Energía Piramidal, Astrología, Kabbalah, Nueva Medicina, Radiestesia
Aquí hay páginas y páginas sobre este caso y más cosas. Un montón de fotos de los TAC y radiografías sucesivas de la niña, donde se pone de manifiesto los aciertos de Hamer. También hay muchas confirmaciones por parte de médicos de la verdad de la NMG.
Entresaco del balance provisional de Hamer:
En el riñón este proceso ya estaba sobradamente concluido cuando retornaron a Austria, como demuestra el examen histológico del riñón derecho (necrosis con depósitos calcáreos). Por el contrario,
en el hígado la curación en curso se interrumpe brutalmente por las irradiaciones y la quimio y se provocó artificialmente (por vía iatrógena, es decir, provocada por los médicos) una cirrosis hepática. El hígado con una cirrosis no consigue metabolizar adecuadamente o en absoluto las proteínas. A la larga los pacientes tienen que ser nutridos por vía intravenosa.
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Muchos lectores en un principio se sorprenderán al pensar que la tuberculosis, tan temida en el pasado, viene considerada un medio de curación del tumor hepático y renal. ¡Así son las cosas!
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Olivia tenía todavía esas bacterias de la tuberculosis y estaba en condiciones de demoler (dicho técnicamente: de caseificar) su tumor de los túbulos colectores (no nefroblastoma/Wilms) y su tumor hepático.
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La parálisis espástica manifestada en Olivia en los brazos/manos (menos) y en las piernas/pies (más) se debió a la locura de los médicos tradicionales, que en esta fase de reparación del centro cortical motor y de la médula muscular bombardearon con su estulta quimio.
Así se destruye al instante, a menudo irreversiblemente, el proceso de curación.
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El enorme
hinchamiento de reparación del hígado habría desaparecido por sí mismo (espontáneamente), en unas 4 - 6 semanas .
Los médicos oficiales consideraron entonces, para dramatizar el caso a su modo, todo el hígado como un "tumor renal" y calcularon diferentes volúmenes comprendidos entre los 4,2 y los 6 Kg.
Además se mostraba siempre y se dramatizaba una imagen televisiva de inicios de julio para sostener
que este vientre podría haber "reventado" en cualquier momento si no se hubiese recurrido a una "buena" quimio y a las irradiaciones, como afirmaba también el ministro de planificación familiar y productor de fármacos, Bartenstein. Se irradió y se envenenó el hígado, que estaba siendo confundido con un tumor renal, consiguiendo con ello:
- Un bloqueo respiratorio inmediato con muerte clínica momentánea de Olivia.
- Una detención inmediata del hinchamiento (tuberculoso) de curación del hígado y del hinchamiento de curación (tuberculoso) de las partes carcinomatosas de los túbulos colectores del riñón derecho.
En aquel momento se gritaba con júbilo: "El tumor está desapareciendo". Esta muerte clínica de Olivia, se mantuvo en silencio.
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Una irradiación parecida del hígado hinchado en combinación con la quimio causa, como se puede leer en cualquier libro de medicina, una denominada
cirrosis hepática, una restricción del hígado con reducción de su funcionalidad. En ese momento el hígado ya no está en condiciones de metabolizar las proteínas.
Prácticamente se ha destruido el hígado de un modo irreversible, probablemente para el resto de la vida.
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A finales de julio Olivia tenía dolores y una
leucemia con 19.500 leucocitos, respecto a lo cual nadie en el hospital quería saber nada específico. También en esta ocasión quien no conozca la Nueva Medicina se maravillará. De hecho, en el pasado creíamos que la leucemia significaba la muerte casi segura. Y, ¿puede quizás hablarse de la leucemia como si no fuese una enfermedad grave?
El estupor será mayor si se piensa que nosotros ya el 21-07-1995 sabíamos (véase el comunicado publicado ese dia) que Olivia ya entonces habría sufrido una leucemia, porque sufría los dolores en el proceso transverso derecho de la segunda vértebra lumbar.
