No, pero tengo familiares del bando rojo que se fueron exiliados a Cuba durante la guerra, se apuntaron a eso de la revolución y cuando triunfó, uno de mis tíos, que se fue a alfabetizar campesinos con 16 años, acabó en las UMAP (el gulag cubano) para reeducación del hombre nuevo revolucionario , por no renunciar a ser católico, donde murió “de neumonía”. Sí, era de familia republicana, comunista y católico. Después nos enteramos de que les daban manguerazos de agua fria y los metían en gavetas de metal, como nichos de cementerio, donde te caían las heces y orines de tus compañeros, muchos de ellos religiosos, u gayses.
Y a su padre, minero asturiano con unos narices como el caballo de Espartero, se cansó de escribir cartas al comandante, y a Guevara, sin resultados, el único que le hizo caso fue Cienfuegos, que era paisano suyo, pero acabó “desapareciendo“ en el mar. Mi tío abuelo perdió a su hijo, perdió su colmado, expropiado, y se murió de tristeza.
Así que puedo hablar con cierta propiedad de los me gusta la fruta que defiendes, pues mi familia lo sufrió en sus carnes, y aún hay gente viva que puede contarlo.
A ver cómo se puede justificar eso.