Una primera fuerza de 200 militares de elite norteamericanos está luchando junto a las fuerzas kurdas en el norte de Siria, en lo que constituye un significativo -y nada publicitado- cambio de estrategia de la Administración Obama en los conflictos de Oriente Próximo. Hasta ahora, las fuerzas especiales norteamericanas solo entraban en acción en Irak, tras la decisión de Washington de retirar sus tropas regulares de ese país. La esquizofrenia del Pentágono -apoyar en su lucha contra los yihadistas a los kurdos iraquíes, pero no a los kurdos sirios- valió muchas críticas a Obama en el pasado, y ahora, a pocos meses de su marcha de la Casa Blanca, el dubitativo presidente corrige el rumbo.
La entrada en acción de militares norteamericanos junto a los kurdos cerca de Raqa, la capital del “califato” de Daesh, ha sido descubierta por una circunstancia casi infantil. Hace días el Gobierno turco protestó por la difusión de imágenes de combate del norte de Siria, en las que miembros de las fuerzas de elite norteamericanas aparecían con insignias kurdas en sus uniformes. En concreto, de las Unidades de Protección Popular (YPG), la milicia kurdo-siria que Turquía considera franquicia del separatista PKK, el movimiento kurdo-turco que tanto Ankara como Washington consideran “terrorista”.
El Pentágono se excusó de inmediato, y anunció que sus militares de elite en el norte de Siria retirarían de inmediato las insignias kurdas de sus uniformes. De paso reiteró que su función es solo asesorar a los hombres del YPG en su lucha contra los yihadistas, algo que ya nadie cree.