En realidad la leucemia no es para nada una enfermedad en sí, sino sólo la fase de curación, justo tras una necrosis ósea y/o de los nódulos linfáticos.
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Conflicto de ataque al corazón:
Olivia sufrió este conflicto en el hospital de Viena la primera vez que el veneno fue vertido directamente en la aurícula con el catéter. Este conflicto, que causaría un mesotelioma (
tumor del pericardio), no se ha demostrado, pero existen fuertes sospechas.
En la Nueva Medicina hablamos siempre de "conflictos biológicos", no de "conflictos psicológicos" que a menudo son artificiosos. Un conflicto biológico parecido es el de "ataque al corazón". Si se mete un catéter en el atrio cardíaco derecho y se inyecta el veneno, el organismo tiene una reacción de fuerte susto porque el atrio derecho es muy sensible.
Para el organismo es como si el corazón hubiese recibido una puñalada, por lo que además se mete el veneno.
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Necrosis del músculo cardíaco a continuación de la quimio:
Esta es la punta de la locura de la quimio, y conlleva que a causa del fuerte envenenamiento celular no se puede formar ya ninguna nueva célula del músculo cardíaco, que cada vez se vuelve más fino. En cualquier momento se puede producir una rotura (laceración) del músculo cardíaco.
La causa de la muerte de la mayor parte de los niños tratados con la quimio, siempre que no sean sedados con morfina, es justo esta ruptura del músculo cardíaco.
El hospital de Viena, tras numerosas investigaciones, ha tenido que admitir que el principal músculo cardíaco del ventrículo izquierdo está ya tan débil que sólo consigue tener el 33% de su funcionalidad normal.
Resulta muy difícil encontrarle un sentido al martirio de esta niña maravillosa e inocente. Parece difícil esperar que esta pobre y atormentada niña sea capaz de superar esta locura infernal de estado y que entre en el
8% de los que consiguen sobrevivir al envenenamiento de la quimio. ¡Esta niña llena de coraje, de ojos inteligentes y comprensivos se lo ha merecido, después de todo lo que ha sufrido!
Si el martirio de Olivia hubiese servido para que se pusiera fin definitivamente a esta locura de estado criminal, en favor del resto de los niños del mundo, como desea la Nueva Medicina, entonces, quizás, el infinito tormento y sufrimiento de Olivia, a la que tanto queremos, habría tenido un sentido.
Dr. Médico Ryke Geerd Hamer.
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Como veis, hasta Hamer dudaba de que sobreviviera a la barbarie. Afortunadamente lo hizo,pero a costa de vivir prácticamente con un solo riñón y el hígado y el corazón tocados gravemente.
Gracias por la información y los enlaces GreenBack
Ya había oído hablar del dr.hamer a pesar de el infame blackout mediático.
La verdad se abre camino siempre.
Hace ya tiempo que el sistema sanitario (en vías de privatización total o parcial), está ya en manos de las farmaceúticas. Como el modelo no lo van a cambiar. Al menos que la gente esté informada y sepa a lo que se arriesga, según que cosas cuando uno va al médico.
ROTUNDO FRACASO DE LA QUIMIOTERAPIA
El Fracaso de la Quimioterapia | Buenasiembra
La Quimioterapia consiste básicamente en el tratamiento del cáncer mediante sustancias químicas. Y éstas son, básicamente, de dos tipos: citostáticas -intentan impedir que las células cancerosas se multipliquen- y citotóxicas -destruyen las células cancerígenas-
El problema es que, al margen de su grado de efectividad, no son "selectivas" y, por tanto, también afectan a las células sanas. De ahí sus
brutales efectos secundarios. Aunque lo más grave es que a pesar de tales efectos yatrogénicos y sus prácticamente nulos resultados se trata a la inmensa mayoría de los pacientes con ellas.
