*Tema mítico* : Empieza calentito el NUEVO NEGOCIOS de El Pais

ronald29780

Mercutio
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625.000 pisos sin vender a una media de 250K por piso:

162.500.000.000 euros.
PIB Español 2008: 913.000.000.000 por lo que es un 18% del PIB de este año sin colocar


Pues eso, sin comentarios.
O, para decirlo de otra manera, un 18% del PIB que suplicar.:D
 

Eslacaña

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El grupo prisa continua con su labor de concienzación sin que se le caiga la cara de verguenza. Esto lo podian haber publicado antes de las elecciones, ahora nos venden que de golpe y porrazo, como por arte de magia todo va mal.

El grupo prisa apesta.
Totalmente de acuerdo. Hace tres meses la burbuja inmobiliaria y otras no iba con ellos. Ahora nos van preparando para que el supositorio de la crisis nos duela menos.
Hace tiempo q no leo la prensa ni nacional ni local simplemente por cuestión de higiene mental
 

El_Presi

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TRIBUNA: JULIO RODRÍGUEZ
Si bajan los precios, se acorta el ajuste

JULIO RODRÍGUEZ 11/05/2008

El inicio de la gestión del nuevo Gobierno, tras las elecciones generales de marzo de 2008, ha coincidido con la realidad de una situación de evidente exceso de oferta en el mercado de vivienda. Persiste, además, el problema del acceso a la vivienda para una amplia proporción de los nuevos hogares que pueden formarse en España.

La menor demanda está provocando un amplio descenso de las viviendas iniciadas. Ello repercutirá a la baja sobre la inversión en vivienda (básicamente obra construida) y sobre el empleo en la construcción. Por otra parte, a pesar de la efectiva puesta en marcha entre 2004 y 2008 de las actuaciones de política de vivienda previstas en el programa electoral socialista de 2004, aún les resulta complicado el acceso a la vivienda a los jóvenes. Esta situación obliga a repasar los aspectos de dicha política más necesitados de actualización en un contexto de demanda debilitada.

Tras haberse registrado en España durante la década que terminó en 2007 un volumen medio de más de 600.000 viviendas iniciadas cada año, así como un aumento medio anual de los precios de venta del 11,5% y de una aportación media de la inversión en vivienda al crecimiento del PIB de casi un punto porcentual en dicho periodo, la situación ha cambiado de forma espectacular en 2008.

El aumento registrado entre 2005 y 2008 de los tipos de interés de los préstamos para compra de vivienda en unos dos puntos y medio porcentuales, el fin de las expectativas de revalorización continua de la vivienda, con la desaparición del adquirente inversor; la realidad de unos precios de venta lejanos respecto de los niveles de ingresos de los hogares, y el notable ajuste crediticio posterior al verano de 2007, explican el descenso de las compras de vivienda.

Sin entrar a analizar el alcance de la sobrevaloración media de los precios de venta de las viviendas en España en 2008, el proceso de ajuste se acortaría en el tiempo y la actividad constructora tardaría menos en alcanzar niveles normales de tener lugar un descenso significativo de los precios. De lo contrario, el ajuste se prolongará más tiempo, con mayores consecuencias sobre la inversión en vivienda y sobre el crecimiento de la economía.

Las actuaciones públicas orientadas a conseguir un crecimiento más entonado de la economía española deberán estar, pues, atentas al mantenimiento de la actividad constructora en el segmento de vivienda asequible. El carácter de inmuebles de las viviendas permite la simultaneidad de situaciones de claro exceso de oferta con situaciones diferentes en las áreas metropolitanas más dinámicas. Una vez normalizada la situación de las entidades financieras, se tardará en retornar a situaciones expansivas del mercado de vivienda, a la vista de la sequía del ahorro procedente del resto del mundo.

Las Administraciones públicas no deben favorecer que se construyan viviendas en volúmenes superiores a lo que el mercado es capaz de absorber. El apoyo del Gobierno al crecimiento basado en actividades alternativas a la construcción residencial debería llevar a los ayuntamientos a limitar las importantes superficies de suelo calificadas como de urbanizable residencial. El logro de una mayor diversificación de la actividad productiva es un auténtico reto para la economía española.

Entre 2004 y 2008, el Gobierno aplicó las actuaciones previstas en el detallado programa electoral socialista sobre vivienda de 2004. El nuevo plan estatal de vivienda 2005-08, la creación de la Sociedad para el Alquiler, la nueva Ley del Suelo de 2007, la reintroducción de la desgravación fiscal al acceso a la vivienda en alquiler, la creación de la subvención a los arrendatarios jóvenes de niveles bajos de ingresos y la reforma de la ley hipotecaria fueron los hitos más trascendentes introducidos a partir del programa electoral de 2004.

Sin embargo, los ritmos de implantación de dichas medidas resultaron menos rápidos de lo previsto; en especial, la implantación del nuevo plan estatal y su negociación con las autonomías. La nueva Ley del Suelo, aprobada al final de la legislatura, al establecer que se debe urbanizar sólo el suelo preciso para satisfacer las necesidades que lo justifiquen, puede contribuir al objetivo de diversificación económica citado. En 2008 importa conseguir la implantación efectiva de la ley citada en todas las autonomías, cuyo contenido racionalizaría la práctica urbanística de los ayuntamientos.

En la etapa final del periodo de Gobierno 2004-08 se ha apreciado una fuerte orientación del Ejecutivo hacia el reforzamiento del mercado de alquiler. Dicha actuación parece estar produciendo un mayor número de contratos de arrendamiento de viviendas, lo que es positivo. Es posible extender dichas ayudas a otros intervalos de edad. Sin embargo, en este momento resulta trascendente garantizar la financiación crediticia al programa 2008 del Plan 2005- 2008, a la vista del endurecimiento general de las condiciones de financiación presente en este ejercicio. La cobertura financiera de las nuevas actuaciones protegidas previstas para 2008 requiere de unos 8.000 millones de euros en nuevos préstamos convenidos.

Un nuevo Plan Estatal de Vivienda, a implantar desde 2009, debe de simplificar el número de actuaciones protegidas, manteniendo la vivienda protegida de diseño estatal. Se debe avanzar más en la equiparación fiscal entre la propiedad y el alquiler. El refuerzo del alquiler debe realizarse manteniendo el núcleo básico de la actual Ley de Arrendamientos Urbanos.

Las viviendas de precio accesible disminuyeron durante la década citada de intenso crecimiento inmobiliario. El posible descenso de los precios convertirá numerosas viviendas en más accesibles. La actual crisis, que puede impulsar una nueva regulación financiera, también debería servir para actualizar la política de vivienda. Esta última no debe de perder de vista el objetivo básico de hacer más asequible el acceso a la vivienda, en propiedad o en alquiler, mediante vivienda nueva o mediante vivienda usada.

La situación del mercado de la vivienda y la crisis financiera están en el origen de la acusada desaceleración del crecimiento de la economía española en 2008. La desaceleración se debe corregir poniendo en marcha actuaciones de signo netamente expansivo sobre la producción interna, a la vez que se actualiza el contenido de los principales componentes de la política de vivienda. Es importante no perder de vista la consecución de un cumplimiento razonable del último ejercicio del Plan de Vivienda todavía vigente, lo que pasa por garantizar la correspondiente financiación crediticia.

Julio Rodríguez López es gerente de la Universidad de Alcalá y ex presidente del Banco Hipotecario de España.
 

