*Tema mítico* : Empieza calentito el NUEVO NEGOCIOS de El Pais

VOTIN

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En resumidas cuentas

La ruina continua......
......no,si al final esl foro este sobrevivira
por un lado por los madmaxistas locos
y cuando se han ido estos por los miles de desocupados que crea la crisis de los narices
 

BLICHON

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Corta ya · ELPAÍS.com

REPORTAJE: BREAKINGVIEWS
Corta ya
Los 500 millones adicionales para obras públicas en España suscitan dudas
FIONA MAHARG-BRAVO 22/08/2010


La noticia de que el Gobierno español invertirá 500 millones de euros más de lo esperado en obras públicas normalmente no coparía las portadas de la prensa internacional. Pero los tiempos que corren no son normales y la decisión resulta desconcertante.


Esos 500 millones de euros adicionales -que equivalen a solo un 0,05% del PIB- no empeorarán demasiado la deuda española. Pero tampoco son suficientes para aplacar al sector de la construcción, que ha acusado el recorte de 6.400 millones de euros en el gasto público anunciado en mayo.

Son más preocupantes las razones que ha expuesto el Gobierno para justificar la medida. En una rueda de prensa, algo fuera de lo normal en pleno verano, la ministra de Economía, Elena Salgado, afirmaba que los intereses de la deuda gubernamental eran más bajos de lo calculado. En efecto, los costes de los préstamos se han reducido: España ha pagado esta semana un tipo de interés del 1,84% en la subasta de Letras del Tesoro a 12 meses, frente al 2,2% de julio, ante una fuerte demanda.

Pero el Gobierno se comporta como si los costes por intereses fuesen a mantenerse bajos. Teniendo en cuenta la agitación que han vivido recientemente los mercados, esto parece una ingenuidad. El coste de un seguro que cubra una hipotética suspensión de pagos por parte del Gobierno español ha alcanzado unos niveles que vimos por última vez antes de las pruebas de resistencia practicadas a los bancos a finales del pasado mes de julio. Todavía no está ni mucho menos claro que el Gobierno haya hecho lo suficiente para alcanzar su objetivo de reducir el déficit presupuestario hasta el 3% del PIB de aquí a 2013. Salgado aprovechó también la rueda de prensa para contradecir las declaraciones realizadas por el ministro de Fomento sobre la necesidad de subir los impuestos.

El hecho de que España baraje medidas de austeridad hace sospechar que no está del todo decidida a realizar los recortes que propuso valientemente en mayo. La economía estatal será sometida a escrutinio de nuevo el mes que viene, cuando el Gobierno presente en el Parlamento un borrador de los Presupuestos Generales del Estado para 2011. Puesto que no es un Gobierno con mayoría absoluta, obtener el visto bueno exigirá unas tensas negociaciones con los partidos regionales. Más les habría valido a los ministros tomarse unas vacaciones para recargar baterías de cara a las duras semanas que se avecinan. -
 

BLICHON

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El origen de las crisis y su perpetuación · ELPAÍS.com

ANÁLISIS: Economía global
El origen de las crisis y su perpetuación
JUAN IGNACIO CRESPO 05/09/2010


Desde comienzos del siglo XVII, y coincidiendo con la Guerra de los Treinta Años, el mundo fue consciente de que había entrado en una grave crisis económica. Los excesos de los años anteriores, facilitados por la enorme liquidez en oro proveniente del Nuevo Mundo, empezaron a pasar factura por la vía de una caída de los salarios reales y la sensación de que todo estaba por derrumbarse. Esa sensación no dejaba de amplificarla la guerra entre el norte protestante y el sur católico que en el continente europeo libraban la batalla por la hegemonía política, económica y religiosa.



No hay recesión si no hay una caída previa de los beneficios empresariales

La descripción que hacía el historiador Fernand Braudel de esa etapa suena extrañamente familiar y podría aplicarse casi punto por punto a los últimos años de la economía española y también de la mundial (la comparación podría extremarse, simbólicamente, y aplicarse a la lucha entre sistemas financieros). También hay una convergencia del lenguaje empleado a la hora de transmitir el dramatismo de la crisis: "Hay un peligro real de que se derrumbe nuestra fábrica social", se lamenta el portavoz de las empresas que contratan con los Ayuntamientos de California entre los que alguno (Maywood, en el sur del Estado) ha tenido que reducir sus gastos tan drásticamente que ha despedido a todos sus funcionarios, policías y bomberos incluidos. En fin, que tanto las crisis como las palabras utilizadas para describirlas tienen un parecido extremo, lo que no debería sorprender cuando se aprecia lo similar que también resultan en su origen. Y, sin embargo, el velo que lo recubre resulta ser tan tupido que lo que hay detrás de él parece inescrutable.

- Empresas menos rentables

Lo habitual es pensar que las empresas pierden rentabilidad cuando ha empezado una recesión económica. Sin embargo, esa pérdida de rentabilidad resulta haber comenzado de manera previa a la crisis. Podría decirse, estilizando al máximo la argumentación, que es la caída en la rentabilidad de las empresas lo que provoca las crisis económicas, así como también es la posterior recuperación de esa rentabilidad lo que permite que las crisis se terminen.

Todo eso antes de que las empresas que han conseguido sobrevivir a la crisis empiecen a recuperar su rentabilidad, las expectativas generales mejoren y se reinicie el círculo virtuoso de la recuperación del consumo, la producción y el empleo.

Frente a una explicación tan abstracta y concentrada, suelen circular las explicaciones variopintas y concretas, asignando la causa de las crisis unas veces a la subida de los precios del petróleo (1973-1974); o a esa subida de precios junto con el incremento en los tipos de interés (1980-1982); por no decir a la especulación financiera e inmobiliaria (Japón en 1990) o ambas a la vez junto con la crediticia (que llevó a la situación actual). Incluso los accidentes geopolíticos a veces contribuyen a incrementar las dudas sobre las causas de las recesiones: un ejemplo de ellos fue la oleada turística de Kuwait por las tropas de Irak en agosto del año 1990, el atentado contra las Torres Gemelas o la propia Guerra del Yom Kipur.

Sin embargo, aunque todos esos elementos tienen importancia en el desarrollo y agudización de las recesiones, el origen de estas hay que buscarlo siempre en otra causa remota: la caída de la rentabilidad media de las empresas que, a veces, puede haberse iniciado incluso tres años antes de que los efectos más severos de la crisis empiecen a hacerse sentir.

Tal es el caso de la economía estadounidense cuando se observa la evolución de los beneficios unitarios del conjunto de las empresas no financieras, cuyo producto equivale aproximadamente a la mitad del PIB de Estados Unidos (no se incluyen aquí ni los bancos, ni otro tipo de empresas financieras, ni las compañías de seguros, ni el sector público).

Pues bien -ver gráfico- desde mediados de los años cincuenta no ha habido recesión de la economía estadounidense que no haya ido precedida de una caída previa del beneficio unitario de las empresas no financieras. Lo que convierte la caída de este indicador en condición necesaria para que se produzca una recesión (no es, en cambio, condición suficiente el que caiga para que una recesión se produzca, ya que, a veces, emite falsas alarmas que no terminan en recesión).