La Quimioterapia es uno de los tratamientos más indefendibles de la medicina moderna. Y sólo el hecho de que se presente por los médicos como la única alternativa a una muerte segura permite entender que los pacientes acepten someterse al deterioro físico y psíquico que provoca, más cercano casi a la tortura que a la medicina.
Hablamos de un método que nació en 1942 cuando Alfred Gilman y Fred Phillips, investigadores de la conocida Universidad de Yale, decidieron estudiar las posibilidades terapéuticas del tristemente célebre gas mostaza o Iperita, un producto venenoso que se utilizó como arma química por primera vez durante la I Guerra Mundial.
Estos investigadores sabían que tras un ataque efectuado en 1917 con el gas mostaza por las tropas alemanas un médico aliado había comprobado que muchos soldados que resultaron afectados aun estando lejos del lugar donde había caído la bomba de gas morían varios días después con cuadros infecciosos o debido a hemorragias internas, constatándose que padecían una marcada disminución de sus glóbulos blancos y plaquetas así como hipoplasia (reducción del volumen de un órgano por disminución de su número de células) medular y linfática.
Resultado todo ello de su condición de agente alquilante, es decir, capaz de alterar la estructura y función de las moléculas de ADN de una célula de tal manera que impide que ésta pueda multiplicarse. ¿Por qué no usar pues -se preguntaron- esa propiedad para intentar impedir la multiplicación descontrolada de las células cancerosas?
Dicho y hecho; poco después comenzarían los ensayos con roedores. Y a continuación, tras los aparentes éxitos iniciales, en humanos. En 1946 se anunciaría que se había logrado reducir de tamaño los tumores de dos pacientes, uno con un linfosarcoma y otro con un Linfoma de Hodgkin.
Otros investigadores -Alper, Dameshek y Peterson- obtenían poco después resultados similares. Sin embargo, en los años 50 las investigaciones realizadas por el National Cancer Institut de Estados Unidos mostraban que los agentes alquilantes, asociados ya con esteroides y otros fármacos, no servían para lograr una mayor supervivencia de los enfermos. Una esperanza nunca lograda que desde entonces se sigue intentando. A día de hoy, sin éxito.
La Quimioterapia nació pues como un método que consiste básicamente en dar un veneno con el que destruir las células cancerosas o intentar impedir su multiplicación. Sólo que el veneno actúa igualmente sobre las células sanas. Basta leer los efectos secundarios reconocidos en los prospectos de cualquiera de los productos anticancerígenos que actualmente se comercializan para constatar que si se utilizaran en un persona sana -para qué hablar de una enferma- lo más probable es que ésta acabara muriendo.
No existe lógica alguna por tanto para la práctica de la Quimioterapia. No hay en ello sentido común. Y sólo el miedo a la presunta falta de alternativas explica que se haya impuesto como terapia en el mundo. A pesar de lo cual el principal argumento utilizado por quienes dicen hablar "desde la ciencia" y se niegan a aceptar tanto otras formas de entender qué es el cáncer como la eficacia de tratamientos alternativos a los habituales es siempre el mismo: "La Quimioterapia -afirman sin fundamento alguno- es, del mal, el menor".
Kevin Murphy, un oncólogo que trabaja en Vancouver, resume muy bien la postura convencional en Adjuvant Chemotherap, un manual concebido para que sus pacientes entiendan en qué consiste el tratamiento: "La Quimioterapia es un tratamiento difícil de entender. Tal y como un paciente me dijo: '¿Me está usted sugiriendo que me someta a un tratamiento que me va a enfermar temporalmente para tratar un cáncer que no puede usted encontrar y encima ni siquiera sabe si hacerlo me servirá de algo?".
Es similar a un seguro de vida. Cuando usted paga sus primas a la compañía de seguros está reconociendo un riesgo potencial para su vida que puede o no puede acaecer (un accidente, una enfermedad, un terremoto, un robo...). Bueno, pues el tratamiento con quimioterapia se basa en la presunción de que su aplicación puede hacer disminuir el tamaño de los tumores y "reducir" el riesgo de que vuelvan a aparecer después.