El_Presi

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TRIBUNA: Laboratorio de ideas JOSEP PIQUÉ
Qué hacer

JOSEP PIQUÉ 11/05/2008

En un ya muy lejano 1902, un jovencísimo revolucionario (tenía 32 años), conocido ya por su apodo (Lenin, se dice que en homenaje al río Lena, el más largo de Siberia y de toda Rusia), escribió, quince años antes de la Revolución de Octubre, un librito trascendental para el futuro del mundo en el siglo XX. Se titulaba ¿Qué hacer? y, en él, Lenin teorizaba sobre la necesidad de configurar un Partido Comunista (entonces no se llamaba así, después serían los bolcheviques), entendido como vanguardia revolucionaria, profesionalizado y muy disciplinado y orientado exclusivamente a hacer la revolución y a tomar el poder, para, inmediatamente, instaurar la dictadura del proletariado. Con clarísimo desprecio, por cierto, por los procedimientos democráticos. Lenin, evidentemente, no era un demócrata sino un revolucionario. Y, lamentablemente para la humanidad, acabó triunfando y generó enormes sufrimientos que hoy la corrección política atribuye a Stalin (acero), pero que tienen su germen, sin duda, en un monstruo totalitario como Lenin.

Dejo la historia ahí, para centrarme en el título del librito de marras. Cuando Lenin se pregunta ¿qué hacer? es muy consciente de que está ante una encrucijada estratégica en términos políticos. Y plantea tomar decisiones muy arriesgadas. Para ganar. No necesariamente a corto plazo, sino a medio y a largo. Piensa en lo táctico pero sobre todo en lo estratégico.

Los lectores de EL PAÍS Negocios pensarán que a qué viene todo esto. Con razón. Aquí estamos para hablar de economía. Pero déjenme que me explique.

Estamos, en términos económicos, en una encrucijada. Y no sólo es táctica, sino estratégica. Y la pregunta ¿qué hacer? cobra toda su trascendencia y, si se quiere, todo su dramatismo.

Dramatismo que deriva de la duda de si estamos o no ante una crisis del capitalismo, más profunda que la de 1929. Yo personalmente no lo creo, pero mi opinión no tiene por qué ser muy relevante. Opiniones realmente autorizadas nos llevan a enormes dudas al respecto. Pero hay un detalle que quiero resaltar: nadie, desde 1929, había planteado, seriamente, esta posibilidad.

Hemos vivido crisis financieras, crisis inmobiliarias, crisis de oferta. Muchas y variadas. Pero es la primera vez que contemplamos una auténtica crisis global y simultánea en los tres frentes. Porque es la primera vez que estamos, de verdad, ante un mundo global.

Si nos preguntamos no qué hacer, sino qué ha pasado, cada vez es más fácil ponerse de acuerdo. Dejo de lado la evidencia de que el ciclo económico llegó a un punto de inflexión, también en España, en la segunda mitad de 2006. También que la burbuja inmobiliaria era insostenible en Occidente. Que algunos países (EE UU y España) no podían sostener modelos de crecimiento basados casi exclusivamente en la financiación exterior permanente. Que las circunstancias internacionales nos llevan, necesariamente, a un encarecimiento (shock de oferta) de materias primas. Etcétera, etcétera.

Sigamos. En estos momentos, la incertidumbre es total. Pero los errores no son nuevos.

Churchill citaba a Adam Smith, cuando hacía referencia a la brutal crisis bancaria de 1772 en el Reino Unido (¡cayeron 27 de los 30 bancos existentes!), diciendo que "los bancos parecía que se apresuraban a prestar todo el capital que sus clientes querían tomar".

Una de las frases que más me ha impresionado en los últimos tiempos es similar. Un reconocido y gran empresario español decía que había que comprar todo aquello que los bancos estuvieran dispuestos a financiar y, sino, corolario implícito, éramos simples. Quedaba un pequeño detalle: qué hacer luego con la inversión y qué pasaba si las cosas se torcían.

Vuelvo, pues, a lo que ha pasado.

Y vuelvo con una afirmación imprudente, cuando alguien depende de los bancos (cosa que suele ser habitual): los bancos lo han hecho mal. Y no lo digo yo. Lo dicen los bancos. Y el reconocimiento de pérdidas brutales (y de provisiones cósmicas) es evidente. También lo es la exigencia de los gobiernos (del G-7 sin ir más lejos) de que los bancos digan, de una vez, cuántos cadáveres guardan en sus armarios. Si es que lo saben hoy o deben esperar todavía a ver si los que tienen mala cara van a fallecer finalmente.

Entidades financieras tan prestigiosas como UBS, Merrill Lynch, Citigroup, HSBC, o Morgan Stanley han cantado la gallina, en expresión castiza y coloquial. Un reciente editorial del Financial Times se titulaba, de forma harto expresiva: "Saving Banking from the bankers"... El Fondo Monetario Internacional estima, a priori, pérdidas superiores a los 600.000 millones de euros por la crisis financiera, de los que sólo un 25% corresponde a los fallidos en créditos hipotecarios y el resto por los títulos relacionados (eso que se llama productos estructurados).

Y el problema no es, pues, de liquidez. Los bancos centrales la aportan constantemente. El problema es de solvencia de las entidades financieras (las crisis financieras siempre vienen por una caída del valor de los activos), y, por consiguiente, de confianza.

Liquidez hay. Miren ustedes las bolsas occidentales o los fondos soberanos. Y pregúntense qué posiciones estratégicas toman. Pero éste es otro tema a tratar en su momento.

Hoy, de nuevo, la pregunta básica es ¿qué hacer? Y, de nuevo, nadie puede tener la osadía y la soberbia de Lenin dando una respuesta.

Pero, sí que podemos anticipar algunas reflexiones:

Primero, nada peor que caer en nuevos intervencionismos. El mercado sigue siendo el mecanismo más adecuado para asignar correctamente los recursos. Y los que lo han hecho mal, que lo paguen. Ellos solos.

Segundo, las autoridades deben garantizar las reglas del juego. Con transparencia.

Tercero, los bancos centrales deben ser rigurosos y aplicar políticas monetarias y de crédito no tacticistas.

Cuarto, los gobiernos deben aplicar políticas presupuestarias rigurosas y dejar que los estabilizadores automáticos actúen con neutralidad.

Y quinto, ha llegado la hora de nuevas y profundas reformas estructurales: I+D+i, mercado de trabajo, incentivos fiscales para proyectos empresariales de futuro, educación y formación, y medidas desde el lado de la oferta en sectores clave como la energía, las telecomunicaciones o las infraestructuras de todo tipo.

Ante la pregunta de qué hacer, exijamos qué vamos a hacer. Sobre todo a bancos y a gobiernos.

Josep Piqué es economista y ex ministro.
 

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REPORTAJE: Empresas & sectores
Oficinas caídas del cielo
El espacio alquilado en Madrid desciende un 30% hasta marzo


CARMEN SÁNCHEZ-SILVA 11/05/2008

Cada vez más cerca y ya al alcance de las empresas que quieran presumir de las oficinas más emblemáticas, modernas y caras de todo Madrid. El macroproyecto que se levanta al norte de la ciudad y que ya ha cambiado su skyline, el denominado parque empresarial Cuatro Torres Business Area, aborda su última fase de construcción en los antiguos terrenos de la Ciudad Deportiva del Real Madrid. Estos cuatro rascacielos de hasta 250 metros de altura van a desplazar hacia sí el distrito de negocios de la capital, dejando muy pequeña Torre Picasso, de 157 metros, que antes se erigía como el techo del paseo de la Castellana, su arteria principal.