En una palabra: no hay recesión si no hay caída previa de beneficios empresariales. Pero ¿qué es lo que provoca la caída de los beneficios? Aunque podrían correr ríos de tinta para contestar esta pregunta, la respuesta más plausible es esta: en primer lugar la competencia empresarial que a lo largo del ciclo expansivo de la economía va agudizándose; esa competencia se intensifica cuando aparecen nuevos actores en la escena internacional, tal es el caso de Alemania y Japón en los años sesenta o de China más recientemente. A veces coincide también con la subida del precio de las materias primas (así ocurrió en los años setenta: las materias primas empezaron a subir de precio en 1972, casi dos años antes de que lo hiciera con fuerza el precio del petróleo) y con el incremento de los costes salariales.

La fase aguda de la crisis se produce por causa de la huida hacia delante que inician las empresas al comprobar que cae su beneficio unitario (intentando compensar con cantidades mayores producidas la caída de la rentabilidad unitaria). Lo que con frecuencia lleva al exceso de capacidad instalada que termina por no utilizarse o a la sobreproducción sin más. Para acometer las inversiones que terminarán siendo un exceso se recurre a incrementar el apalancamiento o endeudamiento, acentuándose así las dificultades financieras de las empresas al estallar la crisis y transmitiendo el problema a sus acreedores bancarios.

La crisis actual se vio anunciada por la caída del beneficio unitario de las empresas estadounidenses en el verano de 2006. Es decir, 15 meses antes de que la recesión comenzara y dos años antes de la caída de Lehman Brothers.

- La obsesión por la W

El hecho de que la crisis económica y financiera haya sido de proporciones enormes ha dado pie a dos oleadas distintas de malos augurios. En la primera, académicos de gran prestigio se empeñaron en ver una gran depresión de la que se tardaría en salir. Cuando la recesión en Estados Unidos se reveló como grave a la par que estándar, con una duración de 18 meses, y tras el desconcierto inicial, los malos augurios se transformaron en profetizar la W (caída de nuevo en la recesión o double dip). Sin embargo, la economía de EE UU lleva ya 12 meses de crecimiento sin que haya signos de que otra recesión esté a menos de uno o dos años vista. Y es que, por una parte, las recesiones emparejadas son extremadamente infrecuentes y, por otra, no se dan por ahora ninguna de las condiciones necesarias que suelen provocar una recesión: subida de tipos de interés; inversión de la curva de tipos (que los de corto sean más elevados que los de largo plazo); incremento del precio de las materias primas y nueva caída de la rentabilidad empresarial. Cuando los detalles de la contabilidad nacional en Estados Unidos para el segundo trimestre se den a conocer, será el momento de juzgar cómo de sólida está siendo allí esta recuperación. Para entonces ya estará descartada probablemente la W, aunque el exceso de capacidad instalada todavía sin utilizar y la necesidad de que los bancos se recapitalicen hará que quizá no esté tan lejana la siguiente recaída. Eso sí, fuera ya de la definición razonable que pueda hacerse de la W.

Juan Ignacio Crespo es director europeo de Thomson Reuters.
 

BLICHON

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Rezagada · ELPAÍS.com

EDITORIAL Editorial
Rezagada
05/09/2010

La crisis financiera global desencadenada hace tres años puso fin a una de las más favorables y dilatadas fases de expansión de la economía española. De esta crisis, todavía vigente, nuestra economía saldrá más tarde que las demás de la OCDE y con un ritmo de crecimiento muy inferior al promedio de esa larga década que concluyó en 2008. La dificultad para anticipar un horizonte de crecimiento sostenido, suficiente para crear empleo, está determinada por la severidad con que esta crisis se manifiesta en el mercado de trabajo y la no menos inusual inhibición de la actividad crediticia por parte del sistema bancario. La especialización productiva de nuestra economía no favorece precisamente el aprovechamiento de la eventual recuperación de la demanda de las principales economías del mundo.


Los datos recientes de paro registrados y los más desoladores de afiliaciones a la Seguridad Social son suficientemente expresivos de la singularidad de la crisis española: ninguna economía de la OCDE sufre unas consecuencias tan directas sobre el mercado de trabajo. Una parte significativa de ese más del 20% de desempleo acabará adoptando un carácter estructural: constituido por personas cuyas habilidades no les permitirán abandonar esa condición de desempleados cuando repunte la actividad. España también se diferencia de las economías avanzadas por la enorme proporción de paro juvenil: un capital humano potencial también en gran medida condenado a la erosión de sus capacidades. Mientras el desempleo no se reduzca claramente, las décimas arriba o debajo de variación trimestral del PIB no significarán gran cosa.

Para que el mercado de trabajo aporte de forma suficientemente consistente buenas señales es necesario que las empresas recuperen la confianza e inviertan. A ello puede contribuir el aprovechamiento de las oportunidades asociadas a la expansión ya observable en el volumen de comercio mundial. El problema es que no son muchas, ni en muchos sectores, las empresas capaces de exhibir ventajas competitivas como para aprovechar esos repuntes en la demanda global. Es verdad que existen empresas con un amplio grado de implantación internacional, pero no son precisamente generadoras de ingresos recurrentes suficientes o, como las multinacionales de otros países, repatriadoras de importantes flujos de dividendos. Afortunadamente, y a pesar de una cierta marginación por la política económica de los últimos años, el sector turístico sigue disponiendo de una ventaja competitiva clara. Si las economías de nuestros principales vecinos y socios se recuperan eso podrá traducirse en mayores ingresos exteriores que sanearán la balanza por cuenta corriente.

Con todo, la esperada recuperación española precisará de la complicidad de un sistema bancario que, afortunadamente, empieza a encontrar vías de acceso a los mercados mayoristas para fortalecer su liquidez y que en algún momento debiera recuperar la canalización del crédito a aquellas empresas con proyectos de crecimiento. No solo a las ya existentes, sino a las que estén a punto de nacer. Abandonar esa condición de economía que entierra a más empresas de las que ve nacer, así como eliminar los trámites y plazos excesivos para la creación de empresas será otra de las señales de que la recuperación de la economía española, aunque tardía, puede ser lo suficientemente sana para que sea sostenible. -
 

BLICHON

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REPORTAJE: Primer plano
Recuperación incierta
La economía española afronta un otoño plagado de riesgos y alguna ventana de oportunidad
ALICIA GONZÁLEZ 05/09/2010


"¡Ya llegará septiembre!", se decía en las pequeñas tertulias cotidianas a principio de verano, cuando el buen tiempo y las perspectivas de unos días de asueto animaban a aparcar por un tiempo los problemas. Pues bien, septiembre llegó. Y, como auguraban esas conversaciones, parece que las vacaciones no le han sentado especialmente bien a la economía española.

QUÉ PUEDE IR MEJOR
QUÉ PUEDE IR PEOR
Rezagada
Amanece, que no es poco
España, ¿locomotora de Europa?