Las estadísticas -controladas generalmente por quienes tienen interés en demostrar que los fármacos que prueban funcionan- indican que así sucede en un porcentaje significativo cuando se trata de cánceres de mama, colon, testículos, leucemias, linfomas y la llamada enfermedad de Hodgkin... pero las mismas son sólo una de las maneras posibles de presentar las cifras. Eso sí, sirven para que la mayoría de los enfermos crean que los posibles beneficios compensan los riesgos y acepten ser sometidos a Quimioterapia.
LA MODA DE LOS CÓCTELES
Ante la evidencia de que los fármacos anticancerígenos utilizados en Quimioterapia no sólo no curan el cáncer sino que ni siquiera prolongan la vida de los enfermos se ha instaurado la moda de aplicar "un protocolo de quimioterapia combinada". Es decir, la utilización de "cócteles" -como en el caso de los enfermos de SIDA- con varios productos que se toman al mismo tiempo. Según la versión oficial, cuando esos cócteles se toman tras una intervención quirúrgica para extirpar el tumor y además se ha sometido al paciente a Radioterapia se logran "índices de curación significativos".
Claro que lo que eso significa realmente es que la "supervivencia" en los cinco años siguientes es algo mayor estadísticamente, no que el cáncer se cure porque el paciente desgraciadamente termina muriendo en la mayor parte de los casos. Y es que ya hemos explicado en artículos anteriores que cuando los oncólogos hablan de "curación" no se refieren a que uno queda libre del cáncer sino que hablan de "curación clínica", término que se aplica a todo enfermo que sigue vivo cinco años después de serle diagnosticado un cáncer. Aunque al día siguiente se muera. Un sarcasmo.
Es también evidente que aun cuando cada persona es un mundo, la respuesta a la Quimioterapia varía en función de las dosis, el tipo de fármaco que se da, la duración del tratamiento y el grado de evolución en que está la enfermedad. E
n realidad sólo existe una certeza sobre el asunto: todos los fármacos químicos que se utilizan para tratar el cáncer son tóxicos y, además, claramente immunodepresores, es decir, bajan las defensas naturales del enfermo.
Y -por si fuera poco- la mayoría son también cancerígenos. Y no ya como efecto colateral sino como efecto primario puesto que no distinguen entre las células cancerosas y las células sanas. Destruyen ambas.
Es más, la mayoría atacan la médula ósea destruyendo a la vez los glóbulos blancos cuya función es combatir las infecciones, los glóbulos gente de izquierdas que llevan el vital oxígeno a los órganos del cuerpo y las plaquetas que permiten la coagulación de la sangre. Consecuentemente, todo enfermo sometido a Quimioterapia termina con su sistema inmunitario destruido o comprometido quedando expuesto a otras enfermedades por lo que no es extraño que puedan fallecer de una simple pulmonía o de una infección común.
En resumen, la Quimioterapia es uno de los tratamientos más devastadores -física, psíquica y emocionalmente- a los que puede someterse una persona enferma. Y el daño interno producido se comprueba rápidamente.
La mayoría de los fármacos oncológicos provocan, entre otros efectos indeseables, calvicie (el cabello puede tardar años en regresar a la normalidad), náuseas extremas, vómitos, encías sangrantes, debilidad extrema, llagas alrededor de la boca, aftas y sangrado y ulceración del tracto gastrointestinal. Muchos pacientes aseguran que los "efectos colaterales" -entre ellos, la fatiga- son incluso peores que la propia enfermedad. Una dramática realidad que no es negada por la medicina convencional. ¿Cómo iban a negar las evidencias? "Es inevitable -argumentan sus defensores-, el precio a pagar, el riesgo a correr para tratar de vencer al cáncer".