Tienen en el mercado de oficinas casi 100.000 metros cuadrados listos para alquilar a inquilinos que busquen la mayor representatividad. Como las embajadas del Reino Unido, Canadá y Australia (y posiblemente de Holanda), que han reservado más de 9.000 metros en el único de los cuatro rascacielos que tiene arrendada ya el 80% de su superficie, Torre Espacio. Eso sí, al menos un tercio de ella será ocupada por su propietaria, Grupo Villar Mir, para agrupar las distintas sedes sociales de sus empresas, con piscina privada y pádel incorporados en la última planta para el disfrute de Juan Miguel Villar Mir.

Del resto, la de Caja Madrid será la única que no se arriende, pues albergará los cuarteles generales de la entidad financiera. También será la última que se corone el año que viene. La torre del Grupo Sacyr, exclusiva por contar con el hotel de cinco estrellas más alto de la capital, será inaugurada el próximo mes de octubre y acaba de lanzar al mercado de oficinas 21.000 metros. Mutua Madrileña alquilará su edificio al completo y ha designado esta semana a las consultoras que se encargarán de buscar los inquilinos: CB Richard Ellis (CBRE), que ha abandonado la comercialización de Torre Espacio, y Knight Frank. Su Torre de Cristal estará terminada en diciembre o enero, según fuentes de la aseguradora. Aunque todas ellas deberían estar ya acabadas de construir si se hubiesen cumplido las previsiones iniciales de sus promotores; incendios o traspasos de propiedad, como los que se han sucedido, aparte.

Por entre 36 y 42 euros por metro cuadrado y mes (el máximo del mercado se ha situado al cierre del primer trimestre del año en 40,50 euros), ni sus propietarios ni los consultores están preocupados por el impacto que pueda tener la crisis inmobiliaria que atraviesa España en la colocación de las torres. "Es la vivienda la que la está sufriendo. Las oficinas, mucho más dependientes de la evolución de la economía y de la financiación, de momento, sólo están tocadas por el retraso de las decisiones empresariales de cambiarse de sede", coinciden.

Pero, entre enero y marzo, en Madrid se ha alquilado un 30% menos de espacio que en el trimestre anterior (más de 120.000 metros cuadrados de oficinas en total), prueba de la desconfianza que sobrevuela sobre las empresas y de la falta de contratación por parte de las administraciones. Y consultoras inmobiliarias como CBRE y Jones Lang LaSalle (JLLS), que se encarga de comercializar el edificio de la filial patrimonialista de Sacyr (Testa), prevén que la superficie de oficinas contratada ronde los 600.000 metros a final de 2008, en vez de los más de 800.000 alquilados en 2007. "En lo que va de año las compañías han retrasando muchas operaciones. Han influido las elecciones generales y también se ha hecho patente la crisis económica", asegura Pedro de Churruca, consejero director general de JLLS.

Sin embargo, al haber una carencia que se ha vuelto endémica desde principios de esta década de edificios de oficinas disponibles en el centro de negocios madrileño (es lo que los expertos denominan "lleno técnico"), los responsables de los tres rascacielos que ofrecen espacios a terceros piensan que van a encontrar ocupante en un plazo de 6 a 18 meses.

"El mercado de oficinas de lujo es muy estrecho. Hay mucho interés por alquilar superficies en la torre, sobre todo sus plantas más altas", mantiene el director general de Inmobiliaria Espacio, José Antonio Fernández Gallar. Y, aunque "no estamos en el mejor momento de las oficinas, una desocupación inferior al 5% en el distrito de negocios de la ciudad nos hace prever que tendremos el 80% del espacio alquilado en seis meses. Dentro de la M-30 al mercado no le llegarán las bajas de precios ni la desocupación. Fuera, los proyectos nuevos de oficinas son difíciles de comercializar y las empresas pueden dejar muchos metros libres como consecuencia de las reestructuraciones de plantillas que se van a producir. Pero las rentas máximas se quedarán como están", señala Javier Zarrabeitia, director general de Testa, que pretende amortizar los 350 millones de euros invertidos en su rascacielos (sobre los 320 millones inicialmente previstos) en una década.

Para Alfonso Galobart, socio director general de CBRE, "la financiación se ha vuelto muy restrictiva para el sector inmobiliario. Este año se han demorado muchos proyectos de construcción de oficinas por falta de dinero. Por eso no vamos a ver sobreoferta en Madrid y no van a bajar los precios del alquiler". En el primer trimestre las rentas máximas todavía se han encarecido levemente y, en las zonas periféricas de Madrid, han dejado de crecer. Y, según fuentes de Metrovacesa, que tiene 19 proyectos en curso con un total de 432.000 metros cuadrados y una inversión de 2.700 millones de euros entre Madrid y Barcelona, "las rentas han tocado techo y en los últimos meses podrían experimentar alguna bajada".

Por eso los retrasos experimentados en la construcción de todos los rascacielos (y los aumentos en los presupuestos de obra que han tenido lugar) han llegado en mal momento para las oficinas madrileñas. No sólo porque se alquila menos espacio sino, además, porque está previsto que la oferta crezca sustancialmente a lo largo del año, con la entrega de unos 600.000 metros cuadrados en edificios nuevos, incluidos los espacios de las torres. Así que, "tal y como está el mercado, nadie tiene prisa, asegura Pedro de Churruca. Y Mutua Madrileña lo confirma, "queremos empezar a comercializar nuestras oficinas cuando estemos seguros de cuándo vamos a acabar el edificio".

Inmobiliaria Espacio sí ha estrenado su rascacielos. "Nuestra plantilla ya se ha instalado en Torre Espacio y prepara la mudanza del resto del grupo. El proyecto se ha demorado porque la puesta en marcha de estos edificios es más compleja y costosa que la de uno tradicional por la tecnología que incorporan. Esperamos que este año el edificio esté alquilado al ciento por ciento", explica Fernández Gallar. La compañía prevé ingresar 30 millones de euros anuales por el arrendamiento de su torre, cuyos terrenos y construcción le han costado 420 millones de euros, sobre los 380 millones previstos inicialmente. Tardará unos 15 años en amortizar su inversión, como Mutua Madrileña, que ha llevado su presupuesto de 360 a 450 millones.

En opinión de la aseguradora, "la situación económica es delicada ahora mismo y acabará trasladándose al mercado de oficinas. La gente se va a contener un poco hasta que vea la profundidad de la crisis". La compañía, que asegura tener ocupados la práctica totalidad de los 250.000 metros cuadrados de edificios de oficinas que tiene en Madrid en patrimonio, espera tranquila el importante aumento de la oferta que se va a producir, sobre todo porque éste se va a concentrar en la periferia de la ciudad, que es la más afectada por el descenso de la contratación, que se ha situado a niveles de 2003.

Menos empresas alquilando y superficies más pequeñas porque el presupuesto no les da para más. De hecho, en el primer trimestre de 2008 las operaciones de un volumen por encima de 5.000 metros han sido escasas. Y, aunque las consultoras inmobiliarias piensen que todavía están por llegar contratos de superficies grandes, demorados desde 2007, lo cierto es que nadie sabe el alcance de la crisis y, por tanto, cuál va a ser el comportamiento de las compañías sobre ella. Las torres más lujosas de la ciudad todavía no están salvadas. -
Mejor en Barcelona

En el mercado de oficinas barcelonés los promotores inmobiliarios respiran con más fuerza que en el madrileño porque los precios de las rentas siguen subiendo en casi todas las zonas, según la consultora Jones Lang LaSalle (JLLS). Salvo en el distrito de negocios, al que el eje de la avenida Diagonal y la plaza de Les Glories está quitando el puesto debido a la concentración de edificios modernos y de mayor calidad. Así, aunque esta área no registra los precios máximos del alquiler, de 27 euros por metro cuadrado y mes a finales de marzo (que se encuentran en el centro de negocios de la capital), sí que se van acercando rápidamente, con rentas que superan los 22 euros mensuales.