Crisis financiera mundial

Hay unanimidad: el frenazo de la actividad no acabará en recesión

Nadie se cree la previsión de crecimiento del 1,3% para 2011

Los analistas temen una crisis política por la negociación presupuestaria

El Estado carece de instrumentos para forzar a las CC AA a cumplir el ajuste

Solo un ambicioso plan de reformas podría mitigar el ajuste fiscal

Una mayor fluidez del crédito es imprescindible para la recuperación
La incertidumbre vuelve a dominar el ambiente. Las Bolsas suben y bajan con inusitada fuerza ante resultados de escasa importancia, incapaces de separar en este momento el grano de la paja. Cierto es que las salidas de las crisis nunca son fáciles, ni lineales, pero los riesgos parecen superar con creces a las sorpresas positivas, que también las hay. Es difícil dilucidar en qué punto, de verdad, se encuentra la recuperación económica, sometida a su vez a los vaivenes de las declaraciones políticas, que lo mismo suben los impuestos un día, anuncian un recorte al siguiente y anticipan nuevas partidas de gasto al tercero, sin nada que explique semejantes giros. Pero ¿qué pasaría si todo lo que puede ir mal fuera mal? ¿Qué probabilidad hay de que eso suceda? ¿Qué sorpresas positivas pueden cambiar definitivamente el rumbo económico?

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, sorprendió en pleno sofoco agosteño al anticipar una recaída de la economía en el tercer trimestre. "Cabe la posibilidad de que el crecimiento del tercer trimestre del año no sea tan bueno", dijo tras su reunión con el Rey en Palma de Mallorca. Con un crecimiento mínimo en los dos primeros trimestres (del 0,1% y del 0,2%, respectivamente) no es descabellado que esa recaída signifique la vuelta a los números gente de izquierdas, aunque el Gobierno lo descarta. Los datos de ventas minoristas en julio (-2,4%) y de ventas de automóviles (-23,8%) apuntalarían esa tesis. "El segundo trimestre no podía extrapolarse. El gasto de las familias creció un 5% en tasa trimestral anualizada, lo que se explica porque muchas compras se habían anticipado ante la subida del IVA en julio y el fin de las ayudas a la matriculación de vehículos", explica José Ramón Díez Guijarro, profesor de Entorno Económico y Análisis de Países del Instituto de Empresa.

"Eso no significa que la economía española vuelva a caer en recesión. Nuestra previsión es que el crecimiento será lento, débil; digamos que la recuperación irá a medio gas", apunta Jean-Michel Six, economista jefe para Europa de Standard & Poor's (S&P). Ninguno de los expertos consultados ni de los informes analizados para este reportaje espera que la economía española vuelva a entrar en recesión, aunque todos vaticinan que el crecimiento en el conjunto del año seguirá en zona negativa.

Ese escenario, pese a todo, cuadra con el programa de estabilidad presupuestaria remitido por el Gobierno a Bruselas, que prevé una caída del PIB del 0,3% y una reducción del déficit público hasta el 9,3% del PIB (11,4% en 2009). "Para este año si los objetivos no se cumplen nos quedaremos bastante cerca. El mercado no está preocupado por la ejecución presupuestaria de este ejercicio", señala desde Londres Antonio García Pascual, analista de Barclays Capital, que valora la rápida reacción del Ejecutivo cuando, en plena tormenta financiera griega, anunció ajustes drásticos y logró devolver la calma a los mercados.

Otra cosa muy distinta es cómo se encara el año próximo. El déficit deberá reducirse hasta el 6% y, para empezar, la previsión de crecimiento sobre la que se sostiene ese recorte, el 1,3%, solo resulta creíble para el Gobierno, porque el mercado no ve nada más allá del 0,5%. La vicepresidenta segunda, Elena Salgado, ya ha adelantado que el gasto de los ministerios se reducirá de media un 16%, pero los anuncios de gasto del ministro de Fomento han arrojado dudas sobre la verdadera voluntad del Ejecutivo.

"Es un objetivo [la previsión de crecimiento] cuando menos optimista. Las cuentas no cuadran y los inversores las van a seguir muy de cerca. Se van a quedar cortos con la reducción de gastos y van a tener que ir mucho más lejos o subir impuestos. O las dos cosas", advierte García Pascual.

Es verdad que en sus giras de promoción por Europa y EE UU -los famosos road shows-, el Gobierno, a través del secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa, ha insistido en que los objetivos de déficit son "incondicionales" y que si la actividad empeora no dudarán en acometer más ajustes. Pero declaraciones como las de José Blanco -que también apuntó una posible subida de impuestos, a su vez desmentida- no ayudan a despejar las dudas. Así que habrá que esperar a la Ley de Presupuestos Generales del Estado para 2011 para que tanta incógnita se aclare. Será el verdadero momento cumbre del otoño.

Dependiendo del desenlace final del trámite presupuestario, su impacto sobre la recuperación y la actividad puede ser muy distinto. Hay quienes defienden subidas de impuestos -"el IVA en el 18% aún deja margen de subida y los tipos marginales del IRPF podrían elevarse para las rentas altas", dicen desde Barclays Capital-, pero la mayoría de los expertos cree, como señala el BBVA en su último informe sobre la situación de España, que "resulta más conveniente que los ajustes se den más por el lado del gasto corriente que sacrificando la inversión pública en infraestructuras, en educación o en I+D+i". El servicio de Estudios de la entidad apunta que también "es necesario que se discuta la posibilidad de introducir mecanismos de financiación alternativos para ciertos servicios públicos, por ejemplo mediante copagos selectivos en sanidad y educación". Una posibilidad, de momento, sin respaldo político conocido.

A priori, la fecha estrella de la vuelta del verano parecía reservada para la huelga general, convocada para el 29 de septiembre. Pero para esa fecha la reforma laboral ya habrá sido definitivamente aprobada en el Congreso y nadie cree que el Gobierno vaya a dar marcha atrás por las movilizaciones sindicales. "Los problemas laborales no afectan solo a España o a Grecia. Francia, sin ir más lejos, tendrá una huelga general el día 7, y los mercados ya descuentan que la situación es difícil para todos", apunta Jean-Michel Six, que no augura que la huelga abra una etapa de fuerte conflictividad laboral aunque sin duda las tensiones entre sindicatos y Gobierno se van a trasladar a las negociaciones sectoriales pendientes.

Más preocupación suscita la situación política. "No es nuestro escenario base, pero no resulta descabellado pensar que la falta de acuerdo en torno a los presupuestos pudiera abrir una crisis política. Ahí el principal partido de la oposición podría exhibir su mayor compromiso con el ajuste y el rigor presupuestario del pasado, pero ahora no tiene una agenda clara que dé garantías y tranquilidad a los inversores", admite abiertamente Antonio García Pascual. Otros no quieren ser citados con nombres y apellidos, pero suscriben esta tesis, para la que no faltan razones. La reforma laboral, sin ir más lejos, se ha aprobado en el Senado gracias a la abstención de todos los grupos de la oposición, que parecen no querer significarse ante un recorte de derechos laborales. Y otra reforma que los expertos citan como imprescindible, la de las pensiones, aún espera alguna propuesta concreta en fechas y años por parte del principal partido de la oposición, mientras el Gobierno apunta una cosa y su contraria en menos de 24 horas [la ampliación del periodo de cálculo de las pensiones de 15 a 20 años apuntada por el ministro de Trabajo fue calificada como apenas una "sugerencia" por la vicepresidenta Salgado].

