Una vez vi un cartel de propaganda escrito unos años después de la muerte de Napoleón. Lo describía como un asesino orate, un tirano, culpable de la muerte de 15 millones de Europeos. Me asombró tanto, pues yo sólo había oído en el colegio lo bueno y maravilloso que era Napoleón, el padre de la Europa moderna, el libertador de los pueblos de la opresión del antiguo régimen.
Más tarde supe que el mito de Napoleón surgió 50 años después de su muerte, cuando los románticos empezaron a ensalzar su figura. En ese momento, Francia reclama sus restos y le monta el Panteón de París y se le perdonan todos sus crímenes.
A día de hoy, en Francia y en Europa, Napoleón es casi un ser sagrado, un pilar de la civilización. Para sus contemporáneos, era un tirano asesino.
La hermana de Hitler decía que eso iba a ocurrir con su hermano. Y tiene todos los visos de ocurrir. Porque la historia siempre es pendular, igual que la moda. Si ahora se lleva la corbata estrecha, seguro que mañana será la ancha. Si ahora el pelo corto, mañana el pelo largo. Si hoy la liberalidad del sistema monetarista, mañana el orden social de las ideas.
No me cabe duda de que el futuro será nacional socialista, pero serán los islámicos quienes lo apliquen en Europa, una vez sean mayoría social. La raza europea tuvo su oportunidad en el 39, pero perdió la guerra y ya está en extinción.