Durante el primer trimestre de 2008 la superficie arrendada ha sido de más de 90.000 metros cuadrados en Barcelona, similar a la de los tres primeros meses del año pasado, aunque más baja que la registrada entre septiembre y diciembre de 2007. JLLS espera que, como hay demanda de empresas "arrastrada" desde el pasado ejercicio, los niveles de contratación se mantendrán estables en este trimestre, pero lo más probable es que en la segunda parte del año se deje notar la situación de crisis que se vive en España y también el impacto de los nuevos edificios que se van a terminar de construir, el 65% de los cuales serán inaugurados a partir de entonces. -
 

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EMILIO ONTIVEROS Laboratorio de ideas
¿Ha pasado lo peor?

EMILIO ONTIVEROS 11/05/2008

De las tres grandes amenazas que pesan sobre la economía mundial -la crisis crediticia, el choque asociado a la elevación de los precios de las materias primas y la intensa reducción del crecimiento en las economías avanzadas-, la resolución de la primera es la precondición para que las consecuencias de las otras dos atenúen su severidad. Mientras no se normalice la actividad de los mercados mayoristas de crédito es difícil anticipar el fondo de la desaceleración, especialmente en aquellas economías más dependientes del ahorro del resto del mundo. Es razonable, por tanto, que las autoridades adopten medidas no por extraordinarias menos necesarias para la restauración de la confianza entre los bancos. Ello exige dotar de liquidez a los instrumentos financieros hoy más estigmatizados, aquellos que disponen de un respaldo hipotecario, y a las entidades bancarias en las que la importancia relativa de los mismos es elevada.

Las autoridades estadounidenses lo están intentando. Tras una nueva reducción en sus tipos de interés de referencia, hasta el 2%, el anuncio coordinado de la Reserva Federal (Fed), del Banco Central Europeo (BCE) y del Banco Nacional de Suiza, apenas un par de semanas después de la adoptada por el Banco de Inglaterra (por la que se ampliaba notablemente el plazo en una nueva facilidad de liquidez a los bancos británicos), ha contribuido a extender la percepción en Estados Unidos, de que lo peor de esa crisis ya ha pasado. La Fed vuelve a intentar aumentar la oferta de liquidez disponible en dólares a ambos lados del Atlántico. Para ello, aumentará el tamaño de las facilidades crediticias a subasta mediante las cuales ofrece préstamos a los bancos, hasta 150.000 millones de dólares. También ha ampliado el conjunto de títulos susceptibles de intercambio por bonos del Tesoro. Con los otros dos bancos centrales incrementarán el volumen de swaps de divisas, mediante el que se intercambiarán euros y francos suizos por dólares estadounidenses, con lo que los bancos europeos dispondrán de más dólares, también en un 50%.

Son medidas ciertamente excepcionales, como la naturaleza de la crisis financiera que tratan de atajar, que también demanda la coordinación de las principales autoridades monetarias. En este caso, para que el BCE y el Banco Nacional de Suiza actúen como distribuidores de dólares en Europa por cuenta de la Reserva Federal. Movimientos que a buen seguro aliviarán las tensiones en los mercados interbancarios, aunque de ningún modo las eliminarán. El exponente más expresivo de la persistencia de esos problemas en ese segmento de los mercados mayoristas lo aporta el elevado nivel al que sigue cotizando el tipo de interés interbancario más representativo, el Líbor (precio del dinero en el mercado de Londres), referencia para la fijación del principal elemento de coste en la mayoría de los prestamos de familias y empresas en Europa, a pesar de las reducciones de los tipos de referencia de algunos bancos centrales.

En paralelo a esas acciones del banco central, el Tesoro estadounidense, además del programa de gasto equivalente al 1% del PIB, trata de instrumentar, de acuerdo con los principales bancos prestamistas, uno no menos heterodoxo que acelere la cualificación de prestatarios que precisen modificar las condiciones de sus hipotecas, con el fin de evitar que los procedimientos de ejecución crezcan excesivamente.

Esa diligencia de las autoridades estadounidenses en transmitir su disposición a evitar males peores, junto a algunos indicadores económicos recientes, han transmitido algo de optimismo, hasta el punto de extender la presunción de que lo peor ya ha pasado. Un número de empleos perdidos muy inferior al esperado (20.000 en abril, muy por debajo de los registrados en los tres meses anteriores, con descensos de la tasa de paro del 5,1% al 5%), y un comportamiento del consumo también mejor del esperado han alimentado la confianza para sortear el riesgo de recesión en aquella economía. De hecho, la estimación inicial de crecimiento del PIB en los tres primeros meses de este año, del 0,6%, es la misma que la del trimestre precedente, y superior a la mayoría de las previsiones, gracias en gran medida al crecimiento de las exportaciones.

Paradójicamente, a medida que el seísmo financiero atenúa su intensidad en el epicentro estadounidense, sus efectos no dejan de manifestarse al otro lado del Atlántico. Los recientes resultados de los dos bancos suizos más importantes son sólo una de las manifestaciones más explícitas, pero de ningún modo la única ni la más relevante. En aquellos sistemas financieros, como el español, que comparten con el estadounidense el desencadenante de la desaceleración inmobiliaria y las necesidades de apelación al crédito exterior, el racionamiento de liquidez sigue vigente. Y las señales de desaceleración de la actividad real son consecuentes con la contracción del sector de la construcción residencial y la supeditación del crecimiento de la inversión crediticia al de los depósitos convencionales de las entidades bancarias. No hace falta insistir en que sólo una parte del crecimiento del pasivo bancario se destinará a hacer lo propio con el crédito; no sólo por el endurecimiento ya explicito en la evaluación del riesgo, sino por la probable exigencia de atender a los vencimientos de emisiones que muchas entidades tienen en los próximos meses y cuya refinanciación no está hoy garantizada.

En todas las economías de la eurozona la revisión a la baja de las previsiones de crecimiento encuentran respaldo no sólo en las recientes caídas de las ventas al por menor o los pedidos industriales, sino en el más expresivo debilitamiento de los indicadores de confianza de familias y empresas. La Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional anticipan crecimientos del PIB para este año del 1,7% y 1,4%, respectivamente. Las condiciones financieras medias en la eurozona (combinación de tipos de interés y tipo de cambio) lejos de la relajación experimentada en Estados Unidos se han endurecido notablemente.

Frente a las sucesivas reducciones en el nivel objetivo de los fondos federales, el tipo de interés de referencia del BCE no se ha movido del 4%, contribuyendo a esa intensa depreciación del dólar frente al euro, del 15% desde que se inició la crisis crediticia, el pasado agosto. Una asimetría terapéutica que ayuda a explicar los indicios de mejora en Estados Unidos, desde luego en su sector exterior, y las dificultades sobrevenidas en la eurozona, especialmente para aquellas economías, como la alemana, más dependientes del dinamismo de las exportaciones como principal fuente de crecimiento.