El calendario político tampoco ayuda. Las elecciones autonómicas catalanas supondrán, sin duda, un claro examen para el partido del Gobierno, y su resultado puede modificar los apoyos del Gobierno hasta el final de la legislatura. Los comicios autonómicos y municipales previstos para la primavera de 2011 no van a ejercer, precisamente, como catalizador del ajuste imprescindible e improrrogable. Si no hay cambios antes, los Ayuntamientos no podrán endeudarse a partir del próximo 1 de enero, lo que supondrá un frenazo adicional de la actividad para muchas empresas de servicios, ya con serios problemas para cobrar las abultadas facturas que acumulan los municipios. Las comunidades autónomas se han visto este verano en serias dificultades para colocar deuda en el mercado y, para ellas, lo peor del ajuste aún está por llegar. Será en 2012 y 2013 cuando tengan que hacer el mayor esfuerzo de contención, de acuerdo con lo previsto en el Plan de Estabilidad, y no les va a quedar más remedio que recortar gastos, personal y acometer reformas de sus sectores públicos. El Estado, sin embargo, no cuenta con muchos instrumentos para hacerles cumplir con el ajuste, más allá de que debe aprobar cada año sus emisiones de deuda.

El otoño también podría sorprendernos gratamente si los factores positivos, que los hay, entran en juego. "Los riesgos y los factores favorables son muy simétricos. La mayor amenaza es una recaída de la economía estadounidense, y la gran oportunidad es el comportamiento de las principales economías europeas, que muestran mayor crecimiento del previsto, y eso significa un aumento del comercio para la eurozona", apunta Six.

Sin duda, el fuerte crecimiento exhibido por Alemania en el segundo trimestre es un soplo de optimismo bastante inesperado. Una mejora de la situación económica alemana, sin duda, se traducirá en un repunte de la actividad en la eurozona y su consiguiente impacto sobre las economías periféricas. Por ejemplo, con la vuelta de los turistas a las costas. Los datos de ejecución presupuestaria hasta julio muestran un comportamiento muy positivo de la recaudación que, una vez eliminados factores temporales, no tienen una explicación sencilla. "El aumento de la base del IVA es difícil de explicar, aunque es sin duda muy positivo. No sé si se explica porque el crecimiento está siendo mayor de lo estimado o si se trata de IVA inducido desde la economía sumergida. En todo caso, la actividad muestra un vigor inesperado", apunta Juan Ignacio Crespo, director europeo de Thomson Reuters.

A lo largo de la historia, España ha dejado atrás las recesiones gracias a una combinación de circunstancias que difícilmente podrán repetirse ahora. Fue muy fuerte el impulso que recibió la economía española con el ingreso en la Comunidad Económica Europea en 1986 y la consiguiente llegada de fondos estructurales. Lo mismo sucedió con la entrada en el euro y el nuevo entorno de bajos tipos de interés e ingentes flujos de inversión exterior. Entre medias, varias devaluaciones que hicieron más competitivos los productos y servicios españoles, y poco después una rápida y considerable llegada de población viajero que disparó la población activa y sus necesidades de consumo, viviendas incluidas. Ahora, en cambio, solo queda el camino de las reformas.

"Un plan de reformas ambicioso podría compensar en buena medida el inevitable ajuste fiscal", asegura Díez Guijarro. Eso y que el sistema financiero abra más generosamente el grifo del crédito. "Si somos ambiciosos en el plan de reformas y se hace un verdadero esfuerzo de ajuste del gasto, y no hay sorpresas negativas de otras economías periféricas de la eurozona, la prima de riesgo puede acercarse hacia los cien puntos básicos, y ese sería un factor decisivo para que fluya el crédito", apunta Díez Guijarro en su doble condición de profesor del IE y de jefe del servicio de Estudios de Caja Madrid.

En juego, el aumento del crecimiento potencial de la economía, que el FMI sitúa hasta 2015 más cerca del 1% que del 3% de antes de la crisis. De lo contrario, la economía se puede instalar en un largo e interminable verano.

QUÉ PUEDE IR MEJOR
- Mejora de la situación económica y del comercio en Alemania, Francia y Benelux.

- Un euro débil.

- Dar confianza a los mercados y que la prima de riesgo baje al entorno de los 100 puntos básicos.

- Estrategia del Banco de España para la reestructuración del sistema financiero.

- La aplicación de las reformas estructurales podría limitar el impacto del ajuste presupuestario.

- Las empresas podrían adelantar la inversión para aumentar su capacidad productiva, ante una previsión de repunte de la demanda en el futuro.

QUÉ PUEDE IR PEOR
- Posible recaída de la economía global en recesión, especialmente de EE UU.

- Un dólar débil.

- Sin concretar la reforma de las pensiones.

- Dificultades para que Ayuntamientos y CC AA cumplan las metas de ajuste.

- La situación en Irlanda podría provocar una nueva subida de los diferenciales de la deuda para países periféricos, como España.

- Dudas de los inversores sobre la voluntad de ajuste del Gobierno; la prima de riesgo en torno a los 200 puntos básicos.

- Dificultad en la negociación de los presupuestos que desembocara en una crisis política.

- Conflictividad laboral tras la huelga del 29-S.

- Frenazo en el crédito ante nuevos episodios de inestabilidad
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fulano

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ANTÓN COSTAS

Qué podemos esperar de la economía española en este nuevo curso? ¿Progresará adecuadamente, se estancará o volverá a caer en la recesión? Viendo algunos datos recientes y el estado de ánimo colectivo -los animals spirits de los que habló Keynes- mi pronóstico es que progresará, aunque no me atreva a decir a qué ritmo.

Para fundamentarlo, les propongo hacer un pequeño test a la economía real. Me fijaré en el PIB, que es la variable que determina cosas tan importantes como el empleo, el bienestar o las cuentas públicas. Como saben, su valor es igual al consumo (privado y público), sumado a la inversión (privada y pública) y sumado al resultado de restar las importaciones a las exportaciones. Conviene fijarse en el consumo y la inversión privada y en las exportaciones. ¿Qué nos dicen los datos publicados estos días por el INE, el Banco de España y la Administración Tributaria? Hay buenas noticias.

Después de dos años horrorosos, el consumo se ha recuperado, y con fuerza. En el segundo trimestre creció un 5%, después de hacerlo un 4% en el primero. No es un dato aséptico, es también un termómetro de los animal spirits de los consumidores, de su confianza en el futuro. Dime cuánto consumes y te diré tu estado de ánimo.

¿Se mantendrá o volverá a desplomarse? La respuesta depende de otra pregunta: ¿Por qué el ahorro familiar creció a niveles enfermizos en los dos últimos años? ¿Porque había que ahorrar mucho para pagar las deudas, o por la incertidumbre y el miedo al futuro? Yo me apunto a la opinión de José Carlos Díez, de Intermoney, cuyo blog les recomiendo. Fue el miedo. A medida que las brumas sobre el futuro se van despejando y el miedo remite, el ahorro vuelve a sus parámetros normales y el consumo se reanima. Pequeños incrementos en el IVA no van a romper esa confianza.

¿Y la inversión? Aquí hay otra buena noticia. Los datos del INE nos dicen que a pesar del desplome de la inversión inmobiliaria y en obra pública, la inversión empresarial se mueve. Esto significa que los animal spirits de muchos empresarios industriales y de servicios muestran disposición a seguir invirtiendo en proyectos productivos y rentables. Y esto es importante.

