de la oposición de manifestarse en este mes.
En jovenlandia, en cambio, el Ejecutivo contiene la respiración ante las protestas convocadas para hoy , a través de la red social Facebook, en una quincena de ciudades entre las que figuran las más importantes del país. El hecho no tiene precedentes y se especula sobre cuánta gente se echará a las calles o cómo reaccionarán las fuerzas de seguridad, que al caer la noche estaban siendo desplegadas ayer.
Varios cientos de jóvenes se anticiparon a la convocatoria y salieron a la calle en Tánger (norte de jovenlandia), el viernes por la noche, instigados por la rama jovenlandés del movimiento antiglobalización ATTAC, que reclama la imposición de tasas a las transacciones financieras internacionales. Su protesta empezó con una sentada en la plaza de las Naciones, pero después intentaron desfilar por el centro de la ciudad y se toparon con una barrera policial.
Los jóvenes rompieron las lunas de decenas de vehículos y apedrearon una comisaría, pero su principal objetivo fueron los símbolos de las empresas extranjeras que firmaron grandes contratos con el Ayuntamiento de Tánger, empezando por la francesa Amendis, filial de Veolia, que proporciona luz y potabiliza el agua de la ciudad. Un autobús de Autasa (del madrileño Grupo Ruiz) y camiones de TecMed (filial de Urbaser), que recoge las basuras, fueron también atacados.
A 40 kilómetros al sur de Tánger, en Arcila, Mohamed Benaissa, el exministro de Asuntos Exteriores de jovenlandia, se llevó un susto de muerte cuando decenas de jóvenes apedrearon su domicilio cuya primera puerta forzaron. Gritaron: "¡Que caiga Benaissa!", parafraseando un eslogan coreado en Egipto contra Hosni Mubarak. La policía disolvió la concentración.
En las horas previas al domingo los jóvenes convocantes en Facebook han recabado nuevas adhesiones a la convocatoria de protestas , sobre todo de las secciones sindicales en muchas de las provincias, que se añaden a las de las juventudes del principal movimiento islamista, de pequeños partidos de izquierdas y a las ONG. También se detecta entre sus seguidores cierta preocupación por el riesgo de que los actos vandálicos registrados en Tánger puedan empañar hoy el conjunto de las protestas.
La prensa afín al régimen recoge, en cambio, con grandes titulares el rechazo a manifestarse por parte de las direcciones nacionales de los sindicatos, de los partidos de la coalición gubernamental y también de los islamistas más moderados así como de numerosas asociaciones. La agencia de prensa oficial MAP anunciaba incluso en portada que tres de los jóvenes inspiradores de la protesta en Facebook la desconvocaban para evitar que sea aprovechada con "fines espurios".
En Argelia, en cambio, el régimen parece haber sorteado el segundo reto planteado por sus adversarios. El masivo despliegue de agentes antidisturbios prácticamente abortó ayer, por segunda vez en lo que va de mes, la manifestación convocada por la Coordinadora que agrupa al grueso de la oposición.
Para conseguirlo,
la policía cerró con barreras metálicas los accesos a la plaza del Primero de Mayo, lugar previsto de la convocatoria donde a duras penas lograron llegar entre 800 y 1.000 manifestantes, menos que las semanas anteriores, según testigos presenciales. Allí estuvieron cercados por miles de policías. Uno de ellos propinó un golpe en el vientre a Tahar Besbes, diputado de la oposición, que al caer al suelo golpeó con su cabeza el bordillo de la acera. Anoche estaba ingresado en estado grave en un hospital.
La presión física que ejercían los antidisturbios sobre los concentrados en la plaza era tal que, según la agencia France Presse, Rachid Malaoui, líder del sindicato independiente de los funcionarios, perdió el conocimiento.