Admitiendo que la tasa de inflación excepcionalmente elevada de la eurozona no facilita reducciones inmediatas en los tipos de interés del BCE, éste si debería considerar actuaciones adicionales tendentes a la normalización de la actividad crediticia. La dirección marcada por el Banco de Inglaterra sigue siendo una referencia válida. Canjear a plazos suficientemente dilatados activos solventes, pero hoy estigmatizados, como los que tienen respaldo hipotecario (la mayoría de los que están en el activo del sistema bancario español), por bonos del tesoro, facilitaría esa necesaria transición. En su ausencia, algunos de los que hoy son meros problemas de liquidez pueden terminar gangrenando los balances bancarios y afectar a la solvencia. Son estas perturbaciones financieras, junto a la cada día más elevada probabilidad de que sus nocivos efectos contraigan adicionalmente la actividad real, las que no permiten extender a la eurozona esa presunción de que lo peor ya ha pasado.
 

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TRIBUNA: Laboratorio de ideas CARMEN ALCAIDE
El pinchazo de los especuladores

CARMEN ALCAIDE 18/05/2008

Entre las razones iniciales que se dan para la actual desaceleración económica (fase previa para las crisis económicas), tres afectan a los mercados financieros y de materias primas con carácter internacional: el elevado crecimiento del precio del petróleo, la debilidad del dólar y la crisis financiera iniciada en Estados Unidos con las hipotecas subprime. Pero hay una razón interna propia de la economía española que es la crisis en la construcción y, más concretamente, en el mercado de la vivienda.

Aunque ya se ha escrito mucho sobre el tema, en este artículo voy a plantear algunas cuestiones incorporando algunas ideas que aunque no son nuevas pueden clarificar el diagnóstico. De momento dejaré para otra ocasión el análisis de la construcción de viviendas desde el lado de la oferta para centrarme en algunas consideraciones sobre las razones que han provocado la crisis actual de la demanda de viviendas.

Dentro de la demanda de viviendas voy a distinguir entre diferentes segmentos de la demanda: la demanda para uso personal como primera o segunda vivienda, la demanda como bien de inversión y, por último, lo que yo vengo en llamar la demanda por puros motivos especulativos.

Durante los últimos años ha habido motivos que explican suficientemente el intenso crecimiento de la demanda para uso como primera vivienda. El aumento de la población, incluidos los extranjeros, la disminución del tamaño de los hogares con el aumento de hogares unipersonales en parte como consecuencia del aumento de separaciones de parejas, las facilidades crediticias ofrecidas para su adquisición y la estrechez del mercado de alquileres, han impulsado una demanda que si en la década anterior se cifraba en el entorno de 250.000 viviendas / año puede haberse duplicado en los últimos años. En la demanda de segunda vivienda, además de los factores mencionados, ha influido el crecimiento de la renta disponible de las clases medias de los españoles durante esos años.

La demanda motivada por la inversión como un activo alternativo a otros activos financieros se ha visto favorecida especialmente por los bajos tipos de interés, las ya comentadas facilidades crediticias y, sobre todo, por las claras expectativas de aumentos de revalorización de las viviendas que permitían esperar rendimientos superiores a los del resto de los activos.

Pero me gustaría señalar otra demanda adicional que yo califico de especulativa y que creo que debe ser diferenciada de las anteriores por los efectos negativos que causan al distorsionar el mercado. Me refiero al tipo de compra, más bien de compromiso inicial de compra, con la aportación de escasos recursos monetarios al inicio de la operación, con la única intención de venderla cuando una vez terminada se pone en el mercado y que, gracias al proceso continuo de elevación de los precios de las viviendas, aportaba pingües beneficios y con lo que se creía escaso riesgo.

Este tipo de demanda ha dejado de funcionar en el momento que, como en el famoso juego o técnica de las pirámides, se ha roto el último eslabón y los compradores tenían que responsabilizarse del pago de las viviendas adquiridas con el solo propósito de venderlas antes de hipotecarse ni de escriturar. La escasez de liquidez de estos falsos inversores y la dificultad de obtener múltiples hipotecas les ha impedido continuar con la operación de compra. La distorsión del mercado ha sido inmediata, ya que los promotores que creían tener vendida la totalidad o una parte importante de su producto se ha encontrado con que eran falsas compras con unas expectativas de beneficio frustradas y que, ante la imposibilidad de continuar financiándolas, han optado por anular la operación, incluso perdiendo el dinero aportado. A esta situación se han unido las dificultades de refinanciación de los préstamos obtenidos por los promotores provocando problemas e incluso la crisis de muchas de las empresas promotoras / constructoras.

Al provocarse un exceso de oferta en el mercado han surgido expectativas de bajadas de precios que incitan a esperar a parte de los posibles compradores, tanto para uso como primera y segunda vivienda como por inversión. El resultado es que, según dicen los promotores e inmobiliarias, no se vende nada. Un dato más concreto que lo corrobora es el de febrero, con caída del número de viviendas hipotecadas en un 25,8% en tasa interanual.

¿Y qué se puede hacer para reanimar la demanda de viviendas? El Gobierno ya ha marcado algunas directrices (Plan Estatal de Viviendas, Ley del Suelo, facilidades crediticias), pero falta rapidez e intensidad en su puesta en práctica. Por una parte, es necesario incentivar la construcción de la gama de viviendas con precios más bajos, para atender a ese derecho constitucional de disponer de una vivienda digna: esto puede hacerse subvencionado las de protección oficial. Pero también podría aprovecharse la desfavorable coyuntura actual para promover el mercado de alquiler construyendo, y poner a través de la Agencia Estatal de Alquileres, a disposición de los jóvenes y no tan jóvenes, este tipo de viviendas en alquiler a bajo precio y por un periodo de tiempo limitado. El Estado podría invertir en la construcción de viviendas de este tipo, ayudando, por una parte, a la actividad del sector y, por otra, resolviendo el problema de vivienda de una parte de la población demandante.

Indudablemente, no es deseable que la demanda de viviendas vuelva a alcanzar las cotas de los años pasados, pero debería situarse en unos niveles en torno a las 400.000-500.000 viviendas / año que, con precios más moderados, permita el sostenimiento del sector y la cobertura de las necesidades de los ciudadanos residentes en España. Si se aplican unas políticas adecuadas de ayuda para la reactivación se moderan los precios de las viviendas, dando cierta estabilidad a las expectativas y, como algunos analistas financieros comienzan a señalar, mejoran las condiciones crediticias del sector financiero, la fase de crisis del sector de la vivienda podría ser de una duración corta, como ya ha ocurrido en otras anteriores. La burbuja inmobiliaria ha pinchado, pero debería evitarse que su efecto multiplicador en otras actividades provoque un periodo de crisis más largo de lo deseable.

Carmen Alcaide es economista y ex presidenta del INE.
 

Marai

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O, para decirlo de otra manera, un 18% del PIB que suplicar.:D
Y ese dinero hay que buscarlo principalmente en el extranjero, porque esa casa de empeños a la que algunos llaman BCE sólo presta durante un ratito.
 

Marai

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TRIBUNA: Laboratorio de ideas CARMEN ALCAIDE
El pinchazo de los especuladores

CARMEN ALCAIDE 18/05/2008

Entre las razones iniciales que se dan para la actual desaceleración económica (fase previa para las crisis económicas), tres afectan a los mercados financieros y de materias primas con carácter internacional: el elevado crecimiento del precio del petróleo, la debilidad del dólar y la crisis financiera iniciada en Estados Unidos con las hipotecas subprime. Pero hay una razón interna propia de la economía española que es la crisis en la construcción y, más concretamente, en el mercado de la vivienda.