Siendo dos buenas noticias, la que más me gusta es la tercera: la evolución de las exportaciones. Los datos siguen siendo más que alentadores. De ellos ya hablé en un artículo reciente en este mismo diario [¿Quién tirará de la economía y del empleo?, 17/08/2010]. Se mantiene la mejora de nuestras exportaciones de bienes y servicios no turísticos, con un crecimiento del 16,3% en el primer semestre. Eso indica la existencia de un tejido empresarial capaz de fajarse en mercados exteriores (aunque no todo el monte es orégano y quede mucho por mejorar). Y esto es importante para el crecimiento, a corto y largo plazo.

Rémoras para la mejora del PIB las hay: tamaño empresarial, deficiencias en la estructura de capital y en los modelos de financiación de las empresas, mercado de trabajo mejorable... Cada uno puede hacer su propio listado. Pero más que una lista farragosa de las mil y una "reformas pendientes", conviene fijarse en la restricción más restrictiva. Para mí, a corto plazo, es la enorme masa de capital que está en manos muertas, improductivas (en inmuebles, tanto residenciales como empresariales, que están sin uso y que lastran la economía).

Comparto la opinión de Francisco Pérez, de la Universidad de Valencia y del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (IVIE), cuando afirma que incluso para las perspectivas del empleo, la reforma más urgente no es la del mercado laboral (aunque no sobre), sino la eliminación de esas manos muertas. Hay que reasignarlos hacia manos productivas. El camino a seguir consta de dos pasos: primero pasarlos a manos de las entidades financieras acreedoras; y a continuación, que estás los reasignen, a un precio que permitan comprarlos, para utilizarlos productivamente.

Este proceso ha estado bloqueado por el retraso en poner en marcha el FROB y por el estado de shock que vivió la banca española al cerrársele el acceso a los mercados internacionales de crédito. Pero esas dos restricciones han desaparecido, y ahora bancos y cajas pueden ir recuperando su papel de suministro de crédito a empresas y familias. Eso será sangre nueva para el crecimiento.

Por lo tanto, después de dos años de oscuridad, amanece de nuevo para la economía española. No es para tirar las campanas al vuelo, pero no es poco, como en la película de José Luis Cuerda.

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Antón Costas Comesaña es catedrático de Política Económica de la UB.

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adeluket

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LUIS NOZALEDA - Presidente y consejero delegado del grupo inmobiliario Nozar
"Quizá nos equivocamos al no prever la evolución del ciclo"
Si al final los constructores, ... van a ser unas simples victimas de la falta previsión. Además, dice quizas. Hay que tener cara.
 

jesuscr

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Atrapados en las hipotecas en divisas

Atrapados en las hipotecas en divisas

La subida del yen y del franco suizo encarece los préstamos de muchos clientes

De repente, un manto de olvido ha caído sobre las hipotecas en divisas. Atrás quedan sus días de vinos y rosas, cuando eran un producto "que se usaba, muchas veces con desconocimiento, pero se usaba, por bastantes ahorradores", reflexiona Natalia Aguirre, responsable del departamento de análisis de Renta 4. Entonces veían cómo hipotecarse contra el yen o el franco suizo -las dos monedas más usadas para referenciar estos productos- era más rentable que hacerlo frente al euro. Ahora han quedado relegadas. Entidades como Barclays o el Banco Santander las siguen comercializando, pero dirigidas a lo que ellos denominan clientes premier, caracterizados por un alto poder adquisitivo y elevados conocimientos financieros. La entidad británica la ofrece para importes hipotecados superiores a los 200.000 euros.

Pero otras entidades, como Bankinter, que en su día fueron los principales impulsores de este instrumento, han abdicado de ellas. "Desde hace tiempo no las comercializamos. Antes sí lo hacíamos, pero siempre bajo demanda y solo a aquellos clientes con una cierta cultura financiera que entendieran bien las complejidades del producto", recuerdan en la entidad. Por su parte, desde el Banco Santander afirman que su volumen de negocio en este tipo de hipotecas es "marginal".

De hecho, es casi imposible encontrar a algún especialista que las recomiende. "Estas hipotecas tienen un riesgo muy elevado y son difíciles de gestionar", advierte José Luis Martínez, economista jefe de Citigroup. Y precisa: "No son recomendables para un inversor particular, solo para aquellos que estén encima del mercado". Al fin y al cabo, existe una máxima financiera que hay que seguir: "Nunca te endeudes en una moneda en la que no cobras", recomienda Natalia Aguirre. "Este producto solo puede ser rentable cuando se tiene capacidad económica de reacción para, cuando baja, amortizar el tipo de cambio de divisa frente al euro. El prestatario normal debe abstenerse", aconseja Luis Corral, consejero delegado de Foro Consultores. "No la recomendamos, pues ni siquiera los diferenciales de tipos de interés la justifican", precisa Santiago Hagerman, socio de GBS Finanzas. O como dice Álvaro Lario, experto de Renta 4: "Es apostar con el valor de una inversión que es muy alta".

El principio del fin, por ahora, de este producto ha estado en la fulgurante apreciación del yen (24%) y del franco suizo (15%) frente al euro desde que comenzó el año. El mayor desaguisado lo ha causado la divisa japonesa, que esta semana marcaba sus máximos de los últimos 15 años frente al dólar y, a la vez, cotizaba a 106 yenes por euro. Esta subida responde a "una desconfianza sobre el crecimiento norteamericano debido a la debilidad que está mostrando", analiza Lorenzo Dávila, del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).

En los próximos meses, las aguas deberían retornar a su cauce. "A mediados de 2011, el yen tendría que estar en 100 unidades por dólar, y el franco suizo, en 1,12 unidades frente al billete verde", prevé Nuria García, analista de Ahorro Corporación. De momento, los inversores tienen claro dónde destinar su dinero. "La gente está más cómoda vendiendo dólares y euros, y comprado yenes y francos suizos", describe Bilal Hafeez, responsable de estrategia de divisas de Deutsche Bank. ¿Consecuencia? El yen y el franco suizo se mantienen fuertes y las hipotecas asociadas a estas dos monedas se encarecen.

Mientras se sucede este baile de divisas, el problema queda para quienes en su día optaron por las hipotecas multidivisas. Un ahorrador consultado por este periódico que prefiere no desvelar su nombre es uno de estos dolorosos ejemplos. En abril de 2007 suscribió con una entidad financiera española una hipoteca a 25 años de 360.000 euros denominada en yenes para adquirir una casa en una zona residencial del noroeste de Madrid. En aquellos días, el euro marcaba un cambio muy favorable para endeudarse frente al yen de 154 unidades. La operativa era sencilla. A finales de cada mes, el banco compraba los yenes necesarios para hacer frente al préstamo y Javier abonaba unos 1.600 euros, al cambio, de mensualidad. Durante un tiempo, las cuentas salieron. Pero poco a poco la divisa se fue dando la vuelta. "Hubo un momento en el que debí haberla pasado a francos suizos, que tenían una cotización más ventajosa, pero lo fui dejando... y me equivoqué", afirma con resignación.

"Ahora, con un cambio en agosto de 108 yenes por euro, mis 360.000 euros iniciales se han transformado en 410.000 y la mensualidad ha pasado a 2.100 euros. O sea, pago un 24% más", precisa. Y se siente atrapado. "Si pasara la hipoteca a francos, tendría que asumir una pérdida de unos 40.0000 euros por el tipo de cambio. He decidido aguantar el chaparrón y esperar que el yen mejore", sentencia.
 