Y, sin embargo, si se sabe que los productos que se usan son tóxicos, auténticos venenos para el organismo, ¿cómo se sustenta la idea de que la quimioterapia es beneficiosa en el tratamiento del cáncer? Pues se sustenta en la creencia de los oncólogos -no demasiado avalada por los resultados finales- de que el cáncer es un mal localizado -por eso hablan de muchos tipos de cáncer distintos- que se combate de forma específica y localizada. Con lo que en la práctica han reducido en general la lucha contra el cáncer a la lucha contra los tumores. :rolleye:
Es decir, como confunden el tumor con el cáncer utilizan medicamentos tóxicos para intentar reducir su tamaño creyendo que eso implica vencer al cáncer. Según la teoría oficial, reducir el tamaño de un tumor proporciona al paciente una mayor expectativa de vida. Una teoría, cabe añadir, que la experiencia ha demostrado falsa hasta la saciedad.
Porque es verdad que en algunos casos tal cosa puede suceder pero lo cierto es que en el caso de cánceres avanzados, al final casi todos mueren. Antes de los cinco años en la mayoría de las ocasiones. Con una calidad de vida, además, mucho peor. Bueno, pues con esa simple expectativa de aumento de vida durante unos meses o unos pocos años... justifican la Quimioterapia y el auténtico drama por el que se hace pasar al enfermo. Una extraña pirueta dialéctica que adornan con lenguaje "científico" y con la que intentan convencernos -y autoconvencerse- dando por válida una secuencia causa-efecto absolutamente cuestionable.
Porque, -ES CIERTO que hay fármacos que reducen cierto tipo de tumores.
Pero conviene saber que para pasar el test de "efectividad" la FDA norteamericana no exige evidencia de que los remedios salven vidas o curen algo sino sólo de que son "efectivos para el uso para el cual están pensados". "El fármaco -se dice- tendrá el efecto que se supone que tiene bajo las condiciones de uso pre******as, recomendadas y sugeridas en la etiqueta"
-Es decir, para que un producto contra el cáncer se considere "efectivo" basta que reduzca el tamaño del tumor si para ello se prescribe. Aunque no sirva para curar al enfermo, como ocurre en la mayoría de los casos.
-
Por tanto, NO ES CIERTO que la reducción de un tumor implique la curación, la recuperación de la salud. Alan C. Nixon, ex presidente de la American Chemical Society, escribió al respecto: "Como químico entrenado para interpretar datos me parece incomprensible que los médicos ignoren la clara evidencia de que la Quimioterapia hace mucho, pero mucho más daño que bien".
LA QUIMIOTERAPIA, CURAR NO CURA NADA
El Dr. Ulrich Abel, experto en Bioestadística Oncológica en Heidelberg, publicó en 1990 una de las obras más críticas con la teoría oficial: Quimioterapia para cánceres epiteliales avanzados. Al decir "epitelial", el doctor Abel se refiere en su obra a las formas más frecuentes de adenocarcinoma -pulmón, mama, próstata, colon, etc-, "tipos" de cáncer que provocan el 80% de las muertes por esta enfermedad en los países industriales avanzados.
Pues bien, al hacer una revisión de su obra cinco años después -que, curiosamente, nunca fue traducida al inglés- pudo constatar que las conclusiones seguían siendo válidas. Es más, todavía hoy, consultado por esta revista, considera sus resultados vigentes aun cuando reconoce no haber continuado con sus seguimientos estadísticos en este campo.
Bueno, pues la obra del Dr. Abel, sin que afirme la falta de eficacia de la Quimioterapia en todos los casos, avala con sus estudios estadísticos las dudas de muchos médicos sobre la eficacia de la Quimioterapia, especialmente en las fases avanzadas. Porque, en sus propias palabras, "un análisis sobrio y sin prejuicios de la literatura (científica) raramente ha revelado que los regímenes (de medicamentos) en cuestión tengan algún beneficio terapéutico en el tratamiento de cánceres epiteliales avanzados".
Después de diez años trabajando en el área de Estadística en Oncología Clínica, la inquietud del Dr. Abel acabó transformándose en certeza:
"No hay evidencia, para la gran mayoría de los casos de cáncer, de que el tratamiento con estos fármacos produzca resultados positivos en los pacientes con enfermedad avanzada, ya sea en expectativas de vida o en calidad de vida". Y agrega: "La casi dogmática creencia en la eficacia de la Quimioterapia se basa con frecuencia en conclusiones falsas extraídas de datos inapropiados".
En resumen, el minucioso trabajo del Dr. Abel hasta 1995 -como quién dice, anteayer- pone en evidencia que la Oncología ha sido incapaz de proporcionar bases científicas sólidas para justificar el uso de la terapia citotóxica tal como se ha venido haciendo. A pesar de lo cual la tesis de que la Quimioterapia es eficaz está considerado un dogma de la medicina moderna desde hace décadas. Los resultados, empero, no justifican esa apuesta unilateral mientras otras líneas de investigación han sido abandonadas, descartadas o relegadas al esfuerzo individual.
La realidad es que la tasa de mortalidad en los cánceres más comunes -cáncer de colon, mama, próstata, páncreas, y ovarios- ha evolucionado muy poco en los últimos cincuenta años. Contra los tumores malignos de pulmón tampoco se ha avanzado mucho. En algunos casos, la diferencia entre aplicar Quimioterapia y no hacerlo apenas es significativa.
Un estudio inglés efectuado en 1992 concluyó que en el caso del cáncer de mama de diagnóstico temprano se había hallado una modesta ventaja en cuanto a extensión de vida. Se evaluaron 31 estudios en los que participaron 11.000 mujeres y se encontró una leve ventaja de extensión de vida después de diez años en pacientes que habían recibido "poliquimioterapia" (más de un fármaco oncológico durante más de un mes).
La probabilidad de que las mujeres estuvieran vivas diez años después, sin embargo, eran tan sólo del 51,3% con los medicamentos frente a un 45% sin los medicamentos. Es decir, sólo un 6,3% de diferencia en la esperanza de vida.
Bueno, pues a pesar de tan escasa -y discutible- diferencia las autoridades médicas recomiendan quimioterapia a todas las pacientes con cáncer de mama, tengan o no signos visibles de cáncer después de la cirugía. La teoría oficial mantiene que, haciendo una proyección estadística con miles de mujeres, se deduce que muchas se pueden salvar.
La verdad, sin embargo, es que las estadísticas lo que demuestran es que el 93,7% no sólo no se beneficiará de la Quimioterapia sino que sus organismos serán devastados por los efectos secundarios de los fármacos oncológicos. ¿Y mejorará con ello al menos su calidad de vida? Indudablemente, no: empeorará. Porque ya hemos dicho que prácticamente todos los agentes quimioterapéuticos son tóxicos e inmunosupresores.
EL DRAMA HUMANO DE LA QUIMIOTERAPIA
En suma, la Quimioterapia no sólo no garantiza en la mayor parte de los casos una mayor supervivencia sino que encima provoca una calidad de vida mucho peor. Uno de los principales efectos que modifican determinantemente la vida de los pacientes es la anemia, asociada a fatiga y cansancio. Y es que entre las células sanas que destruye la Quimioterapia se encuentran los glóbulos gente de izquierdas, encargados de transportar el oxígeno a través de todo el cuerpo para mantener la energía.
Su pérdida puede además sobrecargar el corazón haciendo que se esfuerce por aportar oxígeno donde se necesita, impedir pensar con claridad, convertir la lectura y la escritura en una tarea hercúlea, suprimir el estímulo sensual y convertir cualquier actividad cotidiana en un esfuerzo agotador.
Después están las infecciones. El paciente tendrá que luchar contra todo tipo de infecciones oportunistas porque los fármacos destruyen los leucocitos preparados para la defensa del organismo. De hecho, si se contrae cualquier infección durante el tratamiento con Quimioterapia lo normal es que el enfermo sea hospitalizado, algo que indudablemente lo debilita aún más psicológicamente porque tiene que alterar su vida y dejar sus actividades cotidianas -incluido el trabajo-, le impide cuidar de los hijos, debe permanecer alejado de la familia y los amigos.... Sin olvidar que por estar hospitalizado estará más expuesto a contraer otras infecciones. A fin de cuentas, hoy día los hospitales son auténticos focos de infección.
Además de los citados efectos a corto plazo -entre otros- la Quimioterapia puede provocar a largo plazo algunos más graves. Por ejemplo, lesiones de corazón que pueden manifestarse semanas, meses o años después del tratamiento. Un trabajo publicado el año pasado apuntalaba esta hipótesis, mantenida desde hace tiempo por algunos investigadores. Nature Medicine descubría que el mismo mecanismo que sirve para luchar contra los tumores en una de las sustancias (Herceptin) utilizadas en el cáncer de mama es responsable a su vez de causar daños en el corazón al hacer más vulnerables las células cardíacas a la toxicidad de los quimioterapéuticos que se administran a continuación.
La Quimioterapia puede también provocar pérdida de la fertilidad y, sobre todo, un mayor riesgo de reaparición del cáncer. Está demostrado que la mayoría de las productos quimoterapéuticos pueden llegar a producir cánceres secundarios, especialmente en el tracto gastrointestinal, los ovarios y los pulmones. Éstos se encuentran entre los cánceres más difíciles de tratar y pueden aparecer cinco, diez o quince años después de un primer tratamiento "exitoso" con Quimioterapia.
El New England Journal of Medicine publicaba el 21 de septiembre de 1989 lo siguiente: "Se sabe que los cánceres secundarios son complicaciones causadas por la quimioterapia y la irradiación empleada para tratar linfomas y linfomas de Hodgkin además de otros cánceres primarios". Y un año después -el 5 de enero de 1990- Associated Press difundía la siguiente noticia: "Las fármacos que se usaban hace tiempo para tratar el cáncer ovárico pueden haber resultado tan nocivas como beneficiosas al incrementar enormemente el riesgo de padecer leucemia... Entre las mujeres tratadas desde 1960 hasta 1985 el riesgo de leucemia era 12 veces superior en aquellas pacientes que recibieron Quimioterapia que en aquéllas que sólo fueron sometidas a cirugía".
Cabe añadir que según el Dr. John Cairns, microbiólogo de Harvard, "entre el 5 y el 10% de los pacientes que sobreviven a la Quimioterapia mueren luego de leucemia en los diez años posteriores al tratamiento". Y que cuando -como muchos oncólogos proponen- "la Quimioterapia y la radiación se aplican conjuntamente los tumores secundarios se dan en una proporción aproximadamente 25 veces mayor de lo esperable".
Esta determinación tan contundente fue realizada por el Dr. John Laszlo siendo vicepresidente superior de investigación de la Sociedad Americana contra el Cáncer.
"Las nuevas combinaciones quimioterapéuticas no están aportando ni más supervivencia ni más calidad de vida que otros protocolos más antiguos en los cánceres más significativos pero están elevando la factura de forma considerable", denunciaba hace poco. el Journal of National Cancer en un trabajo en el que se comparaba la eficacia y el coste de la combinación cisplatino-vinorelbina con la de paclitaxel -el conocido Taxol- y carboplatino.
Este último protocolo, comparado con el primero, eleva el gasto total del tratamiento en 9.000 euros, una diferencia sustancial sin que por ello mejoren los resultados finales.
Lo de siempre: no hay mejores resultados pero sí más gastos en medicamentos y más ingresos para la industria. Con la complicidad de los ministerios de Sanidad.