Aunque ya se ha escrito mucho sobre el tema, en este artículo voy a plantear algunas cuestiones incorporando algunas ideas que aunque no son nuevas pueden clarificar el diagnóstico. De momento dejaré para otra ocasión el análisis de la construcción de viviendas desde el lado de la oferta para centrarme en algunas consideraciones sobre las razones que han provocado la crisis actual de la demanda de viviendas.

Dentro de la demanda de viviendas voy a distinguir entre diferentes segmentos de la demanda: la demanda para uso personal como primera o segunda vivienda, la demanda como bien de inversión y, por último, lo que yo vengo en llamar la demanda por puros motivos especulativos.

Durante los últimos años ha habido motivos que explican suficientemente el intenso crecimiento de la demanda para uso como primera vivienda. El aumento de la población, incluidos los extranjeros, la disminución del tamaño de los hogares con el aumento de hogares unipersonales en parte como consecuencia del aumento de separaciones de parejas, las facilidades crediticias ofrecidas para su adquisición y la estrechez del mercado de alquileres, han impulsado una demanda que si en la década anterior se cifraba en el entorno de 250.000 viviendas / año puede haberse duplicado en los últimos años. En la demanda de segunda vivienda, además de los factores mencionados, ha influido el crecimiento de la renta disponible de las clases medias de los españoles durante esos años.

La demanda motivada por la inversión como un activo alternativo a otros activos financieros se ha visto favorecida especialmente por los bajos tipos de interés, las ya comentadas facilidades crediticias y, sobre todo, por las claras expectativas de aumentos de revalorización de las viviendas que permitían esperar rendimientos superiores a los del resto de los activos.

Pero me gustaría señalar otra demanda adicional que yo califico de especulativa y que creo que debe ser diferenciada de las anteriores por los efectos negativos que causan al distorsionar el mercado. Me refiero al tipo de compra, más bien de compromiso inicial de compra, con la aportación de escasos recursos monetarios al inicio de la operación, con la única intención de venderla cuando una vez terminada se pone en el mercado y que, gracias al proceso continuo de elevación de los precios de las viviendas, aportaba pingües beneficios y con lo que se creía escaso riesgo.

Este tipo de demanda ha dejado de funcionar en el momento que, como en el famoso juego o técnica de las pirámides, se ha roto el último eslabón y los compradores tenían que responsabilizarse del pago de las viviendas adquiridas con el solo propósito de venderlas antes de hipotecarse ni de escriturar. La escasez de liquidez de estos falsos inversores y la dificultad de obtener múltiples hipotecas les ha impedido continuar con la operación de compra. La distorsión del mercado ha sido inmediata, ya que los promotores que creían tener vendida la totalidad o una parte importante de su producto se ha encontrado con que eran falsas compras con unas expectativas de beneficio frustradas y que, ante la imposibilidad de continuar financiándolas, han optado por anular la operación, incluso perdiendo el dinero aportado. A esta situación se han unido las dificultades de refinanciación de los préstamos obtenidos por los promotores provocando problemas e incluso la crisis de muchas de las empresas promotoras / constructoras.

Al provocarse un exceso de oferta en el mercado han surgido expectativas de bajadas de precios que incitan a esperar a parte de los posibles compradores, tanto para uso como primera y segunda vivienda como por inversión. El resultado es que, según dicen los promotores e inmobiliarias, no se vende nada. Un dato más concreto que lo corrobora es el de febrero, con caída del número de viviendas hipotecadas en un 25,8% en tasa interanual.

¿Y qué se puede hacer para reanimar la demanda de viviendas? El Gobierno ya ha marcado algunas directrices (Plan Estatal de Viviendas, Ley del Suelo, facilidades crediticias), pero falta rapidez e intensidad en su puesta en práctica. Por una parte, es necesario incentivar la construcción de la gama de viviendas con precios más bajos, para atender a ese derecho constitucional de disponer de una vivienda digna: esto puede hacerse subvencionado las de protección oficial. Pero también podría aprovecharse la desfavorable coyuntura actual para promover el mercado de alquiler construyendo, y poner a través de la Agencia Estatal de Alquileres, a disposición de los jóvenes y no tan jóvenes, este tipo de viviendas en alquiler a bajo precio y por un periodo de tiempo limitado. El Estado podría invertir en la construcción de viviendas de este tipo, ayudando, por una parte, a la actividad del sector y, por otra, resolviendo el problema de vivienda de una parte de la población demandante.

Indudablemente, no es deseable que la demanda de viviendas vuelva a alcanzar las cotas de los años pasados, pero debería situarse en unos niveles en torno a las 400.000-500.000 viviendas / año que, con precios más moderados, permita el sostenimiento del sector y la cobertura de las necesidades de los ciudadanos residentes en España. Si se aplican unas políticas adecuadas de ayuda para la reactivación se moderan los precios de las viviendas, dando cierta estabilidad a las expectativas y, como algunos analistas financieros comienzan a señalar, mejoran las condiciones crediticias del sector financiero, la fase de crisis del sector de la vivienda podría ser de una duración corta, como ya ha ocurrido en otras anteriores. La burbuja inmobiliaria ha pinchado, pero debería evitarse que su efecto multiplicador en otras actividades provoque un periodo de crisis más largo de lo deseable.

Carmen Alcaide es economista y ex presidenta del INE.
La inversión tambien es especulación. Incluso la compra de vivienda principal puede tener caracter especulativo cuando se apuesta por subidas de precios que compensan los riesgos de un ratio de endeudamiento demasiado alto.

Todos hemos sido especuladores durante la burbuja.
 

El_Presi

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REPORTAJE: Economía global
España, supermercado de servicios
Las prestaciones avanzadas y a empresas ya suponen el 34,7% de las exportaciones

AMANDA MARS 18/05/2008

El escrutinio definitivo de las elecciones a la alcaldía y a la asamblea de Londres, esas que acaban de dar el disgusto de su vida al laborismo, lo llevó a cabo una empresa española. Es la misma que reforzará el sistema de vigilancia y control del tráfico aéreo de Pekín en los Juegos Olímpicos. Se trata de Indra, natural de Aranjuez. Y la compañía Saudi Petrochemical Kayan Company ha confiado la ejecución de su nueva planta de fenoles a otra española: Técnicas Reunidas.

La España de productividad desoladora, esa misma que año tras año pierde competitividad en precios, ya enseña la patita en la exportación de servicios de alto valor añadido.

Contratos como los de Indra o Técnicas Reunidas contribuyen a que el peso de los llamados servicios más avanzados para las empresas se hayan disparado en los últimos años: de un 21,3% del total de las exportaciones de servicios en 1993 a un 34,7% en 2006. Y de este porcentaje, el 14,3% corresponden a servicios informáticos, financieros, culturales y otros. El turismo, por el contrario, ha menguado del 64,5% a un -eso sí, todavía preeminente- 48,2%.

El servicio de estudios de La Caixa analiza estos datos en su informe de abril, que desgrana las Luces y sombras de la competitividad exterior de España. Jordi Gual, director del departamento, cree que se está produciendo "un cambio en el campo de cultivo importante en servicios de valor añadido, frente a las sombras que suponen las cifras de la manufactura".

Y es que la proporción de exportaciones españolas de bienes de alto contenido tecnológico está estancada en el 5% desde hace años, según datos de la OCDE de 2005, cuando en la Europa de los Quince el peso se eleva al 12%. Para más inri, los países que tradicionalmente han engordado la autoestima española, Grecia y Portugal, han hecho los deberes hasta alcanzar a España, en el caso de Grecia, e incluso superarla, en el caso portugués.