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Marai

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Atrapados en las hipotecas en divisas

El principio del fin, por ahora, de este producto ha estado en la fulgurante apreciación del yen (24%) y del franco suizo (15%) frente al euro desde que comenzó el año. El mayor desaguisado lo ha causado la divisa japonesa, que esta semana marcaba sus máximos de los últimos 15 años frente al dólar y, a la vez, cotizaba a 106 yenes por euro. Esta subida responde a "una desconfianza sobre el crecimiento norteamericano debido a la debilidad que está mostrando", analiza Lorenzo Dávila, del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).

En los próximos meses, las aguas deberían retornar a su cauce. "A mediados de 2011, el yen tendría que estar en 100 unidades por dólar, y el franco suizo, en 1,12 unidades frente al billete verde", prevé Nuria García, analista de Ahorro Corporación.
Tanto Nuria García como Lorenzo Dávila pueden equivocarse. Según he leído en distintos sitios la apreciación del Yen se debe más bien a que China, que está diversificando sus reservas, está comprando muchos activos en yenes. Lo que haga o deje de hacer el Yen puede depender mucho de lo que haga China.
 

BLICHON

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Dos velocidades · ELPAÍS.com

TRIBUNA: JUAN RUIZ PÉREZ
Dos velocidades
JUAN RUIZ PÉREZ 12/09/2010


Las turbulencias financieras desde inicios de este año han oscurecido la recuperación en Europa. Asimismo, los débiles datos recientes de actividad en EE UU también están confirmando los pronósticos sobre la desaceleración de la economía estadounidense tras el impulso propiciado por los planes de estímulo fiscal en esa economía. Esto, por supuesto, ha incrementado los riesgos a la baja sobre las perspectivas de crecimiento global.


Con todo, el contagio a las principales regiones emergentes ha sido muy limitado (salvo en Europa del Este). El contagio financiero se ha circunscrito a ciertas clases de activos y su impacto sobre los flujos de capital hacia los mercados emergentes ha sido pequeño y temporal.

Además, el efecto sobre la actividad económica en esos países ha sido escaso, en gran medida por el mayor dinamismo de la demanda interna en las economías emergentes y por los réditos de políticas económicas más prudentes durante los años previos a la crisis, a diferencia de experiencias anteriores.

El crecimiento global sufrirá una desaceleración suave en los próximos años, debido a una reducción de las tasas de crecimiento más o menos generalizada. En China, por ejemplo, el endurecimiento de las medidas de política económica está conduciendo hacia un aterrizaje suave que reducirá el riesgo de sobrecalentamiento y de burbujas de precios de activos. En el resto de Asia emergente y Latinoamérica el crecimiento también se reducirá hacia tasas más próximas a su potencial, aunque manteniendo un crecimiento robusto.

Sin embargo, la desaceleración en EE UU y Europa no puede interpretarse tan positivamente. En EE UU esta ralentización refleja la debilidad de los mercados laboral e inmobiliario (este último tras la expiración de las ayudas públicas) y la pesada carga del endeudamiento de las familias, lo que subraya los límites de la demanda privada para tomar el testigo del Gobierno como impulsor de la actividad económica. En Europa, especialmente en los países periféricos, el endeudamiento y la debilidad del mercado laboral también serán lastres importantes en la salida de la crisis, a los que se añaden los efectos negativos de las tensiones financieras sobre la confianza.

La discusión anterior pone de manifiesto que la economía global saldrá de la crisis a distintas velocidades, ampliando las divergencias de dinamismo entre las economías avanzadas y las emergentes. Esto generará tensiones en las políticas monetarias de las economías emergentes por el temor a que sus tipos de cambio se aprecien demasiado rápido y a unas entradas volátiles de capitales de corto plazo.

Paradójicamente, esta misma incertidumbre sobre la reacción diferenciada de las políticas económicas puede propiciar, hacia adelante, tipos de cambio y flujos de capitales más inestables.

Juan Ruiz Pérez, es economista del Departamento BBVA Research, Unidad de Escenarios Económicos.
 

BLICHON

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Desafiar a la gravedad · ELPAÍS.com


Desafiar a la gravedad
Los precios inmobiliarios en España se resisten a bajar

FIONA MAHARG-BRAVO 12/09/2010


La burbuja inmobiliaria española no tiene mucha prisa por desinflarse. Los precios solo han descendido un 12% con respecto a los máximos alcanzados en 2008. Los volúmenes han experimentado un aumento últimamente, y el número de viviendas vendidas se ha incrementado en un 25% interanual en el segundo trimestre. Aun así, el mercado debe ajustarse más, y las amenazas latentes a la aparente recuperación se dejarán sentir el año próximo.


Los bajos tipos de interés han hecho más asequibles las viviendas. Las hipotecas en España suelen ser a tipos variables, y los tipos de interés son ridículamente bajos, a veces incluso al 2%. La familia media gasta un 27% de sus ingresos en las cuotas hipotecarias, la proporción más reducida en años, según datos del Banco de España.

En cuanto al reciente repunte de las transacciones, probablemente refleje la intención de comprar antes de la subida del IVA en julio. Aun así, se han vendido unas 495.000 casas en los últimos 12 meses, según el Ministerio de Vivienda. Algunos economistas calculan que el volumen natural de ventas debería rondar las 400.000, aunque en 2006 cambiaron de manos casi un millón.

El mercado no es tan saludable como parece. Los volúmenes netos de nuevas hipotecas cayeron en el segundo trimestre. Esto indica una falta de personas que compran por primera vez, y la actividad refleja que los propietarios ya existentes están comprando y vendiendo, según estimaciones de Iberian Equities. Por tanto, puede que las últimas transacciones no contribuyan demasiado a absorber el millón de propiedades nuevas de reciente construcción que no se han vendido.

No está claro cuánto tiempo se mantendrá barato el dinero para respaldar el mercado. Pero hay motivos para creer que en breve se producirá un ajuste serio.

En primer lugar, consideremos los 60.000 millones de euros en tierras y propiedades que, según el Banco de España, han adquirido los bancos y cajas de ahorros a través de los intercambios de deuda por activos. Las nuevas normativas obligarán a los bancos a provisionar el 30% del valor de la propiedad si no se ha vendido al cabo de dos años. Este es un sólido incentivo para que los bancos se deshagan del inventario. Suponiendo que un 65% del total corresponde a tierras y propiedades comerciales y que el valor medio de las propiedades es de 120.000 euros, los bancos poseen unas 175.000 propiedades, de las cuales no todas están en el mercado.

En segundo lugar, la supresión de las deducciones fiscales por compra de vivienda a partir de enero de 2011 hará que la vivienda sea menos asequible, al igual que lo hará el posible incremento de los tipos de interés. Y, por último, el desempleo en España se mantiene en un 20%. Puede que hoy no lo parezca, pero al final, al mercado inmobiliario le llegará su hora de la verdad. -
 

BLICHON

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Normalizar el crédito · ELPAÍS.com

EDITORIAL Editorial
Normalizar el crédito
19/09/2010


Las lecciones de la más severa crisis financiera desde la que originó la Gran Depresión empiezan a ser asimiladas. La semana pasada, además del acuerdo sobre la estructura de supervisión financiera en el seno de la UE, se han conocido los términos en los que el Consejo de Supervisores Bancarios ha acordado las exigencias de capital que han de afianzar la solvencia de los operadores bancarios. El G-20 dará probablemente su apoyo definitivo a esas nuevas definiciones de capital necesario para operar como entidad bancaria.


Llevan razón quienes desde la observación de los destrozos originados por los errores de los bancos y sus supervisores -en todo el mundo, pero fundamentalmente en EE UU- reclamaban una regulación mucho más estricta y, en todo caso, de más urgente aplicación. Los contribuyentes a uno y otro lado del Atlántico siguen sufragando las, en el mejor de los casos, torpezas en la gestión de los riesgos de los bancos. En algunos otros, las actuaciones directamente al margen de la ley. En todos, el paro sigue erosionando el bienestar. El tamaño de los operadores bancarios (la trampa del "demasiado grande para dejarlo caer") o el mero hecho de que la intermediación financiera es esencial para el normal funcionamiento de las modernas economías justifica esos desembolsos de dinero público que han contribuido al aumento del déficit público en muchas economías de la OCDE.

España no es precisamente el más destacado de esos casos de transferencia de dinero del contribuyente a los bancos, ya que las actuaciones de las autoridades se han concretado en garantizar a las entidades bancarias las operaciones de salida a los mercados o en la adquisición de algunos activos específicos. Las pruebas de esfuerzo que se hicieron en julio pasado sobre la práctica totalidad del sistema bancario español ya anticipaban la solvencia diferencial frente a la mayoría de los sistemas bancarios europeos. Con datos ahora disponibles, la aplicación de esos requerimientos de capital que exigirá Basilea III no deja en una situación particularmente complicada al conjunto del sistema bancario, siempre que no se compliquen la vida con inversiones de riesgo dudoso o en decisiones de crecimiento excesivamente ambiciosas para las posibilidades de crecimiento económico que se manejan en todo el mundo. Para evitar eso está el Banco de España, que ha de velar no solo porque las entidades pequeñas sean estables y prudentes en la asunción de riesgos, sino también porque las menos pequeñas contribuyan a que el crédito fluya a las empresas. Esta es la gran asignatura pendiente del sistema bancario español. Sigue sin normalizar su funcionamiento, acelerando en algunos casos esa mortalidad empresarial que, como la elevadísima tasa de paro, caracteriza a la economía española.

La dilatada tradición de buen hacer del Banco de España se está poniendo a prueba en esta crisis, no solo en la aplicación de rigurosas inspecciones a entidades de menor tamaño, sino más relevante, en que el conjunto de los bancos, cajas y cooperativas de crédito vuelvan a cumplir la función para la que están creados. De no ser así, el peor impacto de Basilea III habría empezado ya a través de una tolerancia de prácticas bancarias poco compatibles con la recuperación del crecimiento necesario para que la economía española deje de destruir empleo. -
 

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Europa se aleja de la Península · ELPAÍS.com

Las dos velocidades de la recuperación
Europa se aleja de la Península
España saldrá con retraso de la crisis por el reventón inmobiliario, la excesiva deuda y el ajuste fiscal - El Gobierno confía en el consumo y las exportaciones
CLAUDI PÉREZ - Madrid - 19/09/2010


Mientras la música suena hay que bailar. La época ilusionante de la incorporación al euro, del boom inmobiliario, del crédito fácil: mientras sonó esa melodía, y retumbó durante una década larga, España protagonizó una impresionante historia de éxito. Ahora la música ha dejado de sonar. Las estadísticas dicen que la economía crece desde hace medio año, pero tan lentamente que mucha gente sigue en crisis: un paro del 20%, aunque sea endémico, recuerda más a una depresión que a cualquier otra cosa. De la última recesión -allá por los noventa- se salió a toda velocidad; esta vez no es posible por los excesos de la última década, en la que se creció mucho a costa de acumular desequilibrios. Llegó la hora de purgarlos para volver a la pista. Nada fácil cuando el único sonido que se escucha es el del aire de una burbuja que se desinfla: el pinchazo de la construcción no ha acabado y tiene atrapados a bancos, familias y empresas, que acumulan deudas justo cuando los mercados desconfían de todo lo que suene a endeudamiento.
"España ha sabido mantener cuota de mercado", defiende un alto funcionario

Manda el pesimismo, pero ningún experto lo ve del todo neցro


Por todo eso, y por el ajuste fiscal sin precedentes del Gobierno, España va a salir lentamente de la crisis. Con más lentitud que Europa y que la mayor parte del mundo rico, según Bruselas, según la OCDE, según el FMI y según la mayoría de los analistas.

Y sin embargo, la confianza mejora. Aquí y allá hay indicios de que algo se mueve. El Ejecutivo y algunos expertos mantienen que España dejará atrás la tormenta casi a la misma velocidad que los demás, aunque la economía tardará mucho -un lustro, como mínimo- en lograr que el empleo se recupere. Esa es, a grandes rasgos, la narrativa de lo que nos espera: sombría, oscura; melodía de blues. Aunque tal vez no tanto como parece.

- Las malas noticias. Los malos augurios son la tónica general entre los economistas. No hace falta entrevistar a grandes expertos. Raúl Marugán lleva más de una década vendiendo coches en Madrid: "No se ve la alegría que se veía, pero ya no con los coches: con los pisos, en la tienda de aquí al lado y en el bar de la esquina. No es que la gente sea pesimista: es que ahora los pesimistas somos nosotros, los vendedores".

Los analistas aluden a un buen puñado de razones para explicar esa astenia. Ángel Laborda, de Funcas, cita "la crisis inmobiliaria, que sigue dejándose notar. Su impacto en los balances de la banca: por eso no hay crédito. La crisis de la deuda europea, a pesar de que se ha relajado. Y el ajuste fiscal, que va a dejarse notar en el crecimiento. Todo eso deja un país muy parado: seco". Josep Oliver, de la Autónoma de Barcelona, añade un problema fundamental. "El gran endeudamiento acumulado augura un largo estancamiento. Estamos discutiendo sobre si vamos a crecer el 0,5% o el 1% en 2011, cuando lo importante no son unas décimas de PIB: es el paro y es una deuda inmanejable, que exige una cura dolorosa. No quiero ser agorero, pero lo que viene es una reducción del nivel de vida, una caída de los salarios para ganar competitividad".

- El vaso medio lleno. Frente a ese punto de vista, el Gobierno alega que hay fundamentos para pensar que las cosas pueden ir algo mejor. Ángel Estrada, director general en el Ministerio de Economía, asegura que el ajuste inmobiliario "está cerrándose". "La clave es recuperar la confianza: el ajuste fiscal y las reformas -laboral, financiera y de pensiones- van en esa dirección. El endeudamiento ha empezado a reducirse y la tasa de ahorro está cerca de máximos: si se genera confianza, parte del ahorro se convertirá en consumo y acelerará el crecimiento. De hecho, ese capítulo ya ha empezado". Estrada asume que el ajuste inmobiliario-financiero provocará un avance algo más lento que el del resto de Europa. "Pero la salida va a ser igual en todo el mundo rico: no veo que muchos países presenten datos como los de Alemania". El Ejecutivo confía en que la reciente mejoría de productividad -fruto, en parte, del declive de la construcción- se transforme en una mejora del sector exterior. "España ha sabido mantener cuota de mercado mundial en la última década; y durante la crisis solo Alemania presenta mejores cifras", argumenta.