En conjunto, la cuota de exportación de España en el mundo ha bajado desde el 2,1% de 2003 a un 1,7%, después de que la competitividad de las exportaciones se haya deteriorado aproximadamente un 15% desde el año 2001 por el diferencial de inflación, la fortaleza del euro y la baja productividad. Aunque la pérdida de parte del pastel del conjunto de Europa ha sido de cuatro puntos (desde el 37% en 2003).

El resultado de todo: un déficit exterior desmadrado, de 100.000 millones de euros el año pasado, lo que equivale al 9,5% del producto interior bruto (PIB) español, cuando en Estados Unidos se sitúa entre el 5% y el 6%. Paul Isbell, economista principal del Instituto Elcano, está convencido de que la desaceleración económica puede corregir a la baja el déficit español por cuenta corriente, porque el consumo español se va a contener y no va a demandar tantos bienes y servicios como ha demandado de fuera hasta ahora. Esta moderación del consumo ya ha recortado en ocho décimas el crecimiento español durante el primer trimestre del año, hasta el 2,7%.

A largo plazo, opina Isbell, el frenazo económico "no va a corregir los precios distorsionados ni la baja productividad, y España siempre tenderá al déficit exterior si no soluciona los problemas".

Problemas, sobre todo, con la productividad. Abonada a la fiesta del ladrillo y al non stop del turismo, la economía española no levanta cabeza en productividad. El hecho de que segmentos importantes del sector servicio no estén sujetos a la competencia explica que Italia y España continúen a la cola de Europa en productividad y que disminuyan los incentivos a innovar. Y por ello, el crecimiento del PIB por hora trabajada en el periodo 1995-2006 ha tenido un comportamiento negativo (ver gráfico). -
¡A Asia!

"El peso del ladrillo es

enorme en la economía

española, igual que el del

turismo, que no requieren el esfuerzo en productividad de otros sectores, pero ahora han entrado en competencia otros países emergentes mucho más atractivos en precios",

advierte Juan Luis García

Alejo, jefe de análisis de

Inversis Banco. Y de ahí la

pérdida de cuota de las

exportaciones.

El informe de La Caixa

también alerta de que la

empresa española exporta muy poco a los países que

precisamente más están

creciendo, como los

asiáticos, mientras que la

Europa occidental, la que

menos recorrido tiene, es su

principal cliente, con Francia y Alemania a la cabeza. El

desplazamiento de la riqueza de los países de la OCDE a

países en desarrollo no se ha visto por el momento

acompañado por la empresa española, a la que "le falta la cultura de ir a esos países,

de darse a conocer con

tiempo".

Pero nunca hay mal que por bien no venga. Jordi Gual, director del Área de Estudios y Análisis Económico de La Caixa, se muestra, no

obstante, optimista. Asegura que "la empresa española siempre se ha espabilado más cuando el mercado interior se va un poco abajo y ha tenido que redoblar los esfuerzos

para la exportación". -
 

El_Presi

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TRIBUNA: Laboratorio de ideas JOSÉ LUIS FEITO
Propuestas para superar la crisis


JOSÉ LUIS FEITO 18/05/2008

La economía española está ya creciendo por debajo de su potencial en estos primeros meses de 2008. La desaceleración del crecimiento continuará hasta alcanzar su sima en algún momento de 2009. En esto coinciden todos los analistas privados y oficiales. Las cuestiones debatidas hoy son de dos tipos. Primero están los interrogantes coyunturales: ¿hasta dónde caerá el ritmo de variación del PIB en 2009?, ¿habrá después un rápido retorno a la senda de crecimiento potencial o, por el contrario, la economía española se enfangará en ritmos de avance lentos e insuficientes para garantizar el pleno empleo de los recursos productivos? En segundo lugar, las de política económica: ¿qué puede hacer el Gobierno para que nuestra economía recobre lo antes posible ritmos elevados de crecimiento económico?

En cuanto a lo primero, la crisis financiera internacional y el aumento del precio del petróleo y otras materias primas están acentuando severamente el ajuste de nuestra economía ya iniciado en la primera mitad del pasado año. El ritmo de crecimiento de la economía española a lo largo de los próximos tres o cuatro trimestres dependerá sobre todo de la evolución de esos factores externos. Lo que ocurra a partir de entonces, sin embargo, dependerá fundamentalmente de nuestra política económica, lo que nos lleva al segundo interrogante.

A mi juicio, la economía española no se enfrenta solamente a un ajuste coyuntural que terminará una vez se estabilice el precio de la vivienda y de las materias primas y se restaure la confianza en los mercados financieros internacionales. Sin duda alguna cuando esto ocurra se pondrá un suelo a la caída de nuestro crecimiento económico y transcurridos algunos trimestres se iniciará una aceleración del mismo. Pero cuando se disipen las brumas e incertidumbres generadas por la crisis financiera se verá con nitidez que la economía española no puede contar con dos de los resortes fundamentales que han impulsado su crecimiento a lo largo de los últimos 12 años: oferta ilimitada de crédito a tipos de interés reales negativos o muy bajos, y precios relativos del petróleo y otras materias primas reducidos. Aun contando con los posibles descensos que estas variables puedan registrar en los próximos 12 meses, se puede afirmar con razonable seguridad que el tipo de interés real y el precio relativo de la energía y otras materias primas serán sensiblemente superiores durante el próximo quinquenio a los niveles medios vigentes en el transcurso de la anterior etapa expansiva.

Para que la economía española no se adentre en un proceso prolongado de crecimiento subóptimo se han de crear bases de expansión vigorosas que puedan funcionar en esas nuevas condiciones de precios relativos. La tarea prioritaria de la política económica ha de ser sentar esas bases que permitan retornar lo antes posible a la senda de crecimiento elevado. Para ello no basta con fomentar la innovación, la investigación o la calidad del sistema educativo porque la conexión entre la mejora de estas variables y el crecimiento de la productividad es un proceso lento que opera con la suficiente intensidad en el horizonte temporal de referencia. Lo que se ha de hacer es efectuar reformas que consigan la máxima intensidad posible en la utilización de los recursos productivos e incidan rápidamente sobre las expectativas de beneficios y el crecimiento de la productividad. Las reformas esenciales son las de la fiscalidad y del gasto público, así como la del mercado de trabajo. La reforma de algunos mercados de bienes y servicios, muy especialmente del mercado de la energía, son también necesarias, pero en lo que sigue me limitaré a las primeras.

La reforma más urgente quizá sea la de la fiscalidad, recortando sensiblemente el impuesto de sociedades, reduciendo las cuotas empresariales a la Seguridad Social y disminuyendo los tipos mínimos y máximos del IRPF. Es importante recalcar que no se trata de bajar los impuestos por razones anticíclicas sino de crear un nuevo marco fiscal que incentive el crecimiento de la inversión y el empleo y facilite la reasignación de recursos hacia los sectores de mayor productividad potencial. Esto significa que los recortes de la imposición directa deben ser acompañados de reformas de las principales partidas de gasto público, o en su ausencia de aumentos de otros impuestos, a fin de impedir un estímulo presupuestario excesivo que sólo serviría para alimentar la inflación. La economía española no se enfrenta a una deficiencia de demanda agregada en términos nominales, la única variable sobre la que puede influir la expansión presupuestaria, sino a un problema de caída del crecimiento potencial. La única partida de gasto público cuyo crecimiento discrecional no sólo no se debe frenar sino que se debe acelerar es el gasto en infraestructuras. A diferencia de lo que ocurre con otras partidas, este gasto no sólo impulsa la demanda sino también la oferta agregada y contribuye positivamente al avance de la productividad. Además, si se diseña adecuadamente la acción pública en el ámbito de las infraestructuras, cada euro de gasto público se puede multiplicar por inversiones privadas financiadas por el mecanismo de precios.

El nivel actual del impuesto de sociedades merma la capacidad de inversión de las empresas y, dado su elevado nivel en comparación con nuestros competidores internacionales, erosiona la competitividad del sector productor de bienes comerciables. Además, como ponen de relieve múltiples estudios, es un impuesto que finalmente recae en buena parte sobre el empleo. Lo mismo se puede decir de las cuotas empresariales a la Seguridad Social. No es posible, sin embargo, recortar apreciablemente este último impuesto directo sin efectuar reformas del sistema de Seguridad Social encaminadas a incrementar la proporcionalidad entre las contribuciones y los derechos devengados. Estas reformas de la fiscalidad, siempre y cuando no se permitan déficits presupuestarios superiores a los que derivarían de la actual estructura de gastos e impuestos, tendrían el efecto positivo adicional de inducir una depreciación de nuestro tipo de cambio real.

La flexibilidad del mercado de trabajo no se puede inferir de su comportamiento durante la etapa expansiva sino de su capacidad de absorber una desaceleración económica sin aumentos desorbitados de la tasa de paro. Uno de los problemas de nuestro mercado de trabajo es la indización casi automática de los salarios nominales a un índice de precios, el IPC, que contiene los precios del petróleo y de otros productos importados, de manera que puede variar más intensamente que los ingresos de las empresas nacionales. Si el avance del IPC es superior al de los precios percibidos por los productores nacionales, como ocurrió el año pasado y está sucediendo este año, el crecimiento de los salarios indizados a dicho indicador provoca una erosión de la rentabilidad empresarial que antes o después se traducirá en menores niveles de inversión y empleo. El otro problema consiste en los elevados costes de despido, sobre todo de los despidos colectivos, de los trabajadores con contrato fijo. La combinación de estas dos distorsiones lleva, en coyunturas de desaceleración económica y aumento de los precios de importación, a una viscosa rigidez a la baja del ritmo de crecimiento de los salarios nominales y del nivel de los salarios reales que puede tener efectos muy nocivos sobre las exportaciones, la inversión y la creación de empleo. Desgraciadamente, en situaciones de este tipo se ha de elegir entre no hacer reformas y mantener el poder adquisitivo de los salarios o hacerlas para mantener los puestos de trabajo.

Es verdad que ninguna de estas reformas son políticamente fáciles de instrumentar, si lo fueran ya se habrían hecho hace tiempo. Pero no es menos cierto que la economía española se enfrenta a una situación cuya gravedad no se debe minusvalorar y de la que será difícil salir airosamente si los artífices de la política económica no son ambiciosos en sus metas y valientes en su ejecución. Una de las ventajas con que cuenta nuestro país para afrontar esta situación es que ha acontecido al comienzo de una nueva legislatura, el tiempo político más propicio para llevar a cabo esas reformas difíciles pero imprescindibles para flexibilizar nuestro aparato productivo y configurar nuevos resortes de crecimiento económico. -

José Luis Feito es economista.
 

jorgerll

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¿Economista? :rolleyes::rolleyes:

Machote a ver cómo van a hacer eso sin un duro. Insuficiencia fiscal, jorobar y le habrán pagado una pasta por soltar ese tocho.
 

ronald29780

Mercutio
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La inversión tambien es especulación. Incluso la compra de vivienda principal puede tener caracter especulativo cuando se apuesta por subidas de precios que compensan los riesgos de un ratio de endeudamiento demasiado alto.

Todos hemos sido especuladores durante la burbuja.
Correcto y falso.

La inversion, como definido en el articulo, si es especulacion, la esperanza de sacar provecho de la diferencia de los precios sin haber mercado.

Lo que no se ha mencionado, supongo por razones geneticas, existen en otros paises inversores, que se compran uno o varios pisos con le expectativa de alquilarlo y tener un rendimiento o flujo de caja continuo. sin importarles mucho los precios actuales.

Por cierto, si no se realizan las ganancias, se ve la falacia de la definicion de inversion como en el articulo.
 

muyuu

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Sobredosis de yalodeciayoísmo. :o
 

BLICHON

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Es la economía (otra vez)

Es la economía (otra vez)
El próximo presidente de Estados Unidos tendrá que abordar como principal prioridad la gestión de las consecuencias económicas y sociales de la más importante crisis financiera que ha sufrido ese país desde la gran depresión. Aun cuando en los programas de los candidatos otros ámbitos políticos (guerra de Irak incluida) ocupan atención preferente, la inquietud de los ciudadanos ya es suficientemente explícita en las encuestas con relación a los efectos del intenso debilitamiento de la actividad económica y a las causas que lo han determinado. Los indicadores de confianza de empresas y familias también apuntan en esa misma dirección.

Hay razones. Aunque esa economía sortee la entrada en una recesión, la caída del ritmo de crecimiento ya es tan explícita como la incapacidad de quien hoy ocupa la Casa Blanca para abordar las reformas y políticas económicas necesarias que impidan nuevamente episodios como los que han derivado en la actual crisis global. George W. Bush dejará la economía sin pulso, con los desequilibrios macroeconómicos (déficit público, inflación y déficit exterior) en niveles excesivamente elevados y un sistema bancario vulnerable; también con una mayor desigualdad. Una situación bien distinta de la que recibió de su predecesor, Bill Clinton. Está en lo cierto el premio Nobel de Economía Samuelson al afirmar en estas mismas páginas que "el republicanismo al estilo Bush ha sido malo para las empresas y malo para las familias".

De las propuestas de los candidatos no cabe deducir gran detalle, con la excepción de la candidata demócrata Hillary Clinton en relación a la extensión del sistema de salud, y una inquietud de la mayoría de los ciudadanos, pareja a la precariedad de la situación financiera de muchos de ellos, altamente endeudados, con su desvalorizada vivienda empeñada. Están resultando hasta ahora más relevantes las propias actitudes de los candidatos y las personalidades económicas que los apoyan. El republicano McCain ha declarado la limitación de sus conocimientos económicos.

Que las propuestas de Hillary Clinton exhiban mayor concreción no significa que se traduzcan en mayor credibilidad para las tareas que esa economía necesita. La dirección adecuada lleva a garantizar una mejor distribución de la renta, pero también a evitar el comportamiento predatorio de algunas empresas y bancos, que la crisis crediticia ha revelado. Concretar ambos propósitos exigirá sortear intereses fuertemente establecidos, frente a los cuales Barack Obama proyecta hoy mayor confianza, así como en la resistencia a seguir reduciendo impuestos. Los respaldos de personalidades como el ex presidente de la Reserva Federal Paul Volcker, el premio Nobel de Economía Stiglitz o el senador Bradley son también más clarificadores que su retórica.

Los resultados de esa convocatoria serán relevantes no sólo para el futuro de esa economía sino, a tenor del tamaño de ésta y de la naturaleza global de la crisis crediticia, para el conjunto del mundo. Y en este punto uno de los principales centros de atención es esa tentación en algunos candidatos de acentuar el proteccionismo comercial. Con todo, la economía gobernada por los demócratas garantiza a priori una mayor estabilidad comercial y financiera global. -

http://www.elpais.com/articulo/semana/economia/vez/elpepueconeg/20080518elpneglse_1/Tes/
Grafico interesante