- Los escépticos. "Ese optimismo es encomiable", replica Paul De Grauwe, de la Universidad de Lovaina. "Pero al final España no tiene en sus manos la salida de la crisis: depende de la recuperación europea, de que no haya más sustos, y también de que las cajas aguanten los riesgos inmobiliarios". "Vienen tiempos de mucha incertidumbre", avisa. "Las dificultades de España no han desaparecido: son múltiples y muy reales. Yo no daría por acabada la crisis", añade Wolfgang Münchau, de Eurointelligence. Guillermo alopécico, desde Columbia, también desconfía: "A España le queda aún tela que cortar en todo lo relativo a la deuda. Pero mi mayor preocupación es esa política alemana de empobrecimiento del vecino, que no es sostenible y perjudica claramente a España. Yo no sería tan optimista".

- neցro, blanco y claroscuros. Luis De Guindos, del IE, defiende que no puede haber una salida rápida de la crisis "con estos niveles de paro y de deuda, sin crédito y con tantas incertidumbres". "El Gobierno plantea un crecimiento de más del 1% en 2011 y cercano al 3% en los siguientes: no me extraña, es la única manera de que cuadren las cuentas. Pero para que eso sea posible harían faltan reformas mucho más ambiciosas que las aprobadas. Yo no las veo".

José Carlos Díez, de Intermoney, discrepa. "El consumo ya está tirando. La mitad de las familias no tienen deuda, y muchas de las que sí tienen ya han pagado su primera vivienda: van a gastar si la confianza mejora. Ya hay datos que refrendan esa salida en otoño. Toda la economía, con la excepción del ladrillo, ha empezado a arrancar. Hubo una burbuja y hay un excesivo endeudamiento que nos hace vulnerables, es evidente: el panorama es lo suficientemente voluble como para guardar prudencia, pero si no pasa nada raro saldremos de esta como los demás. Quizá con algo menos de intensidad, por la vivienda, pero como los demás".

Pesa más el pesimismo, pero nadie lo ve del todo neցro. Antonio García Pascual, de Barclays Capital, defiende los argumentos del Gobierno: consumo y exportaciones pueden deparar sorpresas agradables, aunque las incertidumbres españolas e internacionales "van a graduar el alcance de esas buenas noticias". Daniel Gros, del think tank CEPS, asegura que el sector exterior no tiene peso como para aportar mucho, y que un empujón del consumo "es una mala idea: una tasa de ahorro elevada le da a España un colchón confortable por lo que pueda venir". "El estancamiento es el escenario más probable", concluye. El consuelo es que se trata del escenario más probable en casi todas partes. La música apenas se oye aún. Pero no solo en España.
 

BLICHON

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Esperando la carroza · ELPAÍS.com

ANÁLISIS: Las dos velocidades de la recuperación
Esperando la carroza
JUAN IGNACIO CRESPO 19/09/2010


Decía un malhumorado Ernst Rutherford que, en ciencia, todo lo que no es física es coleccionar sellos. Cuanto más se aleja uno de la física, más intensamente se coleccionan hechos y modelos, ratios y gráficos. La reunión de Basilea del pasado fin de semana ha exigido a los bancos que estén bien capitalizados para el año 2019. Con ello, y sin quererlo, han puesto fecha orientativa a la duración del periodo de desestabilización económica en el que estamos ahora y que debería terminar cuando el conjunto de los bancos, bien capitalizados y sólidos, puedan conceder préstamos al ritmo que un crecimiento económico fuerte y sostenido exige.

Europa se aleja de la Península


La economía española y la mundial necesitan cada vez más deuda para generar una unidad de PIB


¿Quiero eso decir que las economías estarán sumidas en la recesión hasta entonces? Ni mucho menos. Seguramente habrá periodos de crecimiento más que notable, aunque entreverados con otros recesivos de duración semejante al que acabamos de vivir.

A pesar del tsunami de malos augurios de los dos últimos años, algunos de los plazos más previsibles (en términos puramente frecuenciales) se han cumplido con una precisión sorprendente: la economía norteamericana salió de la recesión a mediados del año pasado y la española le siguió, como era de esperar, entre seis y nueve meses más tarde. Y mientras que la primera no ha decepcionado, por ahora, en términos de vigor la española muestra un crecimiento anémico. Suficiente como para que todos los agoreros hayan tenido que ir corrigiendo a mejor sus expectativas y frustrante si se toma como referencia lo que la Bolsa estaba anticipando el año pasado. Por encima de cero, para que los titulares no señalen recesión, pero demasiado cerca de cero como para poder descartar con algún grado de fiabilidad una recaída.

El problema que atenaza a la economía española suele expresarse de maneras diferentes pero equivalentes: excesivo endeudamiento de familias, empresas y bancos; acumulación de inmuebles que no encuentran un comprador... Metafóricamente, parece un vehículo que, tras pasarse de aceleración, se ha terminado pasando de frenada. No hay más que asomarse al gráfico de esta misma página: durante nueve años España ha crecido a tal velocidad que, a pesar del frenazo de los últimos dos, le ha sacado a las economías de su entorno una ventaja espectacular. La digestión de algo tan formidable la tiene aún con la capacidad de reacción menguada pero no agotada.

Y es que los procesos moleculares, tan difíciles de observar, que ponen a las economías de nuevo en pie, ya están en marcha, y diversas circunstancias los favorecen. La más importante de todas: el bajo coste del capital (es decir, los bajos tipos de interés) que permite que la rentabilidad de las inversiones sea más fácil de alcanzar. La moderación de los costes laborales que acaba de medir el INE apunta en la misma dirección; lo mismo que el incremento de la productividad; o algo tan intangible como el dinamismo de quienes están en dificultades: a poco que se observe alrededor (y coincidiendo con las encuestas) se detecta un fatalismo ante la crisis propio del que se tiene ante una calamidad natural, pero no se ve que aflore el abandono ni el propósito de dejarse arrastrar por la corriente. Hay que estar atentos a la recaudación del IVA y a qué puede estar induciendo esa parte inexplicada de su crecimiento reciente.

La economía española y la mundial comparten la principal característica de nuestro tiempo: les hace falta cada vez más deuda para producir una unidad de PIB. Los próximos años transcurrirán entre las convulsiones que esa relación entre deuda y PIB provoquen. Pero eso no quiere decir que gran parte de la riqueza inmobiliaria acumulada no vaya a tener salida. La tendrá, como en anteriores ocasiones. Aunque inquieta un antecedente cercano de crisis a la española: los años 1984 a 1987, con la tasa de paro en los niveles actuales y crecimiento económico en torno al 2%. Quizá nos enfrentemos a algo parecido. Quién sabe. Después de todo, en las discusiones económicas nunca hay argumentos definitivos. Ni pueden demostrarse teoremas como en matemáticas ni existen laboratorios donde hacer experimentos. Siempre en cada argumentación, por muy buena (e, incluso, acertada) que sea, hay un momento de salto en el vacío. Aferrados al trampolín/quitamiedos que es la jerga del oficio.

Juan Ignacio Crespo es director en Thomson